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Nuevo Govern
Valentí Puig

Valentí Puig

Escritor y periodista.

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La sombra de Tarradellas

No sabemos qué resultados dará pero si la actitud de Salvador Illa tiene un rasgo especial es el sentido institucional

Primer Consell Executiu del Govern de Salvador Illa

Primer Consell Executiu del Govern de Salvador Illa / ZOWY VOETEN

En pleno lío 'woke', posmoderno y rupturista, Salvador Illa da un paso adelante refiriéndose al pragmatismo, a Josep Tarradellas y al humanismo cristiano. Con fecha de septiembre, reunirá a su Gobierno en el Monasterio de Poblet, un gesto más que simbólico. En circunstancias políticas muy trastocadas, Illa parece seguir sintiéndose a gusto a la sombra de Tarradellas, inicialmente por influencia de Romà Planas, un socialista de la Roca del Vallès que fue hombre de confianza del presidente de la Generalitat en el exilio. Illa recordó a Planas en su acto de investidura. La lección de Tarradellas fue de formas, de institucionalidad, de adaptación inteligente a la realidad de cada momento.

Ni los analistas más pro-Illa niegan que su Govern se ha constituido con hipotecas muy difíciles: la discordia implantada por el 'procés', viejos tripartitos, los pactos con ERC y, especialmente, el momento tan incierto por el que está pasando Pedro Sánchez. Illa tendrá que hacer muchos equilibrios. Es una partida simultánea de ajedrez.

En el exilio, Tarradellas pronto desconfió de Jordi Pujol, entonces empeñado en usar Banca Catalana como palanca. A Tarradellas tampoco le gustaba que el Monasterio de Montserrat se metiera en política. Coincidía con Josep Pla, quien criticaba la "conspiración montserratina" y a Òmnium Cultural, ahora baluarte ultra-secesionista. Así fue como Tarradellas y Pla se reencontaron y pensaron cómo podían ser Catalunya y España después de la dictadura. Tarradellas, como Pla, criticaba duramente el trío Montserrat-Òmnium Cultural-Banca Catalana, al que Pla también detestaba. En consecuencia, Òmnium Cultural -hoy peón catastrófico de Puigdemont- se negó a darle el Premi d'Honor de les Lletres Catalanes y tuvo que ser Tarradellas quien le diera la medalla de oro de la Generalitat. Fue la concreción justa de una complicidad. Al final, Tarradellas legó su archivo a Poblet y uno de los últimos libros de Pla fue sobre Poblet. Para ellos, Montserrat era el esencialismo improductivo y Poblet, la continuidad de los siglos. En fin, la Historia frente a la aspiración irreal, las tumbas de la corona de Aragón frente a la memoria inventada. Gran claustro de Poblet con su fuente que no cesa de manar.

No sabemos qué resultados dará pero si la actitud de Illa tiene un rasgo especial es el sentido institucional. Eso es la sombra de Tarradellas. Los políticos pasan y las instituciones permanecen. A eso se le llamaba continuidad y, desde luego, no está de moda, aunque se pueda suponer que, después tanta deriva institucional procesista, parte de la ciudadanía lo agradecerá.

La financiación y la política lingüística, por ejemplo, son páginas espinosas de la agenda de Illa. A su Govern le será útil una admonición de Tarradellas: Catalunya no debía ser “incordiante” en el conjunto de España, sino colaborar para resolver los problemas de todos. Cuando Tarradellas regresó del exilio, Pla le preguntó qué pensaba hacer: "Todo, menos el ridículo". Es lo contrario de Puigdemont. Prófugo de la justicia, se considera exilado. Y toda su vida política consiste en dañar las instituciones que son esenciales para la concordia de Catalunya y su vínculo permanente con España.