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Nuevo Govern
Andreu Claret

Andreu Claret

Periodista y escritor. Miembro del Comité editorial de EL PERIÓDICO

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Trapero y Orriols, dos modelos de seguridad

Si el nuevo directo general de los Mossos acierta, aumentará la seguridad, disminuirá la sensación de inseguridad y los vendedores de xenofobia que anidan en Aliança Catalana y en Vox lo tendrán más difícil

Parlon nombra a Trapero como director general de la Policía y cesa a Sallent como jefe de Mossos

Ripoll, el laboratorio del miedo de Silvia Orriols

Trapero en Interior tras su nombramiento.

Trapero en Interior tras su nombramiento. / Manu Mitru

El nombramiento de Josep Lluís Trapero como director general de los Mossos ha dado pie a muchas cábalas políticas, en detrimento del modelo de seguridad que queremos para Catalunya. Es una lástima, porque las ideas que tiene en la cabeza Trapero sobre cómo mejorar la seguridad son relevantes, están contrastadas, y se sitúan en las antípodas de las que defiende, con cierta audiencia, Sílvia Orriols, la líder del partido independentista de extrema derecha Aliança Catalana. No digo que alguna de las conjeturas políticas que han acompañado su nombramiento no sean válidas, pero han opacado aquello que es esencial: ¿cómo piensa devolver la confianza a los ciudadanos, en una Catalunya donde un 22% de los hombres y un 44% de las mujeres dejan de hacer algunas cosas por miedo?

Es cierto que su llegada al cargo debe suponer, en primer lugar, la pacificación de un cuerpo que ha sufrido más que ningún otro los embates de la polarización política. El propio Trapero ha sido víctima del 'procés'. Pese al prestigio adquirido durante los atentados de 2017, está en el punto de mira del independentismo más desabrido y de quienes no se han enterado de que Catalunya tiene una policía autonómica. Solo cabe esperar que su prestigio social y su ascendiente en el cuerpo sirvan para alejar a los Mossos de todos los intentos de manipulación. Los nombramientos de Miquel Esquius, un nuevo jefe del cuerpo de talante dialogante, y de su segunda, Alicia Moriana, una policía con mano de hierro, deberían contribuir a ello.

Catalunya tiene un problema con la seguridad y uno aún mayor con la creciente percepción de inseguridad. Durante esta legislatura, la evolución de esta percepción tendrá dos protagonistas: Trapero y Sílvia Orriols. Mientras Trapero ha sido nombrado para que la seguridad aumente, Orriols lidera un proyecto político que vive de la inseguridad. Mientras para el nuevo director general, la seguridad se llama violencia, armas, droga, crimen global, estafas virtuales, radicalización yihadista, terrorismo, o delincuencia de baja intensidad, para Orriols, la inseguridad está asociada a la inmigración, a los menas, los musulmanes, a todo aquello que pone en cuestión su idea de una Catalunya monolítica, excluyente, tan peligrosa como imposible.

No nos pongamos una venda en los ojos. La seguridad ha empeorado y Trapero tiene ante sí una tarea de gran trascendencia social y política. De su acierto en atajar la inseguridad dependerá que vivamos mejor, más tranquilos, pero también que el debate público sobre la seguridad se aleje de la demagogia. Si acierta, aumentará la seguridad, disminuirá la sensación de inseguridad y los vendedores de xenofobia que anidan en Aliança Catalana y en Vox lo tendrán más difícil. Si fracasa, los dos diputados de Orriols en el Parlament pueden ser más dentro de cuatro años. Su tarea no es fácil porque los retos son muchos y simultáneos. En materia de seguridad, no se puede decir: empecemos por los barrios (por importante que sea) y dejemos la amenaza terrorista para el año próximo. No se puede dedicar todos los recursos a las plantaciones de marihuana, mientras aumenta la llegada de alijos de cocaína, o estallan los delitos vinculados al uso fraudulento de la inteligencia artificial. Todo es prioritario.

Quizás la prioridad pueda fijarse más en el cómo que en el qué. ¿Por qué hay tan poca policía en nuestras calles? Hacerla más visible no solo tiene un efecto disuasorio; puede contribuir a un nuevo pacto social entre policía y ciudadanos, esencial en los barrios más difíciles. Algo esencial para aislar a los delincuentes, prevenir la radicalización, detectar a tiempo aprendices de brujo como el imán de Ripoll, o luchar contra el auge de la ultraderecha. ¿Por qué no hay más colaboración con los policías locales, que están al pie del cañon? Conozco la respuesta habitual: necesitamos más recursos y más efectivos para atender todos los retos a la vez. Déseles. El Govern debe dejar claro que la seguridad no es patrimonio de la derecha y debe proporcionarle a Trapero los medios para que la acción de los Mossos gane en proximidad y eficacia, y contribuya a la idea de que una sociedad compleja, plural y diversa no tiene por qué significar más inseguridad, como pretende Sílvia Orriols.

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