Psicología

Seis pautas para dejar de aplazar lo importante

Podemos trabajar y superar la procrastinación

Una mujer trabajando en casa

Una mujer trabajando en casa / 123RF

Ángel Rull

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El término procrastinación proviene del latín "procrastinare", que significa diferir hasta mañana. Sin embargo, en la práctica, muchas veces no se trata de simplemente postergar por un día, sino de una tendencia recurrente a posponer indefinidamente. Esta conducta puede estar relacionada con la dificultad de enfrentar ciertas emociones, como el miedo al fracaso o la sensación de estar abrumado. Además, la procrastinación puede convertirse en un círculo vicioso, donde el sentimiento de culpa por haber postergado una tarea aumenta la probabilidad de seguir procrastinando.

La procrastinación no discrimina por género, edad o situación socioeconómica. Desde estudiantes que dejan para el último momento sus deberes escolares, hasta profesionales que retrasan proyectos cruciales, todos y todas podemos caer en este hábito. Comprender qué es y cómo nos afecta es el primer paso para poder abordarlo de manera efectiva. Es importante reconocer que, aunque aplazar lo importante puede parecer una solución inmediata para evitar el estrés, a largo plazo puede llevar a una serie de problemas más complejos.

¿Por qué procrastinamos?

La inseguridad y el temor a no cumplir con las expectativas pueden paralizarnos, llevando a posponer indefinidamente tareas que consideramos difíciles o complejas. Este miedo puede estar basado en experiencias pasadas de fracaso o en una autopercepción negativa. Cuando nos enfrentamos a una tarea que creemos que no podemos realizar bien, nuestra mente busca evitar la situación para protegernos del dolor emocional que podría venir con el fracaso. Este miedo puede ser tan fuerte que preferimos no intentarlo en absoluto, lo que perpetúa el ciclo de la procrastinación.

Aquellos que buscan la perfección en cada tarea pueden sentirse abrumados por la presión de hacerlo todo impecablemente, optando por posponer el inicio o la finalización de sus responsabilidades. El perfeccionismo puede crear un estándar tan alto que cualquier pequeño error se percibe como un fracaso total. Esto puede llevar a la procrastinación como una forma de evitar la ansiedad que viene con la posibilidad de no cumplir con esos estándares inalcanzables. Además, el perfeccionismo puede hacer que las personas se centren demasiado en los detalles, retrasando la finalización de tareas que ya están adecuadamente completadas.

Sin un interés genuino en la tarea a realizar, es fácil caer en la trampa de la procrastinación, dejando lo importante para después. La motivación puede verse afectada por diversos factores, como la falta de conexión personal con la tarea, la percepción de que la tarea es irrelevante o aburrida, o simplemente la falta de energía. Sin una motivación clara, nuestras mentes buscan actividades más placenteras o menos demandantes como una forma de evitar el malestar asociado con la tarea en cuestión.

Además, no saber por dónde empezar o cómo planificar nuestro tiempo puede llevarnos a aplazar tareas importantes por no sentirnos preparados. La falta de habilidades organizativas puede hacer que las tareas parezcan más grandes y complejas de lo que realmente son. Sin una estructura clara, puede ser difícil priorizar y dividir las tareas en pasos manejables. Esto puede resultar en una sensación de estar abrumado, lo que a su vez puede llevar a la procrastinación como una forma de evitar enfrentar la tarea en su totalidad.

Pautas para dejar de aplazar lo importante

Aplazar lo importante, conocido comúnmente como procrastinación, es un fenómeno que afecta a muchas personas en diversas etapas de la vida. Se trata de postergar tareas o decisiones significativas, que usualmente tienen un impacto considerable en nuestro bienestar y éxito. Este hábito, aunque común, puede traer consigo una serie de consecuencias negativas que afectan tanto nuestra vida personal como profesional. Aplazar lo importante no solo se refiere a cuestiones laborales o académicas, sino también a aspectos personales como la salud, relaciones y crecimiento personal.

Estas seis pautas te ayudarán a dejar de aplazar lo importante:

1. Establece objetivos claros y alcanzables

Uno de los primeros pasos para combatir la procrastinación es definir objetivos específicos y realistas. Es fundamental que estos objetivos sean medibles y alcanzables, de manera que puedas evaluar tu progreso y mantenerte motivado o motivada. Descomponer tareas grandes en objetivos más pequeños y manejables también puede facilitar su realización. Por ejemplo, en lugar de plantearte escribir un informe completo, divide la tarea en partes como investigación, esquema, primer borrador, y revisión.

2. Crea un plan de acción

Un plan de acción detallado puede ayudarte a organizar tus tareas y a establecer prioridades. Utiliza herramientas como listas de tareas, calendarios o aplicaciones de gestión del tiempo para estructurar tu día. Asigna plazos realistas para cada tarea y cúmplelos. El tener un plan claro reduce la incertidumbre y el estrés asociado a no saber por dónde empezar. Un buen plan de acción incluye no solo lo que necesitas hacer, sino también cuándo y cómo lo vas a hacer.

3. Elimina distracciones

Identifica y elimina las distracciones que te impiden concentrarte en tus tareas importantes. Esto puede implicar apagar las notificaciones del móvil, crear un espacio de trabajo libre de distracciones o establecer horarios específicos para el uso de redes sociales. La clave es crear un entorno que favorezca la concentración y el enfoque. Recuerda que las distracciones no solo interrumpen tu flujo de trabajo, sino que también pueden fragmentar tu tiempo y energía.

4. Practica la autorregulación

Desarrollar habilidades de autorregulación es crucial para combatir la procrastinación. Esto implica ser consciente de tus pensamientos y emociones, y aprender a manejarlos de manera efectiva. Técnicas como la meditación, la respiración diafragmática o el establecimiento de recordatorios pueden ayudarte a mantener el control y a evitar el aplazamiento de tareas. La autorregulación también incluye la capacidad de resistir impulsos y retrasar gratificaciones inmediatas en favor de objetivos a largo plazo.

5. Recompénsate por tus logros

Reconocer y recompensar tus logros, por pequeños que sean, puede ser una excelente manera de mantener la motivación. Establece recompensas para ti mismo o misma al completar tareas importantes, ya sea un descanso, una actividad placentera o un pequeño regalo. Las recompensas positivas refuerzan el comportamiento y te animan a seguir adelante. Es importante que estas recompensas sean significativas para ti y estén alineadas con tus valores y metas.

6. Busca apoyo

Hablar con amigos, familiares o compañeros de trabajo sobre tus objetivos y problemas puede proporcionarte el apoyo emocional y la responsabilidad necesaria para mantenerte en el camino. Compartir tus planes y progresos con otros puede motivarte a cumplir con tus compromisos y a recibir feedback constructivo. El apoyo social es un factor clave en la superación de la procrastinación, ya que puede proporcionarte perspectivas nuevas y alentarte en momentos de dificultad.

Dejar de aplazar lo importante requiere esfuerzo y compromiso, pero es un objetivo alcanzable con las estrategias adecuadas. Al entender las causas y consecuencias de la procrastinación, y aplicar las pautas presentadas, es posible mejorar nuestra productividad y bienestar general. La clave está en tomar pequeños pasos consistentes hacia el cambio, manteniendo siempre una actitud positiva y perseverante.

* Ángel Rull, psicólogo.