Investidura
Sergi Sol

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Periodista

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Trias, el vencedor sin premio, lo tendría clarísimo

La apuesta rocambolesca de Puigdemont de pretender que Illa le brinde su apoyo es una ocurrencia sin posibilidad alguna de prosperar, pero que además demuestra que Puigdemont quiere ser President al precio que sea

L’alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, saluda en un ple Elisenda Alamany d’ERC. | MARTA PÉREZ / EFE

L’alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, saluda en un ple Elisenda Alamany d’ERC. | MARTA PÉREZ / EFE

Si Xavier Trias no es primer teniente de alcalde Barcelona no es por falta de ganas, sino porque a Collboni no le ha interesado. Con lo que el pragmático vencedor de los comicios en la capital de Catalunya se ha quedado también sin el premio de consolación. A mayor abundamiento, si Colau no está en el Ayuntamiento no es por falta de ganas, sino porque Collboni no la quiere ver ni en pintura. A Colau tampoco la pueden ver los republicanos, conscientes de que se la lleva jugando con "la peor derecha de la ciudad" desde 2019. Cierto que el maestro de ceremonias fue el hábil Collboni. Pero los republicanos contaban con esa posibilidad. Con la que no contaban es con la jugarreta de los hijos del 15M. Por si no fuera suficiente, Colau influyó claramente en la decisión de dar la puntilla al Ejecutivo de Aragonès. Llueve sobre mojado. Igual por eso el bueno de Jaume Asens (el aliado de Waterloo) se ha llevado un humillante revolcón frente a Podemos en Catalunya. Un partido sin estructura de ningún tipo les ha superado en apoyo popular. Pírrico resultado por debajo del 5%. Pero más sonrojante es el escrutinio final de Sumar/Comuns. 

Collboni quiere a ERC. Por lo que sea. Y aunque ERC deberían estar muy cabreados con Collboni por lo acontecido en los últimos años, también es verdad que no lleva a parte alguna hacerse eternamente el ofendido sin solución alguna. ERC quiso ejercer de oposición, condenada por el cordón sanitario que impuso en la legislatura de 2019 Collboni con la aquiescencia de la alcaldesa Colau. Y el resultado, henchidos de dignidad, es que ERC contaba con 10 concejales y se quedó con cinco. Mientras Collboni y Colau aguantaron electoralmente bien y Trias –salido de la nada- tuvo suficiente con anunciar su candidatura para generar un revuelo y capitalizar la alternativa a Colau en dura pugna con el mismo Collboni.

La cuestión que deben decidir ahora los militantes de ERC en su consulta interna es si dan o no dan el visto bueno al pacto alcanzado por la ejecutiva local. Cuestión que luego deberá ratificar también la Ejecutiva Nacional del Partido tras la investidura de Josep Rull como presidente del Parlament que es el hombre que va a controlar los tempos de acuerdo a los intereses de Puigdemont, que, como no tiene apoyos suficientes, busca enconadamente forzar la repetición electoral que es lo que probablemente va a suceder. Por dos motivos: primero, porque la apuesta rocambolesca de Puigdemont de pretender que Illa le brinde su apoyo es una ocurrencia sin posibilidad alguna de prosperar, pero que además demuestra que Puigdemont quiere ser President al precio que sea. Todo pasa por ahí. Y en segundo lugar, porque Illa no propone absolutamente nada que sea mínimamente seductor para los republicanos. Nada de nada hasta la fecha, ni una sola propuesta más allá del reparto del botín. 

ERC-Barcelona ha sido además la moneda de cambio a lo largo de la legislatura de Pere Aragonès. Los sacrificados. Tuvieron que renunciar a ejercer de oposición y a regalar sus votos para sacar los presupuestos de Colau-Collboni a cambio de los de Aragonès, lo que obligó a Ernest Maragall a enmendarse en 24 horas.

Va siendo hora de tomar una decisión largamente aplazada por cuestiones que escapan a la lógica de la capital de Catalunya. Es razonable que a los militantes que van a votar les pese que Collboni les haya robado la cartera dos veces. Pero las buenas decisiones se toman con la cabeza fría, no con el estómago, sopesando pros y contras. ¿Es bueno seguir en la intemperie, sacando pecho y apelando a la dignidad, que tampoco parece que les haya dado rédito alguno, o tomar el control de un parte sustancial del ayuntamiento de la capital de Catalunya? Trias lo tenía clarísimo. Aunque probablemente piense que lo que vale para él no vale para los republicanos. Como diría aquel: aún hay clases. Dispongan lo que dispongan, los militantes republicanos sin dejarse intimidar por nada ni por nadie. Entonces, a buen seguro, habrán tomado la decisión correcta. 

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