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El mundo contiene la respiración

EEUU podría atizar la polarización global si gana el ‘ticket’ Trump-Vence, pero existen contrapesos para frenarlo

Trump reaparece después del intento de asesinato

Trump reaparece después del intento de asesinato / EUROPA PRESS

Por si faltaba algo para que la posible reelección de Donald J. Trump como presidente de Estados Unidos provocara el pánico en numerosas cancillerías, la decisión de incluir al senador por Ohio, J. D. Vance, en el 'ticket' electoral, como vicepresidente, lo ha conseguido. A diferencia de Trump, que suele caracterizarse por cierta impredecibilidad, Vance resume todo aquello que provoca desasosiego en Bruselas, irrita a China, alarma a Ucrania y suscita los aplausos de Vladímir Putin, Binyamín Netanyahu y Viktor Orbán. No es solo que el senador por Ohio sea contrario al aborto, no crea en el cambio climático o sea un paladín de la teoría del Gran Reemplazo. Su interpretación del lema trumpista Volver a hacer grande América se concreta en políticas que, de llevarse a cabo, podrían desestabilizar el orden internacional. Subir el listón de la guerra comercial con China hasta cotas impredecibles, desentenderse de la solidaridad transatlántica, dejar solos a ucranianos, «terminar el trabajo» en Gaza, y apoyar a la extrema derecha, desde Javier Milei hasta Orbán y Santiago Abascal. Su designación ha provocado un auténtico terremoto en Bruselas al coincidir con la decisión de conservadores, socialistas y liberales de aislar a los elementos más radicales de la extrema derecha.

Mientras la Europa de Ursula von der Leyen y António Costa se conjura para mantener amplios consensos, Estados Unidos puede transformarse en un ariete de la polarización en todo el mundo si el ticket Trump-Vance se impone a los demócratas. Algo que auguran todos los sondeos, máxime después del atentado fallido sufrido por Trump y el desconcierto que provoca la candidatura de Joe Biden.

El mundo contiene la respiración. Nadie duda de que la política exterior estará en manos de Trump si este gana las elecciones, como ya sucedió en su anterior mandato. Su posición, con relación a los principales escenarios internacionales es menos tajante que la de Vance. Entre otras cosas, porque Trump suele expresarse de forma contradictoria, como si fuera posible una cosa y su contraria. Como si quisiera dejar siempre la puerta abierta a acuerdos que chocan con su belicosidad. Sin embargo, todo indica que su vuelta a la Casa Blanca estará marcada, no solo en política interior, por la convicción de que le robaron la victoria y vuelve para terminar una tarea que quedó a medio hacer. 

Desde entonces, la polarización que él inauguró en Estados Unidos se ha extendido a medio mundo. Sin embargo, no podrá mirar solo hacia Moscú, Jerusalén o Buenos Aires. Deberá negociar con la Unión Europea, donde la oposición a políticas extremistas sigue siendo mayoritaria, como se ha visto en las francesas. El Reino Unido, su principal baza en Europa, ha virado hacia el laborismo. México, Brasil, Chile y Colombia tienen presidentes izquierdistas y lo que llamamos el sur global se ha afianzado económicamente. China, el principal competidor de Estados Unidos, no pasa por sus mejores momentos, pero ha mostrado una determinación militar que no aconseja provocaciones. Todo ello podría constituir un conjunto de contrapesos que no hicieran tan dramática su victoria si esta se confirma, en noviembre.