Crisis política

El autogolpe de Maduro entra en una nueva fase con la salida de Venezuela de Edmundo González

González Urrutia abandona Venezuela con destino a España en calidad de asilado político

Carolina González, hija del candidato presidencial opositor de Venezuela en las recientes elecciones, Edmundo González, sale de la Base Aérea de Torrejón de Ardoz, en las afueras de Madrid.

Carolina González, hija del candidato presidencial opositor de Venezuela en las recientes elecciones, Edmundo González, sale de la Base Aérea de Torrejón de Ardoz, en las afueras de Madrid. / REUTERS / Violeta Santos Moura

Abel Gilbert

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La furtiva partida hacia España de Edmundo González parece poner fin a un capítulo de la larga y laberíntica crisis política venezolana que se había abierto el 28 de julio cuando el Consejo Nacional Electoral (CNE) le adjudicó la victoria en las urnas a Nicolás Maduro sin presentar ninguna acta que lo acreditara. La Plataforma de Unidad Democrática (PUD) cantó fraude y adjudicó el triunfo a su propio candidato, el exdiplomático que acaba de subirse a un avión con destino a Madrid en calidad de asilado político. Obtuvo el inmediato respaldo de Estados Unidos, la UE y casi toda la región. Los Gobiernos progresistas de Brasil, Colombia, México y Chile, se abstuvieron de validar los resultados oficiales y pidieron pruebas que nunca llegaron. La oposición, bajo el liderazgo de María Corina Machado, ocupó las calles de Caracas y otras ciudades para acompañar las presiones internacionales. Sin embargo, esos empeños no lograron alterar la hoja de ruta que se había trazado de antemano el Palacio de Miraflores con la inestimable ayuda del CNE y el Supremo Tribunal de Justicia venezonalo, que a la práctica es un brazo del Ejecutivo.

El madurismo se apoyó en su base social y la capacidad punitiva que deriva de la alianza estratégica entre las Fuerzas Armadas y el Gobierno, aquello que el propio Maduro llama con su conocida altisonancia "la unidad cívico-militar-policial perfecta". Los llamados opositores a los uniformados para que fisuren ese bloque nunca fueron escuchados. Maduro tuvo también el apoyo inequívoco de China, Rusia, Turquía e Irán. Esas simpatías manifiestas dieron cuenta de que el conflicto venezolano superaba sus propias fronteras.

La oposición, más allá de su declamada confianza en que esta vez la historia estaba de su lado, sabía en su fuero íntimo desde hace semanas que sus esfuerzos estaban destinados a chocarse contra el muro del Partido Socialista Unido (PSUV). Una prueba de esa sensación anticipada de derrota la acaba de ofrecer el ministro de Asuntos Exteriores de Países Bajos, Caspar Veldkamp a la Cámara de Representantes: Edmundo González estuvo alojado en secreto en la embajada neerlandesa en Caracas durante más de un mes antes de subirse al avión. Esa era la razón de su ausencia en las movilizaciones. Maduro lo sabía y por eso no dudó en propinarle insultos y descalificaciones: "inmundo", "cobarde". Cuando la Fiscalía General, al mando de Tarek William Saab, uno de los espadachines más punzantes del Palacio de Miraflores, decidió activar una orden de captura contra el candidato de la PUD por no presentarse a declarar en la causa abierta por presuntos delitos electorales, el madurismo no hizo más que activar la última fase de lo que Diosdado Cabello, flamante ministro del Interior y Justicia, llamó la "operación tun tun".

De golpe a autogolpe

La onomatopeya ("tun") resume el programa represivo que se activó la misma noche del 28 de julio y que provocó al menos 21 muertos y 2.000 detenidos que el Gobierno atribuye a la oposición. Érase un tradicional villancico venezolano que rezaba: "Tun tun, ¿quién es? ¡Gente de paz!". Pero el golpe contra la puerta que anunciaba una buena nueva se transformó en un autogolpe de Estado que Maduro justificó para evitar una conjura "fascista" en su contra. "El que se coma la luz (desafíe al poder)… Tun tun. No seas llorón, vas pa’ Tocorón (el Centro Penitenciario de Aragua) ", llegó a autocelebrarse el propio presidente durante los días de mayor intensidad del conflicto.

