Educación

La alegría de la vuelta al cole 2024 en Catalunya: "¡¿Sabéis que el miércoles es fiesta?!"

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Helena López

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Dos niñas se cruzan en la calle. "¡Ahora seréis vecinas de cole!", dice la madre de una de ellas mientras las niñas se abrazan. Son amigas de parque, una de ellas alumna del IE Les Arts, y la otra de la escuela Francesc Macià, antes en plaza de Espanya y desde este curso en la calle de Leiva, tras el mercado de Hostafrancs, en el distrito de Sants-Montjuïc, en Barcelona. Son las 8.55 de la mañana del lunes de vuelta al cole y este tramo peatonal de la calle, con círculos verdes pintados en el suelo y bancos de madera en la calzada está lleno de niños correteando esperando a entrar en un colegio, que tienen ganas de estrenar. Los nervios esta mañana aquí son dobles. A los propios de la vuelta al cole, a los niños y niñas del Francesc Macià se le suman los de estrenar cole nuevo. Pese a que el edificio de nuevo tiene poco, lleva allí muchísimos más años, décadas, de los que tienen estas niñas, para ellas es el "cole nuevo". El centro ha sido trasladado este curso desde su histórica ubicación, en una de las plazas, rotondas, en realidad, con más tráfico de la ciudad a esta calle infinitamente más tranquila y segura. 

"¿¡Sabéis que el miércoles hay fiesta? ¡Esta semana solo vamos a jugar!?", celebra un corrillo de niñas de unos ocho y nueve años mientras no dejan de moverse, nerviosas, con sus mochilas nuevas a la espalda. Al lado, otro corrillo, el de sus madres. "Que, vosotros vivís aquí al lado, ¿verdad?", le dice una madre a otra. Para ellas es también un cambio, el traslado. 

La euforía del primer día

Cuando se abren las grandes puertas de madera de la vieja escuela de monjas reconvertida en escuela pública y salen a la calle los maestros a recoger a los críos, gritos de alegría como si su ídolo saliera al escenario principal de la fiesta mayor. Sonrisas de los padres. Fotos con sus móviles, artilugios que desde este curso están vetados una vez se cruza esa puerta. Sonrisas a tres bandas, profesores y niños contentos de reencontrarse, y padres y madres contentos de dejar a sus hijos otra vez en el colegio.

A los pocos minutos, la calma vuelve a la calle, que se vacía, mientras las de alrededor se llenan de madres que arrastran patinetes infantiles que regresan a casa (o se llevan al trabajo) sin dueño.

El edificio que el Francesc Macià han dejado vacío en la plaza de Espanya será a partir del jueves, cuando empiezan las clases de FP, la sede provisional del Institut de l'Esport de Barcelona hasta que les terminen el prometido edificio bajo las piscinas de Montjuïc. Algo que en principio debería agilizarse este curso tras el estreno, al fin, del edificio de la Escola Auditori. La empresa que construía los dos equipamientos, el de primaria en el Poblenou y el de FP en Sants-Montjuïc se declaró en quiebra dejando los dos edificios a medias. El Consorcio de Educación de Barcelona sorteó la situación asumiendo la obra, pero priorizó terminar la escuela de primaria (con un afa infinitamente más guerrera). Una vez lo ha hecho (un año tarde, ya que el curso pasado ya tenían que haber empezado en el edificio definitivo y finalmente no pudo ser, este lunes sí estrenan al fin edificio definitivo), desde el Institut de l'Esport de Barcelona confían en que ahora les tocará a ellos.