Opinión |
Justicia
Pilar Rahola

Pilar Rahola

Periodista y escritora

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

No es Puigdemont, es Marchena

Ningún medio extranjero se ha escandalizado por la acción del líder de Junts; al contrario, ha considerado que lo que es realmente grave es la no aplicación de la ley de amnistía

Así ha sido la llegada de Carles Puigdemont a Catalunya, huida y Operación Jaula de los Mossos

Puigdemont defiende su huida cargando contra ERC y avisa de que el 'procés' "no ha terminado"

Puigdemont justifica en un video su vuelta "a Waterloo" y avisa: "El procés no ha acabado"

Puigdemont justifica en un video su vuelta "a Waterloo" y avisa: "El procés no ha acabado"

Uno de los ejercicios más eficaces para descifrar el problema de fondo que sufre España es el de la comparativa de prensa. Por un lado, había que escuchar los bramidos de los medios españoles, especialmente aquellos que se han otorgado la sacra misión de salvar a España de la perfidia puigdemontista y la traición sanchista.

Personalmente, reconozco que ha sido una delicia leer los lamentos de una España herida por el ridículo que Houdini Puigdemont les ha infringido, 'verbi gratia' de unos Mossos sospechosos, una silla de ruedas y unos sombreros de paja. Para este gran ejército de soldados irredentos que Aznar forjó cuando dijo aquello de “que cada cual haga lo que tiene que hacer para salvar España”, lo que ha pasado es inaceptable y exige los castigos pertinentes. No hace falta decir que han analizado todas las aristas, desde la fiabilidad de los Mossos hasta las implicaciones de Interior o el CNI, todo observado a través de la lupa inquisidora contra los herejes. Al final, alguien tiene que ser el culpable de los orgasmos fallidos de los que babeaban al imaginar la foto de un Puigdemont enchironadoy se han quedado con cara de plato. Ansiaban unas esposas y se han encontrado con un palmo de narices, especialmente Llarena, que había abandonado las vacaciones para poder culminar su cacería a Puigdemont, hasta ahora infructuosa. Diarios, micrófonos, televisiones, webs, todos a una, el Fuenteovejuna español ha hecho hincapié en Puigdemont, culpable de lesa humanidad por no haberse dejado detener. Dos veces escabullido y eternamente delictivo.

Pero si por la península berreaba el león herido de la España irredenta, allende de nuestras fronteras ningún medio se ha escandalizado por la acción de Puigdemont, sino al contrario, han considerado que lo que es realmente grave es la no aplicación de la ley de amnistía, que ya hace dos meses que ha sido aprobada. Desde el 'New York Times' o 'The Guardian' hasta 'Time', la prensa extranjera ha coincidido en la preocupación por una justicia ideologizada que, lejos de dar seguridad jurídica a la ciudadanía, actúa como un martillo contra el poder político. Uno de los artículos más significativos ha sido el publicado en la revista norteamericana 'Newsweek' donde, bajo el título 'Supreme Courts Gone Rogue', se hace un análisis muy duro del “papel político” del Tribunal Supremo, y se alarma del “golpe togado que está sufriendo la democracia española”. Simple y llanamente dice que España, lejos de ser un modelo de gobernanza democrática, muestra un sistema judicial que “no solo se está extralimitando al desafiar la voluntad legislativa sino que corre el riesgo de ser un agente de desestabilización política”. Y, escandalizado por la no aplicación de la amnistía, acaba remachando que la democracia española es un frágil castillo de naipes. La frase es demoledora: “Cuando el poder judicial actúa como un actor político en lugar de ser un árbitro neutral, se corre el riesgo que el sistema democrático se convierta en un campo de batalla donde el poder no se equilibra, sino que se descompone”. En definitiva, concluye que la justicia, al asumir una agenda política propia, está poniendo en riesgo todo el sistema democrático español. Una conclusión que es coincidente en la mayor parte de artículos que se han publicado en el extranjero, a raíz de la acción que ha protagonizado Puigdemont. Es decir, la prensa extranjera no ha hecho hincapié crítico en Puigdemont, sino, al contrario, lo consideran la víctima de un comportamiento represivo de la justicia española. 'Lawfare', golpe de Estado togado, justicia ideológica..., los términos son diversos, pero la conclusión es la misma: el problema no es Puigdemont, es Marchena.

Pero si la existencia de una casta de togas sublevadas que han asumido un peligroso papel político es un hecho para la prensa de fuera, esta evidencia no existe en la mayoría de la prensa española, que sigue el patrón del Supremo y aplica el mismo sesgo ideológico. Lejos de preocuparse, indignarse y clamar contra el golpe de Estado a la democracia que significa tener unos jueces que hacen interpretaciones delirantes para torcer el derecho y no aplicar las leyes que no les gustan, se entretienen en ningunear a Puigdemont, clamar por el orgullo herido e indignarse por no haber conseguido la foto del president paseado con esposas por la Castellana. Justicia ideológica y prensa servil: una combinación letal para la democracia.