Saab dijo que con la partida de González Urrutia concluye una "mediocre obra" de caracter bufo. El fiscal no se privó de su propio paso de comedia al decir que fue "informado por las autoridades venezolanas de la solicitud de asilo" y, como si funcionara independientemente de Maduro, expresó un "respeto absoluto a las decisiones del Ejecutivo" al aceptar la salida del exdiplomático.

Machado aseguró que permanecerá en Venezuela y al frente de la lucha. También pidió que la comunidad internacional ayude a salir del país a los dirigentes en problemas, un reconocimiento de que vienen tiempos difíciles. Ella justificó el pedido de asilo del abanderado de la PUD:"corría peligro, y las crecientes amenazas, citaciones, orden de aprehensión e incluso los intentos de chantaje y de coacción de los que ha sido objeto, demuestran que el régimen no tiene escrúpulos ni límites en su obsesión de silenciarlo e intentar doblegarlo".

La derrota es también de Lula

La UE reclamó este domingo que el Palacio de Miraflores ponga fin a la "represión, los arrestos arbitrarios y el acoso contra miembros de la oposición y la sociedad civil, así como que liberen a todos los presos políticos". La represión contra los "fascistas", "drogadictos" y "mercenarios" no solo se activó en las calles. Al menos 20 alcaldes han sido puestos bajo arresto o inhabilitados por apoyar a Edmundo González o aceptar el liderazgo de la derechista Machado. Otros seis antimaduristas se asilaron en la embajada argentina. Brasil se encargó de administrar la legación diplomática, rodeada por uniformados, pero el Gobierno revocó esa función en un abierto desafío al presidente Luiz Inacio Lula da Silva.

Sus intentos de mediar entre Maduro y sus adversarios, y el pedido de que el CNE presentara las actas que acreditaban el triunfo del candidato oficial, no llegaron a buen puerto. Lula puso en juego su capital político y su probada capacidad negociadora: no le ha ido bien. Sus relaciones con Maduro no tienen visos de recuperarse teniendo en cuenta que calificó de "desagradable" al "régimen" del vecino país.  Gustavo Petro llegó a proponer que los venezolanos formen un Gobierno de coalición para evitar que se agudice una crisis que afecta especialmente a Colombia: allí viven más de dos millones de venezolanos y se espera que muchos migren hacia otros países en los próximos meses. Maduro utilizó el arte de la descalificación sutil hacia su colega: expresó su solidaridad con Petro en momentos de acoso político y judicial de los sectores conservadores que quieren desplazarlo alegando la existencia de irregularidades cometidas durante la campaña electoral de 2022.

El factor petrolero

Otro factor habría contribuido a este desenlace, aunque de una manera más subrepticia, y huele a petróleo. Antes de los comicios, Maduro dijo que su continuidad sería garantía de cuantiosas ganancias para las empresas multinacionales más allá del desagrado que les provoquen sus discursos y rituales afirmativos, y de los repudios que se escuchen en el exterior. La hipótesis de una silenciosa aceptación de ese ofrecimiento solo sería refutada con la llegada de contundentes sanciones de Estados Unidos que disuadan o impidan el esperado flujo de inversiones. Estados Unidos había suavizado las medidas contra Caracas en virtud de los acuerdos con la oposición para llevar a cabo los comicios, cumplidos a medias. La presencia de Chevron, Maurel & Prom, de Francia, y Repsol, de España, permitió dinamizar otra vez el sector de los hidrocarburos, con un impacto positivo en una economía desahuciada. El país tiene una deuda externa de 160.000 millones de dólares que necesita reestructurar. El Gobierno cree que es pagable en la medida que se amplíen las licencias petroleras "autorizadas" por la Casa Blanca y avance la dolarización de la economía. Maduro está convencido de que pudo superar los desafíos. Debería asumir en enero. Demasiado tiempo para Venezuela.