Opinión | Modelo a debate

Astrid Barrio

Astrid Barrio

Profesora de Ciencia Política de la Universitat de València. Miembro del Comité Editorial de EL PERIÓDICO

Inmigración ¿y cuando llegan qué?

En España se ha tendido a adoptar un modelo multicultural, más por inercia que por absoluta convicción, que se está revelando cada vez más problemático

EDITORIAL | Acercar posiciones sobre inmigración

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Inmigrantes rescatados de un cayuco cerca de La Restinga, en la isla del Hierro, en Canarias.

Inmigrantes rescatados de un cayuco cerca de La Restinga, en la isla del Hierro, en Canarias. / ANTONIO SEMPERE / EUROPA PRESS

La llegada masiva de inmigrantes ilegales a las Islas Canarias procedentes de las costas africanas, muchos de ellos menores no acompañados, y las dificultades de gestión que ello comporta, han recrudecido el debate sobre la inmigración en España, imprudentemente atizado por dirigentes políticos, 'influencers' en redes y algunos medios que vinculan, sin matices y con escaso rigor empírico, la inmigración con la inseguridad.  No obstante, no solo es un error sino una falacia reducir el fenómeno de la inmigración a la seguridad. La inmigración es un fenómeno complejo de naturaleza multidimensional, y esto es precisamente lo que se deduce de las declaraciones que ha ido vertiendo Pedro Sánchez durante su reciente gira por diversos países de África Occidental, unas declaraciones que lo sitúan muy lejos de aquel Sánchez que, recién llegado a la Moncloa que en 2018, ofreció el puerto de Valencia para acoger al barco Aquarius que navegaba con mas de 600 inmigrantes y refugiados rescatados y cuyo desembarco en Italia había sido vetado. 

El presidente del Gobierno empezó su periplo africano señalando que la inmigración regular es, desde el punto de vista económico, deseable y necesaria, ahondando en la idea de la inmigración circular; continuó apostando por el reforzamiento del control policial fronterizo y de la lucha contra las mafias que trafican con personas y concluyó avalando las deportaciones de inmigrantes ilegales como mecanismo para desincentivar a las mafias y recordando que la legislación española y europea obligan a ello. Economía, integridad de las fronteras, lucha contra el crimen organizado y cumplimiento de la ley han sido pues los elementos que Sánchez ha priorizado en su reciente abordaje de la inmigración, unos elementos que no son precisamente los que suelen esgrimir los partidos de izquierdas, quienes ante la problemática de la inmigración tienden a priorizar la defensa de los derechos de las personas migrantes y, por tanto, la vertiente humanitaria. Es evidente, pues, el deslizamiento del presidente del gobierno a unos postulados que no solo están muy próximos a los del PP sino que tampoco distan sustancialmente de la posición de Vox y que podrían permitir, si se abandonasen las críticas cruzadas y los aspavientos, acuerdos de Estado con amplios apoyos parlamentarios. 

Sin embargo, sigue sin abordarse la otra cara de la moneda por lo que respecta a la inmigración, que no es cómo llegan, en qué condiciones y para hacer qué sino qué pasa a partir del momento en que residen en España, es decir cómo se integran. Para ello, hay que tener en cuenta que existen dos modelos básicos de integración de los inmigrantes: el asimilacionista, que implica la adecuación del inmigrante a la sociedad receptora, y el multicultural, que se basa en la tolerancia y la no discriminación por razón de etnia y cultura y que ensalza la diferencia, además de un modelo de exclusión, que no puede considerarse de integración porque no pretende integrar. En España se ha tendido a adoptar un modelo multicultural, más por inercia que por absoluta convicción, que se está revelando cada vez más problemático. Por ello quizás ha llegado el momento, de debatir, de exponer virtudes y defectos de cada modelo y de buscar consensos también en materia de integración. Porque al fin y al cabo es de lo que la mayoría habla cuando habla de inmigración.

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