Opinión |
Negociaciones tras el 12M
Álex Sàlmon

Álex Sàlmon

Periodista. Director del suplemento 'Abril' de Prensa Ibérica.

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Junto al mar de La Gavina también hay política

Si tiene que existir un acuerdo de Govern rápido, que sea en un lugar con personalidad

El edificio principal del Hostal de La Gavina.

El edificio principal del Hostal de La Gavina. / EP

La última vez que vi a Carles Puigdemont fue en una celebración del Hostal La Gavina. Iba acompañado de Santi Vila, entonces conseller. Eran los primeros días del verano de 2017 y las cosas estaban muy alteradas. A pesar de ello, tanto el uno como el otro se mostraban tranquilos ante las últimas informaciones que ya hablaban de un posible artículo 155. Las presiones a Rajoy eran muy fuertes. Puigdemont maniobraba para tener un Govern cercano al referéndum provocando una crisis de gobierno, pero, y esta es una impresión personal, ninguno se lo creía del todo. Santi Vila era el que menos. Por ello dejó el barco del Govern un día antes de la proclamación de la república de los dos segundos.

He vuelto al mismo lugar. Parece que las instalaciones del hostal más famoso de la Costa Brava, en S’Agaró, siempre está presente en los momentos relevantes de la historia del país. En este caso fue a causa de la actuación del tenor Josep Carreras, en la Iglesia de la Nostra Senyora de l’Esperança, situada dentro de los límites de la considerada primera urbanización de España, que ahora está de centenario. A sus 77 años el tenor todavía es capaz de mantener un recital de más de una hora y con un nivel muy aceptable.

El proyecto imaginado por Josep Ensesa en 1924 a partir de una diminuta península dedicada al pasto de las cabras se ha convertido en centro de la vida cultural, social y política en verano. Todo puede pasar por allí. Este acto del centenario estaba dedicado a los vecinos de la famosa urbanización y, excepto los alcaldes de los pueblos limítrofes y el presi del Barça, Joan Laporta, al que situaremos en el listado de vecinos, la política se ausentó.

El acto del pasado sábado no es el único y todo apunta a que el próximo viernes La Gavina se pondrá de largo para recibir a todo Catalunya. Sin embargo, lo vivido durante aquellos veranos, los de 2012 y 2017, afortunadamente no volverán, excepto que la sociedad catalana torne al estado de ensoñación e irrealidad de aquellos días.

La tensión va por dentro. Todos se juegan mucho, pero con lógica. Cada vez está más cerca que Carles Puigdemont se salve de la prisión y vuelva a pasear junto a la piscina de agua salada de La Gavina, sin Santi Vila. Que la política distancia a los amigos. Tampoco está previsto que en la fiesta del sábado Salvador Illa se encuentre con Marta Rovira y acuerden un nuevo pacto de financiación junto a las aguas de S’Agaró. Y miren que el espacio da para reconciliaciones políticas, que no de estrellas de cine. Cuentan que fue en la coctelería del hotel donde Ava Gardner recibió una bofetada de Frank Sinatra, tras su 'affair' con Mario Cabré. Por cierto, el bar está exactamente igual. Y aunque puede que esa bofetada jamás existiera, es fácil imaginarla.

Si tiene que existir un acuerdo de Govern rápido, que sea en un lugar con personalidad, sobre todo pensando en la calificación del titular. Y con pocos caracteres. Que después hay que poner título y las frases no entran. 

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