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Albert Sáez

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Director de EL PERIÓDICO

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Consellera Niubó: ¿y si los problemas de la educación fueran otros?

Esther Niubó, tras recibir el traspaso de la cartera de Educación de manos de la hasta ahora consellera Anna Simó.

Esther Niubó, tras recibir el traspaso de la cartera de Educación de manos de la hasta ahora consellera Anna Simó. / ACN

Uno de lo asuntos donde más se debería notar, y más deprisa, la llegada de Salvador Illa a la presidencia de la Generalitat es en el de la educación. Y no porque haya soluciones mágicas que se puedan implementar en semanas o en meses sino porque es necesario, urgente e ineludible cambiar el marco y la agenda del debate educativo en Catalunya colonizado por las demandas sindicales y los recursos judiciales de los padres, pocos, descontentos con la inmersión. Solo unos pocos días al año, se habla de los malísimos resultados de los alumnos catalanes y de las elevadas cifras de fracaso escolar. Pero lo hacen solo para usarlos como arma arrojadiza de los sindicatos y de los disconformes. 

La agenda sindical

Los sindicatos son una pieza fundamental de las democracias liberales y de las economías de mercado para defender los derechos de los trabajadores y aterrizar en sectores y empresas concretas el contrato social vigente. Los sindicatos de clase suelen tener más perspectiva que los sindicatos sectoriales. En la escuela pública catalana la hegemonía la tiene un sindicato sectorial, USTEC (Unió Sindical de Treballadors i Treballadores de Catalunya) que en las últimas décadas ha tenido algunos afiliados en los mandos de la conselleria. Su agenda se centra en el debate sobre los recursos públicos que se dedican a la educación, especialmente para pagar los salarios, sobre las condiciones laborales de los enseñantes y sobre el número total de profesores. Todo muy legítimo, pero que no puede monopolizar otros temas tan o más importantes para mejorar la educación en Catalunya como son los currículums, los niveles de exigencia, la organización de la vida escolar o la atención a la diversidad. No todo se soluciona con más recursos aunque ninguna solución sea posible sin recursos.

Superar el conflicto lingüístico

El régimen lingüístico de la escuela catalana ni es equiparable al de una dictadura como quieren hacer creer algunos medios ni está exento de situaciones que deben abordarse dentro del marco legal pero acompasado con el sentido común. El objetivo debería ser que en la escuela en Catalunya no se segregue a los alumnos por lenguas y que se atienda a los padres y madres que, más por razones operativas que ideológicas, no ven claro el sistema de inmersión con el que se ha tratado de soslayar la segregación. Aunque los afectados tengan todo el derecho del mundo a reclamar ante la justicia, lo deseable sería que el régimen lingüístico de la escuelas no lo decidiesen los tribunales. Quizás un camino sería el que peso de este asunto no se llevara desde Educació sino desde la flamante conselleria de Política Lingüística.

Los retos de la consellera Niubó

La nueva consellera de Educació, Esther Niubó conoce bien los dosieres y los actores del sector porque ha sido la portavoz del grupo socialista en las dos últimas legislaturas. De manera que nada esto le es ajeno. Frente a la tentación de adanismo o del inmediatismo la clave se su éxito es reorientar la agenda educativa en Catalunya y poner los resultados en el frontispicio de las políticas. Resultados en términos de bienestar mental de los alumnos, de rendimiento en competencias y conocimiento, de recuperación de la autoridad e los docentes, de mejorar la convivencia en la diversidad en zonas especialmente vulnerables, de reducción del fracaso escolar, de integración racional de la tecnología, de respuesta a la mejora del prestigio de la formación profesional y de adecuación de los costes a las posibilidades financieras de Catalunya. El debate sobre qué asuntos hay que tratar en la educación en Catalunya debe contar con aportaciones de los padres, de los maestros, de los partidos, de los agentes sociales y de los expertos. Y con los sindicatos debe negociarse el cómo implementar las soluciones que alcancen el consenso necesario. Seguro que la consellera tiene las ideas claras al respecto pero si desea ordenarlas le recomiendo la lectura del último libro del filósofo Josep Maria Esquirol, 'La escuela del alma: de la forma de educar a la manera de vivir', donde resume el núcleo del reto: “una escuela de verdad es un lugar en el que se entrena la atención a las cosas del mundo y a los otros”. 

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