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Joan Tapia

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Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.

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¿Ursula frente a Donald Trump?

La reelegida presidenta de la comisión de Bruselas deberá dirigir Europa ante una América y una China más nacionalistas y proteccionistas

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tras ser reelegida para el cargo.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tras ser reelegida para el cargo. / FREDERICK FLORIN / AFP

Ursula von der Leyen, la reelegida presidenta de la Comisión Europea, deberá plantar cara al aislacionismo de Donald Trump, consagrado candidato republicano tras un grave atentado del que "solo salió con vida por la intervención divina"? Es una pregunta que puede ser la cruda realidad a final de año si los demócratas no reaccionan con rapidez y relevan a Biden por un potente candidato que tampoco se divisa en el horizonte.

Veremos qué pasa en América (faltan meses hasta noviembre), pero hay que prepararse para una segunda presidencia Trump que no augura nada bueno. Ni para la cooperación internacional -imprescindible para la lucha contra el cambio climático-, ni para la alianza entre América y los estados europeos que ha marcado el mundo desde el fin de la segunda guerra mundial. 

Esto es lo que ha intentado el Parlamento Europeo al reelegir a Von der Leyen, una política forjada junto a Angela Merkel. Afrontar los graves retos del futuro exige a Europa un máximo de unidad para poder seguir avanzando. Y Ursula ha sido elegida con 401 votos, que superan de largo la mayoría absoluta de los 720 diputados del parlamento. Y fue propuesta por casi todos los países del Consejo Europeo (salvo Hungría y la abstención de la Italia de Meloni) y por los tres grupos políticos que desde el principio impulsan la unión europea: los populares, antes democristianos, los socialistas y los liberales. Y además ha compensado la pérdida de algunos votos conservadores con el apoyo de la gran mayoría de los verdes. No ha habido ningún giro (apoyo de Meloni) pese a que en el parlamento ya hay tres grupos de extrema derecha. 

El apoyo a Ursula forma un bloque sólido, pero muy diverso (dentro están el PP y el PSOE, en España enemigos mortales) que garantiza la unidad y la pluralidad sin las que no podrían darse firmes pasos adelante. En Europa seguirá mandando el centro (centro-derecha y centro-izquierda) sin concesiones a la extrema derecha. Y con poco peso de la extrema izquierda. La prueba es que la presidenta del parlamento, Roberta Metsola fue elegida con aún más votos, 561, porque para algunos grupos del PPE Ursula es demasiado abierta, frente a los solo 91 de nuestra Irene Montero, la candidata a la izquierda de los socialistas. 

El pacto entre Populares, Socialistas, Liberales y Verdes marca el inicio de la nueva legislatura europea. Con una amplia mayoría absoluta y excluyendo a la extrema derecha

Ursula prometió primar la prosperidad y la competitividad económica (frente a Estados Unidos y China), potenciar la industria de defensa (por Ucrania y las dudas sobre el paraguas americano), y un mayor control de la inmigración ilegal. Además de la ampliación. Y seguir con el pacto verde -signo de su primer mandato- pero con un enfoque pragmático. Ha tomado nota de las protestas de los agricultores y de los sectores que se sienten perjudicados. 

Todo lo otro… son flecos. Incluidos los fondos para vivienda (exigencia del PSOE, influyente en el socialismo europeo) que tendrán que hacerse un hueco en el muy presionado presupuesto europeo. 

El gran mensaje de Ursula -y el gran reto europeo- está en una larga frase de su discurso: “Europa no puede controlar a todos los dictadores y demagogos del mundo, pero debe proteger su propia democracia. Europa no puede determinar las elecciones en todo el mundo (alusión a las americanas), pero debe invertir en la seguridad y defensa de su continente. Europa no puede parar el cambio, pero sí optar por aceptarlo invirtiendo en una nueva era de prosperidad y mejorando la calidad de vida”.

Los próximos cinco años (hasta las nuevas elecciones europeas) serán claves para el mundo y para el modelo europeo de bienestar social. No serán fáciles, pero la entente de conservadores, liberales, socialistas y verdes -demostrada con la elección de Ursula- era una condición necesaria. Que sea suficiente es otra cosa y mucho dependerá de que la entente dé frutos y que los principios -siempre necesarios- no ahoguen el necesario pragmatismo en el choque con la imprevisible realidad.

Mientras, Francia sigue sin digerir el resultado de la segunda vuelta electoral del 7 de julio. Y en España seguimos con el humo de las inconcretas propuestas de regeneración democrática de Sánchez. Y de su rechazo por el PP, que exige que dimita por el caso Begoña Gómez. Pero Canarias también está ahí y veremos qué pasa esta semana con la necesaria reforma de la ley de extranjería.