Opinión | Elecciones en Estados Unidos

Carol Álvarez

Carol Álvarez

Subdirectora de El Periódico

Hablemos de Kamala Harris y las amantes de los gatos

El menosprecio de JD Vance a Kamala Harris por no tener hijos provoca una ola de solidaridad

La campaña machista más sucia contra Kamala Harris

Los derechos de las mujeres a tomar las riendas de sus vidas van camino de ser el eje de la campaña de EEUU

La vicepresidenta de EEUU y candidata a la presidencia Kamala Harris embarca en el Air Force Two

La vicepresidenta de EEUU y candidata a la presidencia Kamala Harris embarca en el Air Force Two / BRENDAN SMIALOWSKI

Cuando hace tres años J.D. Vance, flamante candidato republicano a la vicepresidencia de Estados Unidos, quiso descalificar el potencial de los demócratas para mejorar la vida de la gente desde el gobierno apoyándose en que algunos de sus líderes no tienen hijos lo hizo con una carga de profundidad dirigida a Kamala Harris. Corría el año 2021, el asalto al Capitolio había demostrado la intensa ola de rabia y radicalismo que recorría el país y el acceso de Harris a la vicepresidencia de Biden era de desagrado de una parte importante de la divididísima sociedad norteamericana. Que fuera la primera mujer, primera negra y primera asiático-estadounidense en alcanzar este cargo tuvo mucho que ver en el rechazo. Acusar a Harris de ser “una de esas mujeres con gato y sin hijos que se sienten miserables con sus vidas y las decisiones que han tomado” fue entonces una anécota en el baño de odio que la recibió, pero es ahora, cuando ambos políticos están en lo más alto de su popularidad a escasos meses de las elecciones en que se juegan la Casa Blanca, y en unos tiempos en que internet, el recuerdo digital y el impacto de las redes es una herramienta tan influyente, cuando los ecos de aquellas declaraciones han irrumpido en la campaña con fuerza arrolladora.

En la anécdota quedarán los mecanismos que han llevado a un ejército de fans de los gatos, mujeres sin hijos y solteras a poner en marcha una maquinaria que va desde el 'merchandising' de camisetas y tazas reivindicando esa pretendida humillación para los demócratas, Cat ladies for Kamala, hasta el tsunami de memes inundando las redes con mensajes de orgullo o de ofensa, de reivindicación de una forma de vida que desprecian los que pretenden una sociedad donde la única familia válida es la heterosexual con dos o tres niños y seguramente perro, no gato, lo que se definiría como una familia tradicional. 

De las brujas a las 'cat lady'

El ataque a las 'cat lady' en la sociedad no es nuevo, ya se asociaban los gatos a las brujas en la Edad Media, como una forma de señalarlas de forma supersticiosa aunque fuera para castigar más bien a las mujeres independientes, o aquellas que ostentaban un poder, fuera por sus conocimientos en medicina natural, curanderas, o fuera porque tenían suficiente dinero para no necesitar el apoyo de un hombre o de los poderes fácticos de su comunidad. Y más recientemente, en una revisión moderna de ese 'ticket' a lo presidencial, hasta Taylor Swift ha sido despreciada como mujer soltera sin hijos y con gato pero con éxito por dar un mal ejemplo a las generaciones jóvenes con su estilo de vida, lo que levantó en armas digitales a una legión de 'swifties' para proteger su legado, que no es otro que su libertad de vivir como quiere.

Vance ya ha salido al paso de esta ola de reacción en las últimas horas con matices del tipo “aquello era sarcasmo”, pero eso no corrige el hecho, no solo porque un sarcasmo así nace de una herencia cultural que se remonta a los tiempos de las brujas y que desprecia a mujeres que deciden sobre sus cuerpos y sus vidas, sino porque además el republicano retuerce el argumento para apuntalarlo: la obligación de las mujeres norteamericanas es tener hijos, para engendrar mano de obra y acabar con la necesidad de inmigrantes. Es culpa de las mujeres que no procrean, que abortan, o que renuncian a la maternidad, que el discurso integrador y por una sociedad cohesionada ante la inmigración perviva, para Vance, y eso va más allá de una frasecita pretendidamente humillante sobre las ‘mujeres con gato y sin hijos’.

Inmigrantes y puestos de trabajo

La afirmación de que los inmigrantes nos quitan los puestos de trabajo es uno de los grandes ‘hits’ de la ola ultraconservadora en todo el mundo: Si Estados Unidos no necesitara mano de obra, no vendrían los inmigrantes que ponen en peligro nuestra cultura, señalan como un mantra. Vance es heredero orgulloso de una dinastía que en sus orígenes fueron inmigrantes escoceses, y con el tiempo integraron el cinturón de acero, ahora llamado de óxido, de los Apalaches. Sabe muy bien de lo que habla porque ha vivido el alto nivel de paro y miseria de su Ohio natal, y encaja perfectamente los problemas de la clase obrera sin trabajo, es por eso que extiende también la culpa a la globalización comercial y la políticas que han permitido la importación de productos que se confeccionaban antes en el país, sobre todo de la legendaria industria automovilística.

Si el fenómeno que recorre las redes de defensa de la ‘cat lady’ va más allá de los memes puede lograr poner sobre la mesa, de una forma diáfana, el dilema que afronta un país dividido y en que la libertad de las mujeres está más cuestionada que nunca en su historia reciente; toda una ventana de oportunidad para afrontar de forma seria el reto de la natalidad y de la inmigración sin que los derechos de la mujer se utilicen como una ficha más en una partida de juego. En Estados Unidos, y en el mundo.

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