Licitación inicial

El ayuntamiento activa el remozado de la Casa Golferichs a partir de 2026

La obra casi inédita de Francesc Català-Roca toma la Casa Golferichs

La Esquerra del Eixample sale en busca de fotos de su pasado

La Casa Golferichs.

La Casa Golferichs. / RICARD CUGAT

El Periódico

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Con el propósito de que las obras puedan comenzar en 2026, el Ayuntamiento de Barcelona acaba de poner en marcha el proceso administrativo para remozar la Casa Goferichs, que para los vecinos de la Esquerra de l’Eixample, que en 1972 evitaron su demolición, nunca ha dejado de ser El Xalet. Como suele suceder con tantas obras del modernismo barcelonés, esa esquina de la Gran Via con la calle de Viladomat es toda una rareza de azarosa biografía.

El trámite administrativo en curso podría calificarse de simple preliminar de los preliminares, pero es un primer paso. El ayuntamiento ha licitado la contratación de la redacción del proyecto. La letra pequeña del proyecto, pues, tardará aún en conocerse, pero se prevé que la reforma no vaya más allá de los 1,7 millones de euros, un presupuesto que debería permitir sacar más provecho de los espacios disponibles en la finca, tanto los dedicados a usos administrativos como los que se emplean para actividades culturales y vecinales. Actualmente, por ejemplo, acoge, hasta el próximo 14 de septiembre, una exposición que Francesc Català-Roca encaró en vida, dedicada a lo que él llamó la piel de Barcelona.

La Casa Golferichs, a principios de los años 70, recién adquirida con propósitos inmobiliarios por Núñez y Navarro.

La Casa Golferichs, a principios de los años 70, recién adquirida con propósitos inmobiliarios por Núñez y Navarro. / FONS CASA GOLFERICHS

En 2018 ya se proyectó una reforma del edificio que ahora se pretende actualizar, siempre con la limitación que entraña el hecho de que es una edificación catalogada. Hasta podría decirse que felizmente catalogada. A principios de los años 70, Núñez y Navarro compró el edificio para demolerlo y levantar ahí una de las características esquinas de pisos por las que era conocida esa empresa constructora. Aquello movilizó al barrio, porque consideraba que ese edificio era una seña de identidad, y los vecinos consiguieron para el proyecto, hasta que en 1984 el Ayuntamiento de Barcelona pasó a ser el nuevo propietario.

Heredó así el municipio una pequeña joya del modernismo que se había deteriorado y mucho con el paso del tiempo. La finca la concibió Joan Rubió i Bellver, discípulo de Antoni Gaudí y autor de interesantes trabajos, aunque también de algún anacrónico disparate, como el falso puente gótico de la calle del Bisbe. La residencia que levantó en Viladomat con Gran Via era un encargo de la familia Golferichs, que vivió en ella hasta el estallido de la Guerra Civil. Entonces comenzaron las penalidades del edificio, que a punto estuvo de ser universidad popular durante la contienda bélica y que, llegado el franquismo, pasó a manos de una orden religiosa que hizo lo que quiso y siempre mal con la arquitectura interior del inmueble.