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Joan Tapia

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Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.

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Yolanda, Sánchez y Garamendi

La ley de las 37,5 horas, aprobada sin acuerdo con la CEOE, podría naufragar en el Congreso y sería un duro varapalo para el Gobierno

Garamendi: "Las pequeñas empresas no podrán aguantar el tirón de la reducción de jornada"

Yolanda Díaz hará una última propuesta a la CEOE para sacarla del 'no' a la reducción de jornada o romper

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, durante una rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Ministros, en el Palacio de La Moncloa, el pasado 2 de julio de 2024.

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, durante una rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Ministros, en el Palacio de La Moncloa, el pasado 2 de julio de 2024. / A. Pérez Meca

Cuando Sánchez logró la investidura, un dirigente de una patronal catalana (no Foment) me expresó su satisfacción: “necesitábamos un Gobierno y seguir normalizando Catalunya, es positivo”. Le inquirí por el pacto entre el PSOE y Sumar sobre la reducción de la jornada laboral de las 40 horas del Estatuto de los Trabajadores de 1983 a las 37,5 en el 2025. Sonrió: “vale, es un acuerdo para la galería que no podrá implementarse. Ni Junts ni el PNV lo votarían, porque en Catalunya y Euskadi hay muchas pymes que saldrían perjudicadas”.

Hoy, en muchos países, las coaliciones de Gobierno son un crujir de dientes. Ahí está Francia, tras la derrota del domingo de Le Pen. E incluso la virtuosa Alemania, donde el tripartito de socialdemócratas, verdes y liberales lo tiene cuesta arriba. Pero la mayoría (¿) de Sánchez es la más rocambolesca de Europa. Y quizás no tanto por sus aliados, sino por el propio socio de Gobierno.

Sumar, electoralmente, no suma -Galicia, Euskadi, Catalunya, europeas- y Yolanda Díaz, que parecía que se iba a comer el mundo, necesita reafirmarse. Y ha creído que las 37,5 horas semanales serían un buen reconstituyente.

Pero la medicina se le puede indigestar. Porque, de entrada, el Gobierno lo planteó como compatible y fruto del diálogo social. Y Yolanda, tras las descalificaciones a bastantes empresarios, ya no tiene la credibilidad de cuando la reforma laboral. Ahora, tras las últimas refriegas y los aumentos no pactados del salario mínimo, los empresarios la respetan menos y desconfían mucho más. Y pese a que la economía tira -el paraguas de Sánchez- pasar de a las 37,5 horas en dos años tiene costes. Y los costes -como mínimo- se discuten duro y se negocian.

No lo ha entendido así Yolanda Díaz, que hasta la pasada semana -prepotente- reñía a los empresarios y amenazaba con tirar adelante la ley. Pero las cosas son complejas. La jornada laboral -fruto de la negociación colectiva- ya no es en ningún sector de 40 horas, aunque en algunos (hosteleria, 39,4; comercio, 39,1 y agrario, 39) está muy cerca. Seguramente el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, exagera cuando dice que las 37,5 horas sin reducción de salario sería como regalar -pagando las empresas- 12 días de vacaciones. Pero lo cierto es que no tanto en las grandes empresas, pero sí en sectores intensivos en manos de obra y en muchas pymes (y empresas poco rentables, que deben seguir para que no suba el paro) sería un pellizco o un golpe a sus cuentas de resultados.

Por eso, los empresarios se resisten y el presidente de Cepyme, Gerardo Cuevas, en su asamblea y con presencia de Isabel Díaz Ayuso, atacó al Gobierno, diciendo incluso que va contra la economía de libre mercado. Más cauto está Garamendi, que argumenta que firmó un acuerdo salarial con los sindicatos del 2023 a 2025 que no contemplaba la reducción de jornada fuera de lo que se pactara en los convenios. Y la Pimec catalana -que no está en la órbita de la CEOE- también está enfurecida contra las 37,5 horas.

El Gobierno ha tomado nota. Así, el siempre discreto ministro de Economía, Carlos Cuerpo, dijo la semana pasada en Japón (y en japonés) que había que dar un margen de flexibilidad a la reducción de jornada. Sea cual sea la fuerza de Cuerpo en el Gobierno, lo cierto es que Yolanda Díaz ha suavizado su posición y ahora tiene menos prisa y se abre a dialogar más.

El fondo de la cuestión es el de mi citado interlocutor. El PNV y Junts ya han votado en el Congreso una resolución instando al Gobierno a no legislar en esta materia sin el consenso empresarial. Luego, si Cuerpo pintara poco y el Gobierno aprobara las 37,5 horas unilateralmente, lo más probable es que la ley fuera tumbada en el Congreso, sumando el PNV y Junts sus votos al PP. Y esto es algo que conllevaría el fin del Gobierno Sánchez.

¿Cómo contentar a Yolanda Díaz sin dañar la economía, deteriorar más el clima empresarial, y evitar que el PNV y Junts voten contra el Gobierno para cuidar a las pymes? Ese es el sudoku que tendrá Sánchez -y ni mucho menos el menor- a la vuelta de vacaciones. Sánchez-Llibre, el presidente de Foment, que fue un sutil político democristiano, vigila y -aunque no están a partir un piñón- susurra a Garamendi: sé suave, pero no cedas, tenemos las de ganar.

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