Escritor y periodista.
Valentí Puig
Escritor y periodista.
Illa sin la batalla del Bruc
Quim Torra ordenó los trámites para que fuesen descolgados cuadros magnificentes que llevaban largas décadas en el salón
Aragonès celebra la recuperación de la "dignidad" de la Generalitat tras la retirada de las pinturas de Primo de Rivera
El acto de toma de posesión de Salvador Illa como presidente de la Generalitat se ha hecho -según la costumbre-, en el Saló de Sant Jordi aunque las paredes estarán prácticamente desnudas. Bienvenido Salvador Illa a la Generalitat y adiós a la elocuencia pictórica cuya anulación coincide con el final de la presidencia de Pere Aragonès. Es como la fotografía que compara el antes y el después de un 'lifting'. En la transición democrática fue la imagen del retorno de Tarradellas y hasta ahora ahí estaban los grandes cuadros de momentos simbólicos de la historia de Catalunya que el independentismo ha descalificado atribuyéndoles carácter bélico, integrismo católico y, en fin, la alevosía de pretender que Catalunya es parte constitutiva de la historia de España. En fin, ya un cierto tiempo después de la aparición de Mussolini, el fascismo ha sido derrotado en la plaza de Sant Jaume.
Desaparecen del gran salón de la Generalitat la batalla del Bruc –resistencia de los catalanes ante el invasor francés-; los Reyes Católicos recibiendo a Cristóbal Colón en Barcelona; la batalla de Lepanto, toda una excelencia de pintura histórica que generaciones sucesivas han admirado durante los discursos -no siempre de interés- de todo un siglo. Esa anulación fue iniciada con la presidencia de Torra, tan memorable por su inteligencia épica. Él ordenó los trámites para que fuesen descolgados cuadros magnificentes que llevaban largas décadas en el salón, en fases históricas muy heterogéneas.
Que Salvador Illa tome posesión en un Saló de Sant Jordi desguarnecido de memoria no es algo que se le pueda achacar en modo alguno pero, ¿decidirá en algún momento que se vuelvan a colgar aquellas telas hace unos días enrolladas con destino al olvido o a un museo de segunda?
La desnudez del Saló de Sant Jordi confirmará que el 'procés' ha sido -y sigue siendo- un destrozo de la memoria colectiva. Ya la conmemoración de 1714 fue un precedente aparatoso. No se quiso revisitar aquel 1714 en términos de la historia que vivimos, de la sociedad que constituimos, de la noción política de nuestro tiempo, de la idea de Estado o de Derecho que son las de hoy. Fue como aplicar a la guerra de Troya, si es que tuvo lugar, las normas de la Convención de Ginebra. Constituyó un acto de simulación, como que haya desaparecido la pintura histórica del Saló de Sant Jordi. Fue negar la oportunidad para un proceso de rememoración y análisis según la libre tradición del pluralismo crítico, frente a los mitos de la historiografía nacionalista. No es exacto que 1714 represente para Catalunya la pérdida de su independencia, a modo de idilio 'interruptus'.
Sin los cuadros del Saló de Sant Jordi ahí –por ejemplo- están las 'Memorias históricas' del liberal Capmany, en la hora de un inusitado crecimiento económico de Catalunya, representativo de un mercantilismo liberal que garantizó tanta prosperidad y progreso. Posteriormente, como lenguaje simbólico más propenso al sentimentalismo que a la razón, el catalanismo se ha auto-infligido un descarrilamiento histórico.
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