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Gemma Martínez

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Directora adjunta de EL PERIÓDICO DE CATALUNYA

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Barcelona se reconcilia con el mar

Dique de Recer, balcón abierto al público con vistas directas a la Copa América.

Dique de Recer, balcón abierto al público con vistas directas a la Copa América. / Zowy Voeten

Barcelona vuelve a reconciliarse con el mar gracias a la Copa América, por mucho que les pese a los cenizos anti todo anclados en el pasado que recelan de cualquier progreso que no diseñen ellos. A los que odian los grandes eventos internacionales porque dejan el litoral de la ciudad en manos de los foráneos y no de unos barceloneses como ellos que se quejan mucho pero que casi nunca van a la playa. A los falsos profetas que aseguran que la competición generará masificación turística cuando es de sobra conocido que su principal impacto será el mediático y reputacional, por las audiencias de televisión internacionales. A los que cuestionan que se dé apoyo público a una prueba tan elitista, como si los visitantes de alto poder adquisitivo no realizaran un elevado consumo en la ciudad y se desplazaran en pequeños grupos, nunca en masa. A los que se quejan de que los barrios marítimos quedan excluidos de las inversiones que necesitan los vecinos, cuando el Ayuntamiento ha acelerado proyectos que estaban enquistados en la zona por 31 millones de euros. A los que culpan a la prueba de la espiral alcista de los precios de la vivienda y del desvío de los inmuebles al alquiler de temporada, como si eso no pasara en toda la ciudad. A los que cuestionan su impacto en el medio ambiente y no quieren escuchar que los barcos tienen que cumplir requisitos de sostenibilidad y que prueban aquí el hidrógeno que regirá en un mañana de emisiones cero.

Digan lo que digan, la Copa América ha sido un acicate que ha acelerado la reforma del Port Vell y del Port Olímpic -por donde transcurre la prueba-, insuflando a los dos recintos una vida y un alma ciudadana que no tenían antes. Sin la competición a la vista, los proyectos se habrían eternizado, porque habría sido imposible aunar voluntades públicas y privadas, esquivar las confrontaciones partidistas y pensar en la ciudadanía. Solo por este litoral recuperado ya ha valido la pena y ahora es momento de disfrutarla

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