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Consulta a las bases
Astrid Barrio

Astrid Barrio

Profesora de Ciencia Política de la Universitat de València. Miembro del Comité Editorial de EL PERIÓDICO

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Tras el sí de ERC, ¿qué?

La orden de encarcelamiento que pesa sobre Puigdemont amenaza con restar protagonismo a Salvador Illa en su investidura, pero difícilmente el regreso del expresident evitará que en pocos días se abra una nueva etapa en Catalunya con un socialista al frente del Govern

La secretaria general de ERC, Marta Rovira, flanqueada por Pere Aragonès y Marta Vilalta, tras los resultados de la consulta

La secretaria general de ERC, Marta Rovira, flanqueada por Pere Aragonès y Marta Vilalta, tras los resultados de la consulta / MANU MITRU

El PSC y ERC han llegado a un preacuerdo articulado en torno a cuatro ejes -la resolución del conflicto político, un nuevo modelo de financiación, el reconocimiento de Catalunya como una nación con lengua propia y voluntad de proyectarse al mundo y las políticas públicas- que va a permitir la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat. Este acuerdo fue avalado a principios de semana por la dirección de la formación republicana y finalmente la militancia del partido, a través de una consulta a la que se comprometieron sus dirigentes y que se ha celebrado a lo largo de este viernes con una participación superior al 77%, ha dado su beneplácito aunque sea por la mínima, ya que los votos favorables no han superado el 53% frente al 44,8 en contra. 

La división interna en ERC es muy notable, con grupos opositores movilizados por el no al acuerdo, circunstancia que ayuda a explicar porqué Oriol Junqueras, quien aspira a ser nuevamente presidente del partido, se haya limitado a expresar su respeto por el acuerdo pero haya evitado posicionarse a favor o en contra del mismo.  A pesar de todo, el primer obstáculo interno está sorteado, pero el desenlace todavía no está escrito a la espera de que las juventudes de ERC, críticas con el acuerdo, decidan este fin de semana en un consejo nacional extraordinario y al margen de la decisión de las bases, el sentido del voto de su diputada, Mar Besses. De ella depende ahora que Illa sea investido, ya que su voto es el que permite al bloque de izquierdas tener la mayoría absoluta en el Parlament de Catalunya, una vez que los Comuns también hayan dado el visto bueno al acuerdo con el PSC. No obstante, parece poco probable que se produzca una ruptura de la disciplina de voto y que las juventudes, a estas alturas, puedan hacer descarrilar la investidura.

Una vez Salvador Illa haya reunido los votos necesarios y, por tanto, existiendo un candidato a presidente de la Generalitat viable, el presidente del Parlament, Josep Rull, no debería demorar la convocatoria del pleno de investidura y mucho menos condicionar la fecha a las veleidades de Carles Puigdemont, el otro candidato con aspiraciones pero sin apoyos. Una hipótesis que no es descartable dada la tendencia de Junts per Catalunya a instrumentalizar las instituciones y más si se tiene en cuenta que el expresident se ha comprometido a volver a Catalunya para el debate de investidura. La orden de encarcelamiento que pesa sobre él amenaza con restar protagonismo a Salvador Illa en su investidura, pero difícilmente el regreso de Puigdemont evitará que en pocos días se abra una nueva etapa en Catalunya con un socialista al frente del gobierno por mucha presión que desde Junts y la ANC se traslade al independentismo.

A partir de entonces el reto del nuevo presidente será poner en marcha un gobierno capaz de superar más de una década de 'procés' y muchos años de parálisis y esmerarse por dar cumplimiento a los términos del acuerdo alcanzado, aunque algunos de los puntos, en especial el más polémico, la financiación singular,  no solo van a depender de él, de sus socios parlamentarios y de un PSOE muy dividido al respecto, sino también de Junts, que atraviesa sus horas bajas, desalojada del poder y con la carpeta judicial de Puigdemont -y algunos otros dirigentes y cuadros- todavía por resolver. Así, aunque nada de lo que haga Junts vaya a impedir a Illa ser investido y pueda gobernar, sí que puede condicionar el cumplimiento los aspectos de los acuerdos que han de pasar por el Congreso y con ello la propia continuidad del gobierno central.

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