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Barça
Albert Soler

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Periodista

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Cuarta romanza del exilio: 'Visca Catalunya'

Los fichajes y el equipo son lo de menos, de hecho les dan igual, pero llevan meses esperando mostrar a gritos su amor a la patria

El capitán azulgrana, Marc André Ter Stegen, se dirige al público durante la presentación del equiipo

El capitán azulgrana, Marc André Ter Stegen, se dirige al público durante la presentación del equiipo / Dani Barbeito/Sport

 Parece que no ha gustado mucho que el capitán del Barça terminara su discurso de presentación de la plantilla con un “Visca el Barça”, así, sin más. Se conoce que lo suyo es añadir un “i visca Catalunya”, que Ter Stegen obvió. Después de su “Visca el Barça”, el portero se dio media vuelta, ocupó su lugar y allí terminó su discurso, dejando a unos cuantos miles de seguidores con el “visca!” que -como está mandado- iban a responder, en la garganta, sin poder sacarlo al exterior, allí atorado, con el peligro de que alguno se ahogara. Un “visca Catalunya” encallado en la garganta puede causar incluso la muerte, a menos que el vecino de asiento aplique rápidamente la maniobra de Heimlich, que lo mismo sirve para expulsar un trozo de bistec que para expeler un “visca Catalunya” que había quedado atascado en el esófago. En algún lugar de los estatutos debe figurar que es obligatorio lanzar un viva a Catalunya cada vez que se lanza uno al Barça, siempre, en toda ocasión y lugar. Cosa extraña, no sucede al revés, y uno puede gritar “Visca Catalunya” sin estar obligado a añadir un “i visca el Barça”. Si hasta yo desconozco la razón de esta diferencia, si hasta a mÍ se me hace difícil distinguir cuando debo dar vivas a una u otra entidad, más le debe costar a Ter Stegen, que es alemán, y los alemanes son gente racionalista y cartesiana, allí a nadie se le ocurre gritar “Viva el Bayern de Múnich y viva Baviera”, cada cosa en su lugar y un lugar para cada cosa.

No he escuchado nunca al presidente de la Generalitat terminar su discurso del 11 de septiembre con un “visca el Barça”. En cambio, al revés, pretenden que yo grite vivas a Catalunya en un acto futbolístico, esos catalanes son gente muy rara, 'camaraden'- debe de contarles Ter Stegen a sus incrédulos familiares al llegar a casa.

El guardameta ignora que son miles los culés que asisten cada año a la presentación de la plantilla con la única intención de gritar bien fuerte “visca Catalunya”. Los fichajes y el equipo son lo de menos, de hecho les dan igual, pero llevan meses esperando mostrar a gritos su amor a la patria. El capitán del Barça les hurtó tal posibilidad.

El bueno de Ter Stegen todavía debe de estar preguntándose por qué razón un futbolista ha de gritar “Visca” a ninguna otra cosa que no sea su club de fútbol. Y, más raro todavía, que eso solo suceda en el Barça, porque nunca ha escuchado al capitán del Cádiz terminar un discurso con un “Viva el Cai i viva Andalucía, 'pisha'”. La razón -yo te lo explico, Marc André- es que los catalanes no estamos seguros de si Catalunya existe, con la tabarra del 'procés' uno llega a creer que ha sido un invento, igual que todo lo demás: derecho a decidir, mandato popular, exilio, etc. Así que tenemos que aprovechar toda ocasión para confirmar que Catalunya vive.

-Perdone, ¿podría decirme la hora?

-Claro que sí, caballero: las cuatro y media, y visca Catalunya.

-Gracias.

Los camareros han de cantar el menú añadiendo un “Visca Catalunya” tras resaltar lo buenas que están las albóndigas, y siempre debemos felicitar los cumpleaños de los seres queridos con “que cumplas muchos más y visca Catalunya”. Hasta las señoritas que comercian con su cuerpo suelen recibir a los clientes con “serán 150 y la cama, visca Catalunya”. “Visca!”, debe responder el cliente, antes de meterse en faena. En su polo moral opuesto -tal vez para ampliar la base del catalanismo- también los sacerdotes catalanes están obligados a terminar su liturgia con “ite missa est i Visca Catalunya”.

En el exilio que todavía padezco en Cala Montgó, hay bastantes alemanes. No parecen gente muy dada a lanzar vivas gratuitamente; la última vez que un tipo con bigote les conminó a gritar a favor de Alemania y del propio tipo con bigote, la cosa no terminó bien, o sea que están vacunados contra los nacionalismos y contra las proclamas fútiles y arbitrarias. Luteranos como son, saben que hay que separar el fútbol de todo lo demás, sea la política, sea la gastronomía, sea el amor. Ter Stegen sabe lo que se hace, que se empieza gritando “Catalunya über alles” y no se sabe cómo termina la cosa.

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