Consolas y libros

Barcelona planea una biblioteca con videojuegos y servicio 24 horas en el Eixample

La rehabilitación para reabrir el Taller Masriera costará 8,4 millones de euros, un precio superior a los 7,5 millones que el Ayuntamiento pagó por adquirirlo

Barcelona halla tres toneladas de amianto por retirar en el Taller Masriera, pendiente de reapertura

La fachada del Taller Masriera, en la Dreta de l'Eixample, en Barcelona.

La fachada del Taller Masriera, en la Dreta de l'Eixample, en Barcelona. / JORDI OTIX

Jordi Ribalaygue

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La nueva biblioteca del Eixample, en Barcelona, es por ahora tan solo un compromiso por concretar, sin previsión de fechas para las obras ni para la inauguración. Sí se sabe que se alojará en el Taller Masriera, la réplica de un templo clásico plantado en la calle Bailèn y adquirido por el Ayuntamiento por 7,5 millones de euros en 2020. Allí se trasladarán los fondos de la biblioteca Sofia Barat, que se ha quedado pequeña para los estándares de una área de influencia con 44.105 habitantes

Se estima que se abonarán 8,4 millones de euros para renovar el inmueble, “en desuso y en un estado de abandono considerable”, según un informe del consistorio. El traslado se intuye aún lejano, con el concurso apenas convocado para elegir cómo encajar la biblioteca, un teatro-sala de actos y un espacio comunitario y vecinal en 2.180 metros cuadrados. Antes tendrán que retirarse tres toneladas de amianto

Aunque el proyecto es todavía embrionario, los primeros documentos apuntan dos propuestas transgresoras. Por un lado, se plantea habilitar un espacio donde jugar a videojuegos en la futura biblioteca; por otro, se prevé que sea la elegida para ensayar que parte de las instalaciones permanezcan abiertas todo el día, también en horario nocturno. Ambas ideas figuran en la documentación para contratar el diseño arquitectónico que rehaga el Taller Masriera, por un gasto máximo de 99.430,20 euros para el Ayuntamiento. 

Espacio joven

El Consorcio de Bibliotecas de Barcelona redactó un programa funcional que describe los espacios que concibe para el equipamiento a título “orientativo”, a falta de ajustarlo mediante un “proceso de reflexión” que se compromete a abrir en la Dreta de l’Eixample. El documento postula que se acondicione un “espacio joven”, de hasta 90 metros cuadrados y que sea capaz de atraer al público juvenil. Incluirá una zona ‘gaming’, que dará acceso a “las principales plataformas de videojuegos” para que "los usuarios puedan experimentar, jugar y divertirse”.

Por otro lado, el plan esbozado por la empresa municipal BIMSA revela que el Taller Masriera acogerá “una prueba piloto del servicio de biblioteca abierta 24 horas al día”. “Se trataría de una parte relativamente acotada, que requeriría de un acceso y circuito sectorizado, para que el resto del equipamiento pueda permanecer cerrado”, delimita. 

A modo de ejemplo, el Ayuntamiento cita dos bibliotecas de Cornellà donde funciona el horario sin interrupción. “Responde a la demanda de disponer de espacios de estudio y trabajo permanentes en la ciudad”, justifica. En esa línea, el Consorcio de Bibliotecas sugiere que ciertos espacios "podrían funcionar como sala de estudio fuera del horiario habitual de apertura", mediante "un sistema de control de accesos a definir". También queda por resolver si parte de la plantilla tendrá que trabajar por la noche en el edificio, que contará en principio con ocho empleados.

Mobiliario almacenado dentro del Taller Masriera, pendiente de reforma y reapertura en Barcelona.

Mobiliario almacenado dentro del Taller Masriera, pendiente de reforma y reapertura en Barcelona. / JORDI OTIX

Más zonas para ‘gamers’

En cualquier caso, el Taller Masriera no será la primera biblioteca con un rincón para ‘gamers’ en Barcelona. El Ayuntamiento comenta que diversas bibliotecas han testado los videojuegos, dentro de un programa para incentivar el aprendizaje y “el uso social de las nuevas tecnologías y la cultura digital”. 

