Opinión |
Junqueras y Puigdemont
Astrid Barrio

Astrid Barrio

Profesora de Ciencia Política de la Universitat de València. Miembro del Comité Editorial de EL PERIÓDICO

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Dos hombres y un destino

Aunque parece que Junqueras ve con buenos ojos un acuerdo con el PSC, podría convenirle más volver a las urnas ya que dando una nueva oportunidad a Puigdemont se la daría a sí mismo

Abrazo entre Junqueras y Marta Rovira

Abrazo entre Junqueras y Marta Rovira / David Borrat | EFE

El retorno de Marta Rovira a Catalunya como consecuencia de la decisión del juez Manuel García Castellón de sobreseer y archivar provisionalmente la causa de Tsunami Democràtic que ha permitido el levantamiento de la orden judicial que pesaba sobre ella, ha hecho posible el reencuentro en suelo catalán con dirigentes y militantes de la formación republicana, incluido Oriol Junqueras del que llevaba tiempo distanciada y no solo físicamente. Un reencuentro que ha tenido lugar en unos de los momentos más convulsos de la historia reciente de la organización.

Tras los malos resultados obtenidos en las elecciones catalanas Rovira ha anunciado su renuncia a volver optar a la reelección como secretaría general del partido al considerar que la generación del ‘procés’ deber dejar paso a nuevos líderes, una posición que ha visto avalada por un nutrido grupo de dirigentes y cuadros que han lanzado el manifiesto ‘Reactivem l’Esquerra Nacional’. Por el contrario, Junqueras, al parecer sintiéndose poco responsable de lo acontecido en los últimos años a pesar de ser el presidente de la formación, ha renunciado a su puesto y ha iniciado un proceso interno de escucha para rearmarse e intentar ser reelegido en el congreso extraordinario que tendrá lugar en noviembre, una vez que se haya despejado la incógnita de si investidura o elecciones, decisión de la que en ningún caso se le podrá atribuir ninguna responsabilidad directa.

La actual situación de Rovira que ya no tiene causas pendientes con la justicia dista mucho de la de Junqueras, quien, una vez descartada por parte del Tribunal Supremo la aplicación de la ley de amnistía al delito de malversación, permanecerá inhabilitado hasta 2031. En cambio, la de Junqueras se asemeja a la de Carles Puigdemont, sobre el que pesa no solo esa acusación sino todavía la de terrorismo por la causa de Tsunami Democràtic, a la espera de la decisión del Tribunal Supremo. Los dos principales líderes del procés, a pesar de los intentos de los numerosos intentos de desjudicialización que ha habido, siguen o bien cumpliendo condena o a la espera de juicio y por tanto, sin poder pasar página. Y mientras así sea y sigan en activo, ni ellos ni los demás.

Puigdemont se comprometió durante la precampaña a abandonar la política activa si no era investido presidente de la Generalitat tras las elecciones del 12 de mayo por lo que en el caso de que ERC se decante por hacer presidente a Salvador Illa, la formación republicana habrá contribuido, si en esta ocasión el expresidente cumple su palabra, a poner fin a su carrera política, algo que dificultaría las aspiraciones de continuidad de Junqueras. Al fin y al cabo el destino de ambos líderes es indisociable desde el momento en que decidieron desafiar juntos al Estado y resulta difícilmente comprensible que uno se mantenga si el otro no lo hace. Contrariamente, si hay una repetición electoral y Puigdemont vuelve a ser candidato, la voluntad de Junqueras de volver a ser presidente de ERC, y eventualmente candidato cuando deje de estar inhabilitado, gana enteros. Y aunque parece que Junqueras, al igual que Rovira, ve con buenos ojos un acuerdo con el PSC, podría convenirle más volver a las urnas ya que dando una nueva oportunidad a Puigdemont se la daría a sí mismo.

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