Opinión | Décima avenida

Joan Cañete Bayle

Irán, Israel, el león y el cordero

Para evitar un enfrentamiento a nivel regional en Oriente Próximo es necesario forzar un alto el fuego en Gaza

Teherán despide en un funeral multitudinario al líder de Hamás, Ismail Haniya, asesinado por Israel.

Teherán despide en un funeral multitudinario al líder de Hamás, Ismail Haniya, asesinado por Israel. / - / AFP

 ‘Santificando la muerte: por qué los israelís celebran los asesinatos’, se pregunta en un artículo en el diario ‘Haaretz’ el periodista israelí David Issacharoff a raíz de las muertes de Fuad Shukr, jefe militar de Hezbolá, y de Ismail Haniya, el líder político de Hamás. Desde ministros hasta ciudadanos de a pie, los asesinatos de los líderes políticos y militares de los enemigos de Israel son motivo de celebración en el Estado hebreo desde su fundación. La disuasión, la capacidad para golpear a cualquiera, en cualquier lugar y en cualquier momento sin titubeos ni remordimientos, es para Israel un elemento clave de su supervivencia.

Lo que para Israel significa la disuasión, para los árabes e Irán lo es la capacidad de golpear al Estado hebreo y de resistir las consecuencias. Los enemigos de Israel necesitan evidenciar que nunca cesarán en su hostigamiento a pesar del alto precio que a menudo pagan por ello. Como me dijo una vez un dirigente israelí, “en Oriente Próximo el león y el cordero pueden convivir siempre que de vez en cuando se cambie el cordero”. Esta lógica malsana está en la raíz de los brutales atentados del 7-O, la matanza posterior en Gaza y la escalada de ataques entre Tel-Aviv, Teherán y Hezbolá. Paso a paso, respuesta a respuesta, Oriente Medio se encuentra ante el abismo de una guerra regional de consecuencias imprevisibles. Salvo una, porque un hecho sí es previsible: de suceder, sería una sangría para los civiles, eternos corderos.

La disuasión para Israel es vital, como lo es para sus enemigos evidenciar que nunca cesarán en su hostigamiento al Estado hebreo a pesar del alto precio que a menudo pagan por ello

Haniya ha sido asesinado en Teherán como invitado en la toma de posesión del nuevo presidente, Masoud Pezeshkian. Dentro de la lógica del león y el cordero, es difícil imaginar un acto de agresión más flagrante por el que Irán se sienta forzado a responder. De paso, corta por lo sano cualquier posibilidad de tregua en Gaza, dado que Haniya lideraba las negociaciones palestinas. Con este asesinato, la guerra se perpetúa en la franja y está a punto de estallar en la región. En su artículo, Issacharoff explica que este es justo el desenlace que desea Itamar Ben-Gvir, el ministro de Seguridad Nacional socio de coalición de Binyamín Netanyahu.

Hay varios ejemplos de pensamiento mágico en la crisis que estalló el 7 de octubre que dificultan entender lo que sucede. Uno de ellos es el lamento por el doble rasero y la impunidad de los que goza Israel. Otro es que Netanyahu está llevando a su país al desastre por pura supervivencia política. Si a Israel no se le permitiera todo, si Netanyahu no fuera el primer ministro, la paz sería posible.

No es tan sencillo. En términos geoestratégicos, Israel es Occidente, "uno de los nuestros". Puede gustar más o menos, pero cualquier análisis que no acepte esta realidad está irremediablemente sesgado. Tel-Aviv cumple una larga lista de funciones en la zona, entre las que ser el gran gendarme y única potencia nuclear no es la menor. En caso de guerra abierta con Irán, Occidente será parte implicada, incluso a su pesar. Sin titubeos, incluidos aquellos que reconocen la existencia del Estado palestino.

Netanyahu, por su parte, lucha por su supervivencia política, es cierto. Pero su coalición de extrema derecha también ha visto en la crisis abierta una posibilidad de profundizar su agenda interna en los territorios ocupados (recuperar Gaza, acentuar la ocupación en Cisjordania) y en la región (con Irán como objetivo). Personalizar en Netanyahu, que no es el político más extremista, el león más desalmado, de su Gobierno, impide ver la compleja (e incómoda) realidad del Israel de hoy.

Como suele suceder en Oriente Próximo, el problema y la solución radica en los palestinos. En este caso, en Gaza. La forma de evitar un enfrentamiento a nivel regional es forzar un alto el fuego en la franja que obligue a cada jugador a resituarse en el nuevo tablero. Mientras la partida está en marcha, cada uno intentará no evidenciar debilidad y al mismo tiempo mejorar su posición.

El asesinato de Haniya lo hace aún más difícil. Que en la Casa Blanca habite un Pato Cojo sin capital político lo agrava. Pero si Occidente no quiere verse arrastrado por su aliado preferencial a un conflicto abierto (algo que no le conviene), debe crear las condiciones para ese alto el fuego. Porque la guerra solo se detendrá cuando el precio a pagar para los leones sea más alto que proseguir con la muerte y la destrucción.