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Gemma Martínez

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Directora adjunta de EL PERIÓDICO DE CATALUNYA

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Sánchez, por favor, por el bien del Banco de España

Pedro Sánchez y José Luis Escrivá.

Pedro Sánchez y José Luis Escrivá. / EFE

El Banco de España tiene una vacante sin cubrir, la de gobernador. Resulta muy poco edificante que la institución más relevante del sistema financiero esté descabezada desde junio después de que venciera el mandato de Pablo Hernández de Cos sin que el Gobierno designara un sustituto. La subgobernadora Margarita Delgado ocupa el puesto en funciones, pero su mandato tambíen vence, el día 11. Si el Ejecutivo de Pedro Sánchez no acelera el relevo, la institución se quedará sin gobernador ni subgobernador un día antes de la próxima reunión de tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE). España ocupa un sillón en el consejo de la autoridad monetaria de la zona euro y sería inadmisible dejarlo vacío.

El Gobierno mantiene la candidatura del ministro José Luis Escriva, pero el rechazo frontal del Partido Popular, de mantenerse, le obligará al relevo de forma unilateral. Sánchez puede hacerlo porque el Gobernador es nombrado por el Rey, a propuesta del presidente del Gobierno y sin que sea necesario contar con el respaldo del Parlamento. Es así a pesar de que una norma no escrita determina que el Gobierno elige al máximo responsable y el principal partido de la oposición, al subgobernador. Si ahora no sucede, sería la primera vez desde 2006.

La institución ha tenido 70 gobernadores desde su creación hasta hoy, que en su mayoría eran economistas sin definición política declarada, salvo excepciones más recientes como las de Jaime Caruana (PP) y Miguel Ángel Fernández Ordóñez (PSOE). El Gobierno, consciente de lo insólito del perfil de Escrivá, argumenta que cinco gobernadores de la zona euro fueron antes ministros, igual que la presidenta y el vicepresidente del BCE, Christine Lagarde y Luis de Guindos, respectivamente. Pero son casos minoritarios.

En este contexto, siempre es preferible un gobernador sin vínculos políticos públicos -por mucho que la valía de Escrivá esté fuera de duda- para un cargo que se ha de ejercer manteniendo la independencia del Gobierno. En todo caso, urge realizar el relevo, pactado o unilateral, ya que la interinidad es sinónimo de incertidumbre y daña a una institución cuya credibilidad costó de recuperar después de la crisis financiera de 2008. 

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