Opinión | Marihuana

Anna Grau

Anna Grau

Periodista, escritora y exdiputada en el Parlament

¿Mala hierba o mala gente?

Puestos a ponernos paternalistas, ilegalicemos todo lo que sale o puede salir de madre. ¿Verdad que no puede ser?

Una joven fuma marihuana en el barrio neoyorquino de Greenwich Village.

Una joven fuma marihuana en el barrio neoyorquino de Greenwich Village. / TIMOTHY A. CLARY / AFP)

De vez en cuando digo (para provocar, sí; pero solo medio en broma) que yo ilegalizaría el fútbol y legalizaría las drogas. Todas. Soy de la escuela del añorado y nunca suficientemente leído Antonio Escohotado. Creo en el libre albedrío. Creo además que el lado oscuro y las consecuencias negativas de las adicciones se combaten mejor con regulación que con prohibición (la Policía suele estar de acuerdo), y educando a las personas antes que criminalizando sustancias que alcanzan su mayor poder de destrucción, tanto de la salud pública como de la privada, al amparo de lo prohibido. Adicto se es o se puede ser a muchas cosas: al café, al sexo, y sí, al fútbol. Que también saca lo peor de algunas personas en forma de violencia. De ahí mi 'medio broma' que, puestos a ponernos paternalistas, ilegalicemos todo lo que sale o puede salir de madre. ¿Verdad que no puede ser?

Dicho lo cual: entiendo que no todo el mundo esté de acuerdo. Aunque solo sea porque no todo el mundo es como Escohotado, que hasta el final de su vida se drogó casi profesionalmente. O sin el casi. Igual que Sherlock Holmes, el mítico detective imaginado por sir Arthur Conan Doyle, que cuando se aburría por no tener un buen crimen a la vista se liaba a tiros con la pared, componiendo la V de Victoria (por su reina) a impactos de bala en el salón. O tomaba cocaína, que en su época se vendía en farmacias. ¿Qué tipo de tiros les preocuparía más si le tuvieran de vecino?

"Antonio, el problema es que no toda la gente tiene tu autocontrol", le dije una vez a Escohotado, tratando de empatizar con muchas buenas personas preocupadas, por ejemplo, porque sus hijos empiecen con un porro y aparezcan un día muertos con una jeringa en el brazo. Él me respondió que precisamente porque la vida es o puede llegar a ser tan dura, hay que armar más y mejor las mentes y los corazones, no los miedos.

Pros y contras

La marihuana tiene o puede tener efectos negativos. También positivos. Más natural y menos de laboratorio que otras drogas, hay quien la considera un mejor remedio para según qué dolores que algunos opiáceos, no al alcance de todo el mundo, pero que los médicos sí prescriben en según qué casos. Sabiendo que pueden provocar enganches de por vida. Pero considerando que la alternativa es peor para el enfermo. En España eso no está ni mucho menos normalizado. Por eso los defensores del uso terapéutico del cannabis miran con mucha prevención su uso recreativo. Creen, probablemente con razón, que desenfoca su causa.

Mala hierba nunca muere, dice el refrán. Pero, ¿y si el problema no fuese la hierba, sino la gente? Mientras el cánnabis sea ilegal, habrá mafias que lo exploten, y, por lo que vamos sabiendo, explotando también a seres humanos para su cultivo, como antaño se explotaba a esclavos negros para cultivar algodón en las plantaciones de Estados Unidos. Ni siquiera a Abraham Lincoln se le ocurrió ilegalizar el algodón. Hizo otra cosa. Y no salió tan mal, oiga. Ahí está Kamala Harris.