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Martí Saballs Pons

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Director de Información Económica de Prensa Ibérica.

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De Douglas Emhoff a Begoña Gómez

Para bañarse en un mar donde acechan los tiburones y las orcas, hay quien considera que no solo hay que ser; también parecer

Kamala Harris, Douglas Emhoff y Joe Biden, durante una simulación de juramento en la antigua cámara del Senado, el 3 de enero de 2017..

Kamala Harris, Douglas Emhoff y Joe Biden, durante una simulación de juramento en la antigua cámara del Senado, el 3 de enero de 2017.. / AP/Kevin Wolf

Douglas Emhoff (Brooklyn, Nueva York,1964) era uno de los abogados más prestigios de EEUU en litigios del sector del ocio. Como miembro de la firma DLA Piper había ganado 1,2 millones de dólares en 2020, según la información fiscal. Sus ingresos desde que en 2014 decidió casarse con la fiscal californiana Kamala Harris habían sumado 8,3 millones. 

Cuando su esposa, candidata a vicepresidenta de los Estados Unidos formando 'ticket' con Joe Biden, ganó las elecciones del 3 de noviembre de 2020, decidió abandonar inmediatamente la firma para evitar cualquier conflicto de interés dada la posición que tendría su esposa. Aceptó dar clases de derecho en la Universidad de Georgetown, Washington DC y, al mismo tiempo, ofrecer todo el apoyo a la oficina de la vicepresidenta. Entre sus diversos cometidos, como judío, ha estado liderar el movimiento contra el antisemitismo y participar en diversos actos con representantes de otros países o eventos deportivos. 

En estas fechas ya ha anunciado que tendrá un relevante papel de apoyo en la candidatura presidencial de Harris. Esta aspira a convertirse en la sexta persona que ha ocupado la vicepresidencia de EEUU desde la Segunda Guerra Mundial que puede acabar en el Despacho Oval de la Casa Blanca. Antes, lo fueron: Harry Truman, Richard Nixon, Lyndon B. Johnson, George Bush y Joe Biden.

Esta semana, otra reconocida abogada estadounidense, Usha Chilukuri Vance, también ha anunciado que deja otro prestigioso bufete, Munger, Tolles & Olson, por las mismas razones que mencionaba Emhoff. En su caso, para apoyar la candidatura a la vicepresidencia del país de su esposo, JD Vance, elegido por Donald Trump para acompañarle en su intento de volver a conquistar la Casa Blanca.

¿Exceso de escrúpulos? ¿Temor a que la incesante investigación a que son sometidos a todos los niveles los candidatos y sus familias pueda afectarles, incluso en lo más mínimo? El recuerdo del ejemplo de la abogada Hillary Clinton, que como esposa del presidente y exgobernador de Arkansas, fue sometida a un escrutinio absoluto de su actividad profesional durante la presidencia de su marido en los noventa pesó para el futuro. 

Otro ejemplo distinto: la abogada vallisoletana Miriam González. La esposa del ex viceprimer ministro del Reino Unido, Nick Clegg (2010-2015) mantuvo su labor profesional, experta en comercio internacional, e incluso fue nombrada en aquel periodo consejera de Acciona (cesó en 2014). Su actividad fue escrutada y auditada hasta el milímetro, incluso por la Cámara de los Comunes, por posibles conflictos de interés.

Para bañarse en un mar donde acechan los tiburones y las orcas, hay quien considera que no solo hay que ser; también parecer. La línea es fina y los riesgos son muy altos. El caso Begoña Gómez es un ejemplo más. Nada nuevo ni sorprendente. Que la justicia dictamine.

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