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Sergi Sol

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Periodista

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La seductora mirada del CME

La huida de Puigdemont pone en tela de juicio la profesionalidad de la policía de Catalunya

Así fichó Illa a Trapero: tres años de relación con Sàmper y Parlon como enlaces

Puigdemont defiende su huida cargando contra ERC y avisa de que el 'procés' "no ha terminado"

Carles Puigdemont durante su regreso a Barcelona.

Carles Puigdemont durante su regreso a Barcelona. / Jordi Cotrina

El president Illa inicia su mandato visitando Egara, la sede corporativa de los Mossos d'Esquadra. Un gesto lógico, quizás necesario tras el esperpéntico trasiego en el passeig Lluís Companys que logró eclipsar la investidura en el Parlament. A la par que dejaba en ridículo a los Mossos.

La tocata y fuga del 'president legítim', a mayor gloria de su aura invencible, dejó ese dudoso balance. Que quitara los focos de lo que ocurría dentro del Parlament es anodino. A la postre, Illa resultó elegido, cuando todo indicaba que el pleno se pospondría. O eso creía el común de los mortales, luego que Puigdemont se despidiera lacónicamente de sus fieles en un mitin al otro lado de los Pirineos que, según los periodistas presentes, fue un martirologio. Luego remató en una carta irada en la que atribuía su detención –poniéndose la vena antes de la herida- a los republicanos, como en su día apuntó que la derogación de la sedición era un pacto entre PSOE y ERC para facilitar su extradición.

Lo de Illa es baladí. Pero el daño reputacional al Cuerpo de Mossos d’Esquadra (CME) es otra cuestión. Ante todo, porque pone en tela de juicio la profesionalidad de la policía de Catalunya. Creyeron a pies juntillas el relato de Puigdemont y así adecuaron el operativo. Hay que admitir que engañó magistralmente y sin ruborizarse a propios y extraños.

Luego hay un intríngulis más complicado de entender, que afecta a la jefatura de los Mossos. Eduard Sallent, comisario en jefe, estaba en el punto de mira del PSC. No es ningún secreto. Incluso en plena campaña electoral, Illa anunció que iba a situar al Major Josep Lluís Trapero como director general de los Mossos, la jefatura política del CME. Cabe recordar que Trapero –rival de un Sallent de corte más nacionalista- también era el favorito del president Torra y que en su día fue restituido patrióticamente por el conseller Sàmper, que ahora vuelve al Govern con Illa.

No le faltan padrinos al seductor Trapero. Solo cabe recordar cómo se materializó su ascenso a Major. El president Puigdemont lo convocó para comunicarle que no era el elegido, decisión consensuada con el vicepresidente Junqueras. Este se quedó patidifuso cuando volvió a ver a Puigdemont y este le comunicó, encogiendo los hombros, el cambio de tercio: ‘Le he mirado a los ojos y sé que me va a ser leal’.

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