Un templo en la calle Bailèn

Los secretos ocultos del Taller Masriera, la misteriosa joya en riesgo del Eixample

Colectivos vecinales se organizan para salvar el teatro Studium, emblema cultural de la II República y casi intacto en las entrañas del edificio adquirido por el Ayuntamiento de Barcelona

Jordi Ribalaygue

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Pese a llevar casi 140 años apostado en una vía tan transitada como la calle Bailèn, el Taller Masriera sigue siendo territorio ignoto para la mayoría de barceloneses. El aspecto más bien lóbrego infunde misterio a la caprichosa reproducción en el Eixample de un templo clásico, cerrado desde que una congregación religiosa lo abandonó en 2009. El Ayuntamiento de Barcelona lo adquirió en 2020, en una operación que ha completado en los últimos días, con el pago de 7,5 millones de euros. La compra anticipa el debate sobre la suerte que correrá el edificio, pendiente de abordar en los próximos meses.

Este sábado ha habido una ocasión imperdible para adentrarse y despejar incógnitas de la mano de la Plataforma Masriera, en guardia por el plan municipal de trasladar la biblioteca Sofia Barat al interior del inmueble, a riesgo de despedazar el coqueto y polvoriento teatro que oculta, el Studium. “Aquí se hizo de todo en los años 30: conferencias, cine, funciones…”, enumera el presidente de la Asociación de Vecinos de la Dreta de l’Eixample, Jaume Artigues, quien destaca el singular patrimonio que, de puertas adentro, ha resistido casi incólume en los vestigios del obrador de joyería y pintura de la familia Masriera, mecenas de un escenario de vanguardia que albergó a compañías de actores amateurs entre 1933 y 1952.

La asociación de vecinos, que forma parte de la Plataforma Masriera, se muestra disconforme con el proyecto que, por ahora, el gobierno local plantea. “Entendemos que, por el coste que ha tenido, el ayuntamiento busque rentabilizarlo y que sea un equipamiento de alcance para toda la ciudad, pero queremos que el uso se haga viable con el patrimonio. No nos negamos a que venga la biblioteca, pero se tiene que respetar el teatro”, enfatiza Artigues. Deja claro que el colectivo vecinal defenderá que “el escenario no desaparezca” en el inminente proceso participativo sobre el porvenir del taller, que debe iniciarse en enero y acabar hacia abril, antes de las elecciones municipales. 

Escenario sin salvaguarda

La plataforma ha revindicado la conservación del teatro esta mañana, con sesiones de visitas guiadas y debates abiertos a la ciudadanía. Si bien el edificio está catalogado, ninguna salvaguarda ampara al escenario. En los estudios preliminares, el Studium se desgaja en varias plantas para encajar la biblioteca. Además, el escenario se destruye y el techo se abre para que una claraboya ilumine una sala de lectura, en la misma estela del diseño diáfano de la biblioteca Gabriel García Márquez, en La Verneda. Curiosamente, un lucernario ya alumbraba la estancia hace casi 90 años, “cuando era taller de pintores”, ilustra Artigues.

Vista de la platea desde el escenario del teatro Studium, dentro del Taller Masriera, en Barcelona.

Vista de la platea desde el escenario del teatro Studium, dentro del Taller Masriera, en Barcelona. / JORDI COTRINA

El líder vecinal desgrana los motivos por los que, al entender del tejido vecinal, mutilar el escenario de las entrañas de la reliquia decimonónica sería un desastre. “Las pinturas que han permanecido en el teatro son originales de Lluís Masriera. El escenario tiene un formato curioso, por el concepto de teatro tríptico de Masriera, como si fuera una pantalla de cine. Y hay elementos decorativos interesantes. También hay una cuestión de memoria: representa la cultura de la II República, un período muy intenso culturalmente”, resalta.

La plataforma Masriera propone que parte del inmueble se acondicione como ateneo de entidades del barrio. Sugiere rescatar el cometido original de algunas estancias de los años de esplendor del teatro popular, como el bar que había en las instalaciones. “La recuperación del Taller Masriera es una oportunidad para recobrar una cierta actividad comunitaria en este sector de la ciudad, muy dañado por el turismo, los hoteles y los edificios de oficinas. En cuanto a distribución de renta, estamos en el espectro bajo de la Dreta de l’Eixample”, aduce Artigues.

Intrigante y jugoso

Los pertrechos que pueblan el Taller Masriera se desperdigan como el ajuar fúnebre intacto de una pirámide nunca antes profanada. Hay máquinas de escribir, un piano para nada desafinado, 300 butacas destartaladas y aún alineadas en la platea, anticuados muebles elegantes, estampas e imágenes piadosas, diplomas de hace 80 años y retratos de desconocidos colgados en las paredes. Un muñeco tétrico sