Opinión |
Negociaciones entre PSC-ERC
Joan López Alegre

Joan López Alegre

Periodista y exdiputado en el Parlament

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El fin de todo acuerdo es el poder a cualquier precio

Cuanto más esfuerzo hagan para banalizar lo pactado, más grave debe parecernos

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder del PSC, Salvador Illa, durante un acto de la campaña electoral.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder del PSC, Salvador Illa, durante un acto de la campaña electoral. / FERRAN NADEU / EPC

No es fruto del azar quien anuncia un acuerdo político o un fichaje futbolístico. Al igual que a Laporta le conviene sacar pecho diciendo que puede fichar a Williams porque así parece que el Barcelona aún está en condiciones de competir con el Madrid, al PSOE no le interesa ser quien anuncie el acuerdo con ERC para que así de la sensación de que la cosa no va con ellos.  

Expertos constitucionalistas analizarán detenidamente el documento; unos concluirán que todo lo que incluye es viable y otros argumentaran lo contrario. Es un esfuerzo innecesario. Durante el debate sobre la ley de amnistía, los defensores de la aplicación inmediata de la misma argumentaron que los jueces no deben alterar la voluntad del legislador; pues bien, en el pacto entre ERC y el PSC hay poco margen para dudar de la intención de los socialistas de conceder a ERC todo aquello que han pedido.

Durante los próximos días oiremos a los portavoces más cercanos al PSOE como echan agua al vino. “Luego ya veremos si se aplica”, dirán unos; “no se ha hundido el mundo”, celebrarán otros. Pero que nadie se llame a engaño: cuanto más esfuerzo hagan para banalizar lo pactado, más grave debe parecernos. Pocas veces la frase “excusatio non petita, accusatio manifesta” ha tenido más sentido. 

El programa con el que el PSC concurrió a las elecciones de mayo era un detallado documento en el que no hablaba de conflicto político, sino de pasar página; no proponía ningún modelo de “soberanía tributaria”, tampoco prometía un departamento de política lingüística y no había media palabra sobre selecciones deportivas catalanas.  

Estamos frente a un 'déjà vu' de las elecciones generales de hace un año en las que Sánchez no proponía amnistía alguna, pero la concedió. ¿A cambio de qué? ¡De poder! Nietzsche, al que tantas frases se atribuyen, tiene una que viene muy al caso: “La interpretación que prevalece en un momento dado es una función del poder y no de la verdad”. 

Este acuerdo nos retrotrae a los dos tripartitos que tan malos resultados arrojaron económica y socialmente, pero será bendecido, de entrada, por casi todos porque, efectivamente, lo que importa es el poder.  

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