Opinión |
Financiación singular
Joan Cañete Bayle
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El concierto catalán y la cena del sobaquillo

Muchos catalanes de vacaciones tendrán que discutir con sus parientes los entresijos del pacto entre el PSC y ERC

El líder del PSC, Salvador Illa, en un pleno en el Parlament

El líder del PSC, Salvador Illa, en un pleno en el Parlament / Flickr PSC

El calendario electoral ha deparado un difícil trago para muchos catalanes: dedicar parte de las vacaciones a explicar por los pueblos de España en qué consiste este concierto financiero a la catalana que han pactado el PSOE y ERC, qué significa que la Agencia Tributaria de Catalunya gestionará, recaudará, liquidará e inspeccionará todos los impuestos. Es verdad que los catalanes tienen mucho callo, llevan años explicando el Estatut, el ‘català emprenyat’, el ‘procés’, el 1-O, los palos de los piolines, la marcha de Carles Puigdemont, por qué la cárcel no es forma de hacer política, los indultos y la amnistía, por centrarnos en la última década y no remontarnos a clásicos en las conversaciones de las cenas del sobaquillo del 15 de agosto: por qué se habla catalán en Catalunya, en qué consiste la inmersión lingüística y por qué los culés prefieren jugar bonito a acaparar Champions.

Pero el reto de este verano es especialmente arduo. Primos, tíos, suegros y amigos de gloriosas noches de orquesta y disco móvil dignas del hijo de Mari Carmen esperan con ansia a los parientes catalanes para que les expliquen la diferencia entra la financiación singular y el concierto vasco y cómo afecta el principio de ordinalidad a la solidaridad entre autonomías una vez Catalunya abandone el régimen común. Lo que iba a ser el verano de la amnistía se ha convertido en el estío de la financiación, y a falta de saber qué sucederá con Puigdemont, hablar de dinero es mucho más complicado que del encaje de un perdón político en el ordenamiento constitucional.

No será fácil para los veraneantes explicar un acuerdo que en Catalunya apoyan un partido no independentista y uno que sí lo es para sacar adelante no una legislatura, sino una investidura. Muchos independentistas (Junts et al) abominan de él, igual que los partidos a la derecha del PSC. Lo complica aún más que en el PSOE parece no gustarle a nadie que no esté en el Gobierno, y que la izquierda de la izquierda resulta que no es lo que se dice federal, sino que se apega a su terruño, de Valencia a Aragón pasando por Galicia. Es como cuando todo el mundo criticó el Estatut catalán y al mismo tiempo todos querían un Estatut como el catalán…

Qué pereza, otro verano más lidiando con una crisis de encaje de Catalunya en España… 

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