Investidura
Sergi Sol

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Periodista

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La patraña de un Parlament en vía muerta

Lo de insistir en recabar el apoyo del PSC -vía PSOE- no solo es fantasioso, es una enmienda a la totalidad a todo lo dicho desde Waterloo los últimos siete años

Carles Puigdemont i Josep Rull, dijous a Waterloo (Bèlgica). | PARLAMENT DE CATALUNYA / EFE

Carles Puigdemont i Josep Rull, dijous a Waterloo (Bèlgica). | PARLAMENT DE CATALUNYA / EFE

La 'performance' del presidente Rull, convocando un pleno sin ton ni son, permite que el reloj corra. No en favor de investidura alguna. Corre para barrer opción alguna de evitar nuevas elecciones. Corre para dar alas a Puigdemont, salvar lo que fue una clara derrota y darse a si mismo una segunda oportunidad; a él, al llamado Legítimo que, en defecto, se quedaría ante el dilema de ser jefe de la oposición o irse a casa. 

Lo de insistir en recabar el apoyo del PSC -vía PSOE- no solo es fantasioso, es una enmienda a la totalidad a todo lo dicho desde Waterloo los últimos siete años. Es una desvergüenza, una estafa de una magnitud que obliga a dudar de todo, de todo lo que se refiere a honestidad política, patriótica y estratégica. 

Todo, absolutamente todo, se fundamenta en restituir en la Presidencia a una persona. Sin más, como dijo Xavier Trias. Es, en efecto, el reverso de lo que en su día escribió metafóricamente Salvador Espriu: "un hombre puede morir por un pueblo / pero un pueblo no puedo morir por un hombre".

La idea de lograr la Presidencia, pactando con el mismo 155 que denuncian como un anatema, al precio que sea -tras tanta soflama patriótica incendiaria-, da buena cuenta del fondo del asunto. Forzar la Presidencia con un Parlament de clara mayoría no independentista y más a la derecha que nunca puede ser legítimo, pero no legitima lo hecho y dicho tras su marcha a Bruselas tras la DUI que jamás llegó a tener virtualidad alguna. Convierte la opereta en una tragicomedia. Es un pretexto burdo, retorcido, para forzar la convocatoria electoral cargando el mochuelo a otro.

Josep Rull es un buen tipo. No hay duda. Es noble y tiene corazón. Pero como presidente, pese a una puesta en escena institucional y solvente, contribuirá con esmero a que el minutero -por activa y por pasiva- avance hacia el 'deadline' dando por muerta la legislatura. Tal vez un día nos miremos a los ojos y nos contemos la verdad, revelando nuestras intenciones. Tanto los que desean encarecidamente nuevas elecciones como los que pretenden una investidura sin compromiso real y sin sacrificio alguno.