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Álex Sàlmon

Álex Sàlmon

Periodista. Director del suplemento 'Abril' de Prensa Ibérica. Miembro del Comité Editorial de EL PERIÓDICO

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La segunda huida de Puigdemont

Las evidencias muestran que no tenía previsto dar un discurso en la Cámara catalana. Su idea era hacer acto de presencia e irse, y engañar a todos sobre la intervención en el pleno

Puigdemont se escondió en tres pisos de Barcelona y huyó por la tarde el día de la investidura de Illa

Los Mossos suspenden a los agentes que ayudaron a huir a Puigdemont

Europa Press

La versión que dio Turull en Can Basté sobre la segunda fuga de Puigdemont no cuela. Está llena de imprecisiones y de situaciones poco lógicas cuyo objetivo busca argumentar por qué Puigdemont se volatilizó de pronto, al menos del ojo de las cámaras de televisión.

La aparición festivalera y de show de Carles Puigdemont por las calles que rodean el Arc del Triomf fue seguida por miles de televidentes. Fue una mañana, la del 8 de agosto, ideal para aquellos que viven la política como un espectáculo, de aquellas jornadas de antes donde el día histórico siempre era una posibilidad. Los debates en el Parlament del 6 y 7 de septiembre, el cerco a la conselleria de Economea del 20 de septiembre, la vigilia y el 1 de octubre, y así un largo etcétera cuyo clímax de agitación fueron las revueltas callejeras por la sentencia del 1-O.

Así que aquel jueves de agosto era propicio para desayunar delante de la tele y mirar. Observar sin que se sepa que eres tú. Gran parte del 'procés' se ha hecho así. Estar sin estar, pero en primera fila.

Pues aquella mañana observamos el escenario para que el líder hablara y que, ante la incógnita sobre si se presentaría o no, de pronto su aparición 'rockanrolera' daba el espectáculo requerido. Surgió rodeado de algunos desconocidos, después se supo que eran mossos afines, y junto a Jordi Turull.

Es interesante observar el rostro del secretario general de Junts en ese momento. Puede que fuera el único que supiera qué iba a pasar. Tenía una cara descompuesta, y no por el calor. Descompuesta y triste. Después se añadió a esa comitiva el president del Parlament, Josep Rull, Antoni Castellà, Laura Borràs y otros más, junto al siempre cercano Gonzalo Boye.

Cuando finalizó el discurso en ese escenario, se oyó por megafonía un anuncio: “Ahora acompañaremos al Molt Honorable a las puertas del Parlament”. El mensaje a los asistentes era claro y se producía en el mismo momento en que Puigdemont ya estaba entrando en el interior de un coche estacionado justo en la salida del parking que la avenida tiene bajo sus pies.

Las evidencias muestran que Puigdemont no tenía previsto dar un discurso en la Cámara catalana. Su idea era hacer acto de presencia e irse, y engañar a todos sobre la intervención en el pleno. Y así una comitiva llena de diputados de Junts hicieron de reclamo dirigiéndose al Parlament sin saberlo, mientras su abogado Boye y su equipo se aposentaban en las puertas de la institución, esperando al Wally de la jornada. Pero no llegó.

Que durante aquel día pasara por tres pisos o se fuera directo a Waterloo por la tarde o al día siguiente, es lo de menos. Lo fundamental es que su intención era no asistir al pleno de investidura de Salvador Illa, como se había comprometido con los suyos.

Sin embargo, abriendo el 'zoom' puede que todo haya sido beneficioso para las intenciones de los que querían investir al candidato socialista. Con Puigdemont detenido, la ceremonia política habría sido retorcida, como con ardor de estómago. Ahora, sin embargo, la 'pax catalana' parece extenderse.       

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