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Martí Saballs Pons

Martí Saballs Pons

Director de Información Económica de Prensa Ibérica.

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El valor extraordinario de la inmigración

No puede realizarse ningún debate serio sin entender, ya no solo el aspecto humanitario, sino el económico y demográfico. Solo así se lograrán realizar las políticas adecuadas de ordenamiento

Illa responde a la extrema derecha de Aliança Catalana: "No son nadie para dar lecciones de quién es catalán y quién no"

El president de la Generalitat, Salvador Illa, en el hemiciclo del Parlament.

El president de la Generalitat, Salvador Illa, en el hemiciclo del Parlament. / Jordi Otix

Son las ocho de la mañana en un camping de la Alta Provenza, a la orilla del río Durance. Está a punto de abrir la tienda donde reparten el pan y resto de bollería para el desayuno. De repente, haciendo también cola junto a una mayoría de franceses y silenciosos ciudadanos del norte de Europa, oigo a cuatro empleados de la limpieza hablar en español, a la espera de poder pedir un café. Una vez servidos, se sientan en una de las mesas exteriores hablando a grito pelado y fumando. Ávido de curiosidad me presento ante ellos y les pregunto si viven en Francia. Me dicen que no, que vienen el periodo de verano desde Murcia a trabajar al país vecino. Les pagan mejor.

Regreso a Barcelona. Primera semana para realizar deberes no cumplidos hasta ahora. Por ejemplo, comprar unas literas y un par de muebles en una gran superficie de la que no haré publicidad. Tanto quien me trae la paquetería como los que, seguidamente, vienen a montarlo, son de origen latinoamericano. Eficiencia absoluta. Podría seguir, como cualquier lector, en poner decenas de ejemplos en sectores de lo más diversos -empezando en el sector primario y acabando en las empresas tecnológicas de moda- donde prevalecen empleados procendentes de las nacionalidades más diversas. El ultimo informe de la Seguridad Social señalaba que los ocupados de origen extranjero, pero tan ciudadanos españoles como los nacidos aquí, ya superaban en enero los 2,7 millones, un 8,1% más que el año anterior. Representan el 13,1% de cotizantes. Proceden de la Unión Europea el 32,4%. Por países: Rumanía (328.464), Marruecos (318.750) e Italia (173.458), donde se incluyen fundamentalmente a argentinos que, por ser hijos de italianos, pueden acceder a esa nacionalidad.

No puede realizarse ningún debate serio, alejado de demagogia y temores, sobre la inmigración sin entender, ya no solo el aspecto humanitario, sino el económico y demográfico. Solo así se lograrán realizar las políticas adecuadas de ordenamiento, con afán integrador y tolerante. Y quien no cumpla las reglas de convivencia y amenace la seguridad, anteponiendo fanatismos de diversas índoles, que lo pague, independientemente de su procedencia. Esta semana, el president de la Generalitat, Salvador Illa, respondía en el Parlament a Sílvia Orriols, líder del partido xenófobo Aliança Catalana, diciéndole: «todo aquel que venga a mejorar Catalunya es catalán. Y tiene derechos y deberes». Mejor definición, imposible. Y bienvenido sea que el discurso de un político que representa a un partido de izquierdas vuelva a hablar de «deberes» y «trabajo», como también mencionó Illa. Sólo falta agregar el mérito. Ya es hora de que la socialdemocracia regrese a los orígenes.

Cómo afrontar la inmigración marcará el debate público durante muchos años. Los fantasmas del pasado han regresado para generar miedo y mostrar lo peor del ser humano. Contra ellos solo vale responder con datos y firmeza.

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