Por ahora, existen dos ‘zona gaming’ en bibliotecas de Barcelona. Una es la de Zona Nord-Mària Sánchez, en Torre Baró. El Ayuntamiento la describe como un “espacio de juego en clave social, dirigido a los jóvenes del barrio de 12 a 18 años”. Resalta que es un “proyecto pionero en el terreno del videojuego como laboratorio de experimentación y dinamización comunitaria”. 

La Ignasi Iglésias-Can Fabra, en Sant Andreu, también dedica un área a los videojuegos. Está integrada en el American Space de la biblioteca, promovido por el Consulado de Estados Unidos en Barcelona. El consistorio destaca que “fomenta la creatividad y las vocaciones STEAM [ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas] a través de los juegos y los videojuegos”.

El programa funcional del Taller Masriera vislumbra que su ‘zona gaming’ sirva de pista para “un programa dirigido a fomentar el videojuego como herramienta de relación social”. Al margen de la “parte más lúdica y social”, aboga por “articular una ‘zona lab’ para el aprendizaje de las herramientas de diseño y programación de videojuegos”. Augura que se “podrían realizar sesiones prácticas y de laboratorio para realizar prototipados de videojuego”. “Las empresas del sector también podrían presentar y probar sus productos”, añade el dictamen.  

Unos visitantes en una visita guiada al Taller Masriera, sin uso desde 2009, en Barcelona.

Unos visitantes en una visita guiada al Taller Masriera, sin uso desde 2009, en Barcelona. / JORDI OTIX

“Silencio excesivo”

Las líneas maestras trazadas para el Taller Masriera constatan cómo han evolucionado las bibliotecas, al pasar de ser archivos de libros en que el recogimiento era norma a gestarse como centros con exposiciones, sesiones y actos. “Las bibliotecas de hoy en día son más ‘ruidosas’ que las de hace 10 o 20 años”, corrobora el programa del consorcio. Niega que resulte un inconveniente. “Se trata de un ruido con connotaciones positivas, dado su carácter social, bien articulado, de espacio de interrelación comunitaria”, defiende. 

Bajo esas premisas, justifica que se cree un “espacio de silencio” de unos 90 metros cuadrados en la biblioteca venidera del Eixample. “No estamos hablando de volver a la antigua concepción de las bibliotecas como templos del silencio, sino de reservar una zona de la biblioteca para poder desconectar temporalmente de una sociedad a menudo muy acelerada y del ritmo frenético de nuestro día a día”, argumenta el documento.   

Aun así, el informe del ente que gestiona la red bibliotecaria de la ciudad afirma que algunos jóvenes “consideran que en la biblioteca hay un silencio excesivo, demasiadas normas y rigidez”. Asimismo, esgrime que también los hay que siguen demandando lugares “donde poder estudiar y concentrarse”. 

El Ayuntamiento afirma que “la distribución de espacios y del mobiliario” permitirá aislar el área dedicada al ocio de la más convencional consagrada al estudio y la lectura. “La ‘zona gaming’ estaría claramente separada del resto de zonas de la biblioteca”, alega. En cuanto a cómo se prevendrá que algún visitante se enganche en exceso a la pantalla, responde que el surtido de videojuegos se destina a la “alfabetización mediática” de familias, jóvenes y adultos “desde una perspectiva educativa y responsable”.

Una terraza verde sobre el templo

La reforma que se bosqueja para el Taller Masriera pretende conjugar la conservación de edificio -el cuerpo principal está catalogado como Bien Cultural de Interés Local- con una remodelación profunda del interior para crear un equipamiento cultural multiusos. Un cambio que BIMSA otea es que “se puedan realizar actividades al aire libre en la cubierta de la nave Martorell”, el antiguo taller artístico situado dentro del inmueble, que se prevé mantener y rehabilitar para que sea uno de los espacios compartidos por la biblioteca y el centro cívico.

Aparte de que se deberá abrir un acceso que ascienda a la terraza que se idea, se propone que el techo de la nave “pueda tener un cierto ajardinamiento y soluciones constructivas propias de una cubierta verde”, con vegetación plantada. Aparte, BIMSA apunta que será necesario sopesar la restauración de la fachada -“la relativa al templo clásico”- o estudiar la construcción de “una nueva en las alas laterales” de la edificación. La tercera y la cuarta planta se reservan para la biblioteca, que ocuparía 1.110 de los 2.180 metros cuadrados de superficie útil del Taller Masriera.

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