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Generalitat
Álex Sàlmon

Álex Sàlmon

Periodista. Director del suplemento 'Abril' de Prensa Ibérica.

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Socialismo humanista, universal y contemporáneo

El president Illa ha impulsado un Govern muy transversal. Algunas de las piezas están en los límites de lo aceptable y muchos guiños pueden no ser entendidos

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Primer Consell Executiu del Govern de Salvador Illa

Primer Consell Executiu del Govern de Salvador Illa / ZOWY VOETEN

En la historia de los últimos 44 años democráticos, la Generalitat jamás ha sido gobernada por los socialistas en solitario, a diferencia de CiU, aquella derecha catalana ahora escondida. El gobierno tripartito de Pasqual Maragall tuvo unos meses sin ERC, en mayo de 2006, con el respaldo de la ICV de Joan Saura, pero aquello duró poco hasta el siguiente Gobierno a tres.

El PSC nunca ha podido demostrar en solitario sus virtudes y defectos. He escrito en ocasiones que esa marca es la que mejor representa la complejidad catalana. Esta afirmación tiene muchos matices e incongruencias. Las podemos observar desde Catalunya, pero también desde fuera, donde un humanista cristiano (termino acertado que ha puesto de moda Salvador Illa) de La Mancha, o un socialista convencido aragonés entenderán con dificultad la complejidad de ser catalanista y no rechazar a España, más bien todo lo contrario. Ese es el gran peligro del socialismo catalán, encontrar los límites.

Pasqual Maragall fue el mejor representante del catalanismo universal y contemporáneo, sobre todo desde el Ayuntamiento. Estos dos términos de entrada ya rechazan cualquier idea nacionalista, pero es necesario aplicarlo sin injerencias ideológicas. Ahí estuvieron los fallos de los dos últimos gobiernos tripartitos desde una visión socialista en la Generalitat. Y de ahí apareció Ciutadans, que nadie lo olvide. La expresión utilizada entonces era “la deriva nacionalista del PSC”. Está en las hemerotecas.

El president Illa ha impulsado un Govern muy transversal, es cierto. Algunas de las piezas están en los límites de lo aceptable y muchos guiños pueden no ser entendidos. Hay que vivir muy de cerca la política catalana para simplemente aceptar que un independentista sea conseller de un Govern socialista. Al menos tres miembros son “sospechosos”. Francesc Xavier Vila o Miquel Sàmper, y Sonia Hernández Almodóvar, que, aunque profesional de la cultura, estaba de directora de Patrimonio Cultural con el gobierno Aragonès. Nos movemos en el territorio del saber discernir entre la profesionalidad y la ideología.

La gestión del día marcará los criterios. Una cosa es que el president Illa quiera un Gobierno “sin dogmatismos ni exclusiones” y la otra que también lo aparente. Pero él ya sabe de qué va.  

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