Acto de partido en Francia

Puigdemont ratifica su retorno y asegura que "solo un golpe de Estado" lo evitará

El expresdient da por hecho que el primer debate de investidura será de Salvador Illa

El independentismo prepara un dispositivo que custodie el regreso de Puigdemont al Parlament

Puigdemont se implica en la interlocución con Rovira en plena negociación de ERC y PSC

Gisela Boada

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Nada ha cambiado. El expresident, Carles Puigdemont, mantiene intacta su voluntad de regresar para un debate de investidura, cuyo candidato da por hecho que será Salvador Illa. "No habrá más campañas electorales en el exilio, serán allí [Catalunya], pete quien pete y pese a quien le pese", ha espetado frente a más de 2000 personas en el acto de conmemoración del cuarto aniversario de la fundación de Junts, celebrado en Els Banys i Palaldà, un pueblo francés cerca de La Jonquera.

"Sería legítimo desde el punto de vista personal quedarme en casa", ha reconocido el líder de Junts, acusado por un delito de malversación por el 1-O, "pero es una decisión de política", ha añadido, al tiempo que ha trasladado que entiende "la preocupación" de quienes temen que pueda ser detenido. Sin aclarar de qué modo llevará a cabo este retorno -el Tribunal Supremo rechazó amnistiarle-, Puigdemont sí da por hecho que no lo hará discretamente y que "nadie lo va a detener", con el convencimiento de que si no es la medida de gracia quien le ampare, deben hacerlo otros "mecanismos democráticos". De lo contrario, ha asegurado, "solo un golpe de Estado" podría impedir que regrese.

"Espero que las fuerzas generales del Estado eviten una detención ilegal y arbitraria", ha exclamado entre aplausos y con la certeza de que los próximos días serán "complicados". Estas declaraciones se deben leer como una aceptación por parte del expresident de que el pleno de investidura será de Illa, a las puertas de que PSC y ERC presenten un preacuerdo y a la espera de que se someta a las bases de Esquerra para su validación.

Sin apelaciones a ERC

En este contexto, la entrada en escena de Puigdemont tras días de silencio amenazaba con desestabilizar el tablero de negociación actual entre los socialistas y republicanos, quienes ha copado todo el protagonismo esta semana con visitas del presidente del Gobierno y cerrando acuerdos pendientes que estaban en el tintero desde hacía años. Sin embargo, no ha habido apelaciones a ERC en todo el discurso del expresident, aunque sí que ha habido guiños a sus acercamientos con Illa, político que ha tildado de ser "la versión más españolista del PSC", y a quien ha considerado "a las antípodas" del expresident Pasqual Maragall.

Es un mensaje directo pero sutil a los de Rovira. El expresident ha decidido intencionadamente no entrar en reproches y dar aire a ERC en contra de lo que cabía esperar. Se trata de una estrategia interna de Junts, ya que el partido sigue manteniendo conversaciones con Esquerra, pese a que el pacto con los socialistas se da por hecho en la cúpula de la formación y la esperanza recae ahora en la exigencia que puedan mostrar los militantes de ERC.

Sembrar la calma entre los suyos -"dejemos de lamentarnos y digamos que somos fuertes" alzaba al grito desde el atril- y preparar el terreno de su regreso con una detención prácticamente asegurada, han sido las dos principales claves de un discurso en el que no ha dejado de hacer gala de la aprobación de la ley de amnistía -pese a que no la tenía aplicada- como uno de sus principales logros en el Congreso, donde los siete votos posconvergentes son decisivos para la estabilidad del Gobierno.

Pese a ello, el expresident ha advertido que aunque la medida supone un paso para cerrar "un ciclo de represión", este no quedará acabado hasta que no puedan "volver el resto de exiliados" y le ha pedido al presidente, Pedro Sánchez, que "no mire hacía otro lado", en referencia a la decisión del Supremo de no aplicarle la medida. En este punto, ha recordado al también diputado del Parlament Lluis Puig y el eurodiputado Toni Comín, quienes también residen fuera del país al tener causas abiertas por el 1-O y una orden de detención nacional vigente, sin amnistía.

Un retorno inminente

Este sábado ha vuelto a reivindicar que volverá, aunque la arquitectura de la operación sigue sin desvelarse. Lo ha hecho todavía desde el extranjero y a escasos 30 km de su feudo en campaña electoral, la pequeña población de Argelers. Puigdemont movilizó ahí a miles de personas durante una campaña electoral atípica que pretendía romper con las pantallas que habían protagonizado los últimos actos electorales de pasadas contiendas.

El partido prometió cerrar la campaña en Barcelona con Puigdemont a través de una "última pantalla" antes del regreso. Esperaban entonces que la ley de amnistía permitiera al líder cruzar la frontera tras los comicios y dar por cerrado así el ciclo forastero. Pero el último acto de campaña acabó siendo en Elna (Francia), para mantener "el calor de la presencialidad" -señalaron desde el partido- y poco tiempo después se conoció que el Tribunal Supremo desestimaba aplicarle la medida de gracia.

Pocos eran los que pensaban entonces que el cuarto aniversario de Junts iba a volver a celebrarse fuera del territorio nacional y sin el cobijo de la amnistía para el líder de Junts. No hay margen para más giros de guion. Puigdemont ha vuelto a prometer este sábado regresar para un debate de investidura, sea quien sea el candidato, sean cuales sean las consecuencias. Al expresident solo le queda una carta por jugar y ya no cuenta con ningún as debajo la manga.