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Joan Tapia

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Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.

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Sánchez: ¿le falta oxígeno?

El Gobierno ha sufrido dos severas derrotas en el Congreso con el rechazo de la senda presupuestaria y la reforma de la ley de Extranjería

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparece durante una sesión extraordinaria en el Congreso de los Diputados, a 17 de julio de 2024, en Madrid (España).

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparece durante una sesión extraordinaria en el Congreso de los Diputados, a 17 de julio de 2024, en Madrid (España). / Eduardo Parra - Europa Press

Hace un año de las elecciones generales y desde la investidura de Sánchez -tras la fallida de Feijóo- se palpó que aquella mayoría (con la amnistía como precio a pagar a Puigdemont) era inestable. Solo la unía -no es poco- el rechazo de partidos muy distintos, desde el PNV a Sumar, a un gobierno PP-Vox como el que se había formado en algunas autonomías. 

Este martes el Gobierno logró aprobar en el Congreso el nuevo Consejo del Poder Judicial (pactado tras más de cinco años estériles por el PP y el PSOE), la ley de paridad y el decreto de prórroga parcial de las medidas anticrisis, tras un regateo del último minuto con Podemos. Pero Sánchez sufrió dos sonadas derrotas con la reforma de la ley de extranjería y con la senda de déficit -imprescindible para aprobar luego los presupuestos de 2025- por la conjunción del voto en contra del PP, el principal partido de la oposición, la extrema derecha de Vox y Junts, que es un socio de la investidura. Solo 171 votos a favor contra 177 y 178 en contra. La mayoría de la investidura se está esfumando y al Gobierno empieza a faltarle oxígeno. Y puede ahogarse si en setiembre no logra aprobar la senda de déficit y los presupuestos del 2025. 

Vamos por partes. Junts votó contra la reforma de la ley de extranjería porque quiere que todas las competencias sean de Catalunya. Vale, pero eso ya indica que la mayoría -a veces- es inexistente. Más trascendente es el voto en contra de la senda de déficit. Al no votarla, Puigdemont le echa un pulso a Sánchez. Yo te di mis siete diputados para que -sin haber ganado las elecciones españolas- fueras presidente. Y ahora necesito la abstención de los diputados del PSC para que, también sin haber ganado las elecciones catalanas, presida la Generalitat. Puedes no hacerlo e intentar que Illa sea elegido… En tal caso, el voto contra la senda de déficit es un aviso.

Quizás Illa no sea president (depende de ERC), pero Sánchez no puede ceder. Sería su ruina política y la del PSC. ¿Entonces? Si Puigdemont mantiene su órdago, no habrá presupuestos de 2025 y -salvo milagro- Sánchez tendrá que acabar convocando elecciones. 

Puede que al final Puigdemont cambie de opinión y haya presupuestos. Pero las dos votaciones del martes confirman que la mayoría de la investidura es evanescente. Malo para Sánchez, pero es cierto que en otros países europeos -como Francia- también hay problemas de estabilidad.  

Pero la mayoría de la investidura (muy a la izquierda respecto al pacto europeo del PSOE con populares, liberales y verdes) tiene más problemas. Por ejemplo, la ley del suelo -conveniente para agilizar la construcción de viviendas- no puede ser llevada a Congreso porque no gusta a los socios a la izquierda del PSOE. El apoyo del PP sería la solución. Pero “el muro” lo hace casi imposible. Sánchez erigió en su investidura “el muro contra la derecha y la extrema derecha” y sus socios le acusarían de traición -ya lo han hecho con el poder judicial- si pacta más asuntos relevantes con el PP. 

La conjunción de los 178 votos del PP, Vox y Puigdemont, un socio de la investidura, es una seria amenaza para el presupuesto de 2025 y la estabilidad del Gobierno

Y Feijóo tampoco quiere aprobarla -aunque esté de acuerdo- porque cree que Sánchez le ha querido expulsar de la centralidad. Justo lo contrario de la realidad europea. Y pide -sin explicitarlo- un acuerdo “de campanillas” que entierre el discurso de “el muro”. 

Lo mismo ha pasado con la ley de extranjería. La responsabilidad del PP es mayor porque hay 6.000 menores no acompañados en Canarias. Pero Feijóo cree que el pacto de Sánchez con el gobierno canario (del que el PP es socio) no vale y que debe acordarse entre los dos grandes partidos. Además, no quiere otro choque frontal con Vox por la inmigración porque Abascal apuesta a que -como en Francia o Italia- la reacción contra la inmigración sea su trampolín. Y el Gobierno tampoco ha sido diligente. Desde el 2020 -cuando se forma el gobierno con Podemos- ha habido nada menos que cuatro diferentes secretarios de Estado en un asunto tan relevante. 

Aparte del caso de Begoña Gómez -que como mínimo es pena de banquillo y que no le prestigia- parece que a Sánchez le empieza a faltar el oxígeno. La investidura de Illa sería un gran triunfo porque indicaría que la política de desinflamación y diálogo ha dado frutos. Pero los siete diputados de Puigdemont en Madrid seguirían siendo necesarios.

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