Opinión |
Venezuela
Pilar Rahola

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Periodista y escritora

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Cuando la ideología pervierte la causa

El papel del PSOE en la crisis venezolana es tan deplorable como el del PP, los primeros por brillar por su ausencia, los otros por convertir su presencia en una apropiación

Miles de personas salen a la calle en España para apoyar a la oposición venezolana

Ayuso moviliza a su partido y encabeza este sábado la manifestación contra Maduro en Madrid

Isabel Díaz Ayuso durante la protesta en contra de Maduro.

Isabel Díaz Ayuso durante la protesta en contra de Maduro. / Europa Press

Contemplo la manifestación contra Maduro en las calles de Madrid y, por unos instantes, quiero convencerme de que algo se hace bien, que manifestarse en contra de un déspota que roba elecciones y destruye derechos fundamentales es estar en el lado correcto de la historia. Pero son unos instantes huidizos, que desaparecen cuando la imagen de una Ayuso con aires de Agustina de Aragón toma el protagonismo, se apropia de la protesta y la sobrecarga de ideología, como si su partido fuera precisamente un adalid de la lucha por las libertades. Si se añade la presencia ruidosa de la tropa de Vox, la sensación de fraude se agudiza más allá de toda duda: no es una manifestación a favor de Venezuela, es un acto de propaganda del PP y asociados, utilizando la tragedia que sufre el pueblo venezolano. Y lo digo sin desmerecer a los miles de venezolanos que se han manifestado por los motivos correctos, más allá del uso que puedan hacer de ello los partidos. Pero en estos tiempos de pancartas y consignas, plenamente inmersos en el pensamiento líquido, la capitalización abusiva de Ayuso se convierte en la categoría de la noticia y, en consecuencia, pervierte el sentido del acto.

En el otro lado de la acera ideológica, la ausencia de dirigentes socialistas en una manifestación de rechazo al régimen dictatorial también la carga el diablo, es decir, la ideología. Resulta incomprensible la tibieza con que el PSOE se ha manifestado ante los abusos del régimen bolivariano, con el añadido del escandaloso silencio de Zapatero, el hombre que hasta ahora susurraba en el oído de Maduro. Obviamente, todavía es más escandaloso el comportamiento de los Podemos, Sumar y compañía, que han oscilado entre el apoyo abierto y la complicidad temerosa, tal vez porque el fraude es tan brutal que incluso los más afectos al régimen se sienten avergonzados. Pero, más allá de la izquierda 'woke', el papel del PSOE en esta crisis internacional es tan deplorable como el del PP, los primeros por brillar por su ausencia, los otros por convertir su presencia en una apropiación.

¿Sería tan difícil entender que el tema de Venezuela es una cuestión transversal que apela a cualquier demócrata, más allá de su ideología? El régimen de Maduro tiene todas las características de las dictaduras de izquierdas -¿o piensan que solo había dictaduras de derechas?- y como tal, se fundamenta en un edificio represivo, corrupto y violento que acumula presos políticos, destrucción de derechos y un incipiente narcoestado, con apoyo iraní, que representa un grave problema en toda la región. Son tantas las evidencias de su derivada delictiva y tantos los datos de su carácter represivo que no tiene cabida ninguna ideología más allá de la defensa democrática.

La causa de Venezuela no es del PP, partido que no está precisamente a favor de las libertades de los pueblos, ni es del PSOE, el histórico del cual, en esta cuestión, también está lleno de agujeros negros. Pero sí que podría ser la causa de todos, porque Maduro no es de derechas o de izquierdas, más allá de su demagogia histriónica, sino que simplemente es un dictador. Perverso, como todos; violento, como todos; corrupto, como todos. Y, atendidas las implicaciones iranís y el vínculo con el narco, más peligroso que muchos.

Sobrecargar la causa venezolana de ideología solo sirve para reducirla y pervertirla, como pasa con tantas otras causas que tendrían que ser transversales. El feminismo, por ejemplo, que nació en las cumbres del alta burguesía inglesa y ahora parece un simple panfleto de la izquierda más ruidosa. De ahí el silencio de este feminismo 'progre' ante la tragedia de las mujeres afganas o iranís, o ante la masiva y brutal violación a mujeres israelís, el 7 de octubre. En general, todas las cuestiones que atañen a los derechos civiles tendrían que ser el territorio donde jugamos la partida, y no el campo de batalla entre un lado y el otro del tablero. El ejemplo de Venezuela es de manual. Si Ayuso se apropia de la causa y Sánchez la desprecia, la división entre derechas e izquierdas contamina completamente el hecho fundamental y entonces ya no es un terreno común a favor de los derechos fundamentales, sino una pancarta demagógica estrujada por los intereses de partido. “Huid del país donde uno solo ejerce todos los poderes: es un país de esclavos", dijo Bolívar. ¿Derechas, izquierdas? Quizás, solo, libertad.