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Martí Saballs Pons

Martí Saballs Pons

Director de Información Económica de Prensa Ibérica.

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El tetris de julio: el mes más caro del año

Llegar sano y salvo, física y mentalmente, al inicio del curso escolar puede ser milagroso

La playa de Ribes Roges de Vilanova i la Geltrú.

La playa de Ribes Roges de Vilanova i la Geltrú. / Cedida / RocRoi

No hay manera. El estrés de las familias con hijos pequeños y adolescentes durante el verano se acentúa. Y no es por falta de interés y buenas intenciones. Julio roza el filo de todo. Se acaba convirtiendo en un mes sufridor para las cuentas corrientes y la estabilidad emocional y organizativa de muchos padres y madres. En bastantes casos, optan por endeudarse ahora que los bancos compiten por trocear los pagos realizados con tarjetas. Tiempos de campamentos, campos de colonias, viajes de aventura organizados a nivel nacional e internacional y todo tipo de oferta lúdico infantil para salvar el mes más difícil de gestionar del año en todos los sentidos.

A continuación, expongo un caso real de cómo una madre y un padre de tres gestionan este peculiar tretis.Como este, decenas de miles de ejemplos que darían para llenar una enciclopedia de autoayuda familiar:

En las primeras dos semanas de julio los dos hijos pequeños (15 y 11 años) son colocados en el campus del Club Natació Catalunya, comiendo en casa de la abuela para abaratar costes. Tienen asegurada el agua para refrescarse. Mientras tanto, el mayor (17 años) se instala en la escuela oficial de idiomas realizando un curso intensivo de inglés aburriéndose como una mosca. También almuerza en casa de la abuela. En la tercera semana, los dos pequeños se van a un campus de waterpolo en Banyoles y el mayor a un campus de fútbol en el barrio de Sant Andreu, Barcelona. Allí, comen en los respectivos campamentos, Y, para acabar de rematar el mes, la cuarta semana se ha llegado a un acuerdo con otras familias amigas para repartirse todos los niños durante los cinco días. Un método contra el aburrimiento y la impaciencia.

Tras el apasionante julio, en agosto toca pasar unos cuantos días de vacaciones juntos toda la familia en comandita alquilando un apartamento en un punto de la costa catalana. El resto de días más vale organizar algunas salidas puntuales dependiendo del clima y de la oferta cultural, gastronómica y musical, que no es tampoco barata. No extraña que se hayan puesto de moda las 'escape rooms'. En ese mes, además, empieza a ser necesario acercarse al trabajo, aunque sea a través de la pantallita del ordenador o el móvil.

Sume y siga, que sigue, porque en septiembre, las criaturas se quedan los días previos al inicio del curso «criando malvas en casa». Al nivel de gastos que organizar toda esta parafernalia supone, hay que agregar para esta familia el registro de cargar con el pago de mil euros para pagar los libros de texto del curso que viene más el material escolar y empezar a organizar las extraescolares de la nueva temporada. Llegar sano y salvo, física y mentalmente, al inicio del curso escolar puede ser milagroso.

Es un sistema perverso, producto del descontrol y la descoordinación entre el calendario laboral, escolar y vacacional. Tanto hablar de repartir las vacaciones a lo largo del año y apenas se ha avanzado. 

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