Negociaciones

El PSC y ERC abren la semana decisiva de la investidura con un ojo puesto en Puigdemont

Socialistas y republicanos tienen el pacto avanzado pero el acuerdo podría tambalearse con el regreso del expresident

ERC se prepara para convencer a sus bases de que avalen un eventual pacto con el PSC

El PSC y ERC intensifican las negociaciones centrados en la carpeta de la financiación

Puigdemont ratifica su retorno y asegura que "solo un golpe de Estado" lo evitará

El líder del PSC, Salvador Illa, y el president Pere Aragonès el jueves en el Parlament.

El líder del PSC, Salvador Illa, y el president Pere Aragonès el jueves en el Parlament. / Alejandro García / Efe

Quim Bertomeu

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Saldrá cara o saldrá cruz, pero esta semana será la decisiva para la negociación entre el PSC y ERC sobre la investidura de Salvador Illa como próximo presidente de la Generalitat. Los republicanos se han autoimpuesto el 31 de julio como fecha límite para explorar si es posible un acuerdo. En los últimos días las posibilidades de pacto han aumentado considerablemente y solo queda un gran asunto por cerrar: la nueva financiación de Catalunya. En la medida que se pongan de acuerdo en este tema, el pacto será una realidad. Si hay fumata blanca, sin embargo, la investidura no estará asegurada y habrá que estar pendiente de dos elementos más: la militancia de ERC y la promesa de regreso de Carles Puigdemont, quien ratificó el sábado que volverá "pase lo que pase" para un debate de investidura.

Aunque apenas hayan transcendido detalles de las conversaciones, la última semana ha servido para que el PSC y ERC escenificaran que las piezas empiezan a encajar. Dos detalles lo atestiguan. En primer lugar, que tanto el PSOE como el PSC se han prestado a los gestos que pedía ERC para engrasar la negociación: el presidente Pedro Sánchez se ha desplazado a Catalunya para transferir nuevas competencias a la Generalitat que estaban pendientes de concretarse. En segundo lugar, los republicanos han empezado a modular sus exigencias. Paulatinamente han dejado de plantear la negociación como un todo o nada alrededor de que Catalunya tenga el mismo concierto económico que el País Vasco y lo han dejado en que Catalunya obtenga un "paso adelante y decisivo hacia la soberanía fiscal".

Pere Aragonès y Pedro Sánchez este miércoles en el Palau de la Generalitat.

Pere Aragonès y Pedro Sánchez este miércoles en el Palau de la Generalitat. / Marc Asensio Clupés

Lo que hará posible el acuerdo es que el paso adelante que ofrezca el PSC convenza a ERC. Los republicanos han puesto el énfasis en que Catalunya tenga la "llave de la caja", es decir, que gestione sus impuestos. Eso pasa por potenciar la Agencia Tributaria de Catalunya y desarrollar el consorcio tributario que se preveía en el Estatut. Los instrumentos legales ya existen, ahora solo falta que se determine hasta donde están dispuestos a llegar los socialistas. Fuentes republicanas aseguran que el PSC ha dado un salto de calidad hacia propuestas "ambiciosas", pero que la operación también tiene que contar con el aval del PSOE. Al fin y al cabo, es previsible que lo que logre Catalunya empiecen a pedirlo el resto de comunidades y será el Gobierno quien deba asumir la respuesta.

Las conversaciones entre ERC y el PSC tienen otras tres carpetas para acabar de seducir a los republicanos. En una de ellas, como explicó EL PERIÓDICO, también negocian la entrada de la Generalitat en la gestión del aeropuerto de El Prat. Las otras dos giran en torno a potenciar las medidas para la protección del catalán y en dejar algún foro abierto para la discusión del conflicto político. La filosofía del pacto es que ERC, antes de afrontar la decepción de tener que abandonar la Generalitat para dejar paso a Illa, pueda exhibir nuevos avances en autogobierno como botín. A partir de aquí, pasar a la oposición y empezar a reconstruirse como partido.

Las amenazas

Pero si se confirma que ERC y el PSC alcanzan un acuerdo, la investidura de Illa no estará, ni de lejos, asegurada. Aún quedarán dos asuntos determinantes que se la pueden llevar por delante. El primero, la propia militancia de ERC. Los republicanos han decidido que sean sus afiliados quienes tengan la última palabra sobre el pacto y, con la crisis interna que atraviesa el partido, no está nada claro que acepten fácilmente entregar la presidencia al PSC. Para convencer a las bases, será clave que la secretaria general Marta Rovira y el expresidente Oriol Junqueras, ahora peleados, remen en la misma dirección.

Nadie en ERC, desde los dirigentes de la cúpula al último militante, le hace especial ilusión un pacto con los socialistas. Son muchos años de desavenencias, especialmente por el 'procés'. Pero si se ha convertido en una opción posible es porque los republicanos saben que volver a elecciones en su actual situación de debilidad es una operación de riesgo. Si el pasado 12 de mayo perdieron 13 diputados, quien sabe lo que podría pasar en unos nuevos comicios en otoño. Ahora mismo no tienen ni un candidato claro que presentar.

La segunda amenaza al pacto aún entraña más riesgo para republicanos y socialistas y, además, escapa por completo de su control: el anunciado regreso de Carles Puigdemont (Junts). El 'expresident' dejó claro el sábado en el acto del cuarto aniversario de Junts que volverá para un debate de investidura, dando por hecho que será el de Illa: "Solo un golpe de Estado lo impedirá", apuntó. Si cumple su promesa, las variables que se abren son imprevisibles, pero en la mente de todo el mundo hay sobre todo una: que un regreso y una hipotética detención de Puigdemont genere una oleada de indignación independentista que haga que ERC se eche atrás en su apoyo al candidato socialista. Para los republicanos, y específicamente para su militancia, sería mucho menos digerible el pacto.

La variable Puigdemont es a la que menos pueden hacerle frente ERC y el PSC, así que se centran ahora encarrilar su negociación. Unos y otros se aferran a los precedentes: no sería la primera vez que el expresident anuncia su regreso y no cumple palabra. Este lunes se reunirá la dirección de ERC y, salvo sorpresa, la decisión quedará vista para sentencia. Si hay luz verde, la investidura estará un poco más cerca, pero pendiente de la militancia de ERC y con un ojo puesto en Puigdemont.

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