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Albert Sáez

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Director de EL PERIÓDICO

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Sánchez y Feijóo, lo que tiene dos caras es la inmigración

Pedro Sánchez amb el president del Senegal, Bassirou Diomaye Faye, ahir a Dakar. | FERNANDO CALVO / LA MONCLOA

Pedro Sánchez amb el president del Senegal, Bassirou Diomaye Faye, ahir a Dakar. | FERNANDO CALVO / LA MONCLOA

Palmeros de uno y otro lado de la trinchera mediática española han aplaudido a rabiar durante esta semana una cosa y la contraria. Los monclovitas sacaron pecho en las portadas del gesto, aparentemente heroico, de Pedro Sánchez defendiendo en el Sahel la necesidad que tienen España y Europa de acoger inmigrantes para asegurar su bienestar. Del lado genovés, o mejor aún de la Puerta del Sol, alabaron un tuit de Feijóo criticando el “efecto llamada” del viaje del socialista y abogando por una inmigración ordenada. Un día después, Sánchez clamó por la expulsión de los ilegales mientras el PP de Feijóo le seguía llamando irresponsable y se acusaban mútuamente de tener dos caras con la inmigración. Ningún guionista hubiera inventado mejor trama para explicar que lo que tiene una doble cara es la inmigración porque los mismos que en las sobremesas subidas de alcohol exigen la expulsión de los 'moros' al estilo Vox son los que los que les dan trabajo, legal o ilegalmente. De la misma manera que los progres que piden papeles para todos son los que se quejan de ir a trabajar a un barrio en el que presumen que hay mucha inmigración. 

El ‘corredor del fuet’

Un equipo de reporteros de EL PERIODICO, Elisenda Colell y Zowi Voeten, lleva ya tres entregas de una serie que han titulado 'El corredor del fuet' en el que explican el crecimiento en paralelo entre Ripoll y Alcarràs de la industria cárnica, la inmigración y el apoyo electoral a la ultraderecha local de Aliança Catalana. Es decir, el vínculo entre crecimiento económico, llegada de trabajadores de otros países y retos en la convivencia entre diferentes. El historiador británico Timothy Garton Ash en su magnífico libro 'Europ'¡a' recoge una cita de Max Frisch que sintetiza el fenómeno: “se pidió mano de obra y lo que llegó fueron personas”. Europa es inviable hoy sin la llegada de contingentes del exterior que compensen su curva demográfica en caída libre. Pero ni los que necesitan esa mano de obra ni los que se concentran en la defensa de los derechos de las personas que llegan se preocupan del reto que comporta para la convivencia.

El consenso europeo

La historia de Europa en el primer cuarto del siglo XXI se puede sintetizar en dos frases. Una es de Mario Draghi cuando consiguió ahuyentar del euro a los buitres financieros al asegurar en julio del 2012 que el BCE haría “whatever it takes” (todo lo que sea necesario) para salvar la moneda única antes de concluir “y será suficiente”. La otra es de Angela Merkel en el año 2015 cuando Alemania recibió un aluvión de un millón de solicitudes de asilo de refugiados procedentes de la guerra de Siria y sentenció: “lo lograremos”. Está siendo más complicado cumplir el propósito de Merkel que lo fue completar el de Draghi. Los recientes atentados en Alemania han llevado al actual canciller a abrir la carpeta prohibida de la expulsión de refugiados. Gestionar la convivencia entre diferentes sigue siendo mucho más complicado que gestionar los tipos de interés. Pero, justo antes de finalizar la anterior legislatura, el pacto sobre la inmigración en el seno de la UE sentó las bases para afrontar el reto: favorecer la inmigración legal que se necesita y endurecer la persecución de las llegadas ilegales reforzando los controles y las expulsiones. La receta europea se podría sintetizar así. “cerrar las fronteras y abrir los consulados”. 

El PSOE y el PP, el PP y el PSOE forman parte de ese consenso europeo aunque se esfuercen día sí y día también en hacer ver que no. Un consenso incompatible con los populismos, sean de extrema derecha o de extrema izquierda. Europa no puede prescindir de la inmigración e integrarla no se produce de manera mágica como se demostró en los atentados de Barcelona y Cambrils. Ni Sánchez es un chavista venezolano ni Feijóo es la marca blanca de Vox. Esas ocurrencias permiten ganarse la vida a los asesores políticos, pero no solucionan ninguno de los problemas que tienen los ciudadanos, sean los que se amedrentan cuando se sienten minoría en su barrio o sea los que necesitan trabajadores para sus empresas. En el primer Foro Económico y Social del Mediterráneo, Robert Kaplan alentó a Europa a reconocerse en la inmigración como ha hecho Estados Unidos. El lastre es que, como escribe Garton Ash “el islam ha sido, durante siglos, el Otro que ha ayudado a definir Europa”.