Opinión |
Aprobación en el Congreso
Jordi Mercader

Jordi Mercader

Periodista.

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La amnistía y sus efectos en la gobernación de Catalunya

El riesgo seguirá vivo hasta comprobar las consecuencias de la resistencia de los jueces y el futuro de la ley en el Tribunal Constitucional

La amnistía, la ley de las primeras veces, llega a su fin parlamentario este jueves

Feijóo traslada el pulso europeo con Sánchez a la calle a las puertas de la aprobación final de la amnistía

Vista general del Hemiciclo del Congreso de los Diputados

Vista general del Hemiciclo del Congreso de los Diputados

La ley de la amnistía es, en esencia, la última de las medidas para mitigar las consecuencias del desastre de 2017 que tenían a mano los sucesivos gobiernos progresistas dirigidos por Pedro Sánchez. El PSOE y el PSC han asumido un altísimo riesgo político al aprobar esta serie de actos que los independentistas consideran el reconocimiento de las injusticias protagonizadas por el “Estado represor” y los socialistas una apuesta "por la reconciliación catalana”. El riesgo seguirá vivo hasta comprobar las consecuencias de la resistencia de los jueces y el futuro de la ley en el Tribunal Constitucional. 

La etapa paliativa ha tenido su mérito y sus beneficiarios, aunque no ha registrado ningún avance perceptible en la resolución del conflicto político que la justifica, más allá de una sensación de alivio que habrá de ser confirmada en las próximas semanas. La coincidencia del final de este período con las negociaciones poselectorales en Catalunya ofrece un horizonte inmediato para comprobar los efectos reales de estas reparaciones políticas y judiciales entre los protagonistas de la política catalana y la gobernación del país.

El 12-M dio la victoria a Illa, advirtió a Puigdemont de un cambio de tendencia, derrotó a Aragonès, pero concedió a Junqueras la llave para abrir o cerrar el paso a la nueva época, propiciada por la negociación política establecida entre el gobierno en minoría de ERC y el gobierno de PSOE y Sumar. 

El presidente de ERC ha exhibido colaboración programática con el Gobierno progresista de Sánchez desde mucho antes que Puigdemont oteara la posibilidad de beneficiarse personalmente de la misma y sus diferencias ideológicas con Junts son, como poco, tan profundas como sus discrepancias estratégicas en materia soberanista. ¿Qué impide a los republicanos repetir la fórmula del Congreso en el Parlament? Nada, a menos que el miedo de una parte de ERC a perder posiciones secesionistas respecto de Junts se imponga a los planteamientos progresistas de Junqueras.

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