Opinión |
Polémica con Orriols
Astrid Barrio

Astrid Barrio

Profesora de Ciencia Política de la Universitat de València. Miembro del Comité Editorial de EL PERIÓDICO

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Dele una vuelta al tema del velo, president

Es incongruente tener una consejería específica y reivindicarse como feminista cuando se avala el uso de una prenda que representa el sometimiento de la mujer al hombre por razones religiosas y que resulta claramente discriminatoria

Salvador Illa en el primer pleno del Parlament tras ser elegido president de la Generalitat.

Salvador Illa en el primer pleno del Parlament tras ser elegido president de la Generalitat. / Alberto Paredes

Salvador Illa ha efectuado su primera comparecencia parlamentaria como presidente de la Generalitat. Lo ha hecho a petición propia y en ella ha explicado la estructura de su ejecutivo, ha defendido sus nombramientos, ha recordado las líneas de actuación de la legislatura y ha hecho gala de su talante conciliador y pactista insistiendo en su intención de dar cumplimiento a los acuerdos que han hecho posible su investidura, haciendo especial hincapié en la voluntad de consecución de una financiación singular para Catalunya contenida en el pacto con ERC.

Sin embargo, ese talante y su empeño integrador se han visto empañados con la agria respuesta que ha dado a la líder de Aliança Catalana, Silvia Orriols, que entre otras perlas y en su particular cruzada contra el Islam, ha señalado la incongruencia que supone denunciar la discriminación de las mujeres y "permitir la entrada de una diputada que hace ostentación de la misoginia islámica" en relación a la presencia en la cámara del velo islámico porque la ya veterana diputada de ERC, Najat Driouech, hace uso de esa prenda.

La invectiva ha merecido primero la censura del presidente del Parlament, Josep Rull, pero sobre todo un severo juicio por parte del presidente de la Generalitat que le ha recordado a Orriols que no es nadie para decir quién es catalán y quién no, que él y su gobierno consideran que todo aquel que venga a mejorar Catalunya es catalán y tiene derechos y deberes. Hasta ahí bien. Pero poco a poco Illa se ha ido deslizando por un peligroso terreno personal rayano la demagogia que pretendía denunciar cuando le ha dicho a Orriols que ella le gana en discursos de odio y de ruptura de la convivencia pero no en trabajo, llegando espetarle un "soy más trabajador que usted", y, reconociendo hacer una excepción en sus formas, se ha permitido darle una lección instándola a que aprenda educación y a respetar las instituciones que son de todos los catalanes. Y por si fuera poco, para acabar le ha recordado que él también gobierna para los ciudadanos de Ripoll, en un tono abiertamente amenazante le ha dicho que tendría una actitud vigilante como presidente de la Generalitat a su actuación como alcaldesa para concluir con un ataque personal diciéndole que la diputada velada no lo daba diez vueltas, ni cien vueltas, sino que le daba mil.

Esta respuesta, muy acorde con la idea del cordón sanitario, se ha ganado los aplausos entusiastas de la mayoría de la cámara, pero en ella no ha habido ni un solo argumento político para contarrestar la certera crítica vertida por Orriols en relación al velo islámico. Porque, efectivamente, es incongruente, como ya lo fuera en el anterior gobierno, hacer bandera de la igualdad, tener una consejería específica y reivindicarse como feminista cuando se avala el uso de una prenda que representa el sometimiento de la mujer al hombre por razones religiosas y que resulta claramente discriminatoria. Y es un oxímoron que encima se justifique como un acto de libertad. El abuso, aunque sea consentido, sigue siendo abuso, no es libertad y menos si atenta contra la igualdad. Y no hay que olvidar, además, que se trata del mismo velo del que se quieren deshacer las mujeres iraníes, muchas de las cuales han pagado con su vida y con su integridad física por ello. ¿O es que ellas no merecen nuestra solidaridad como sociedad y la de nuestras instituciones?  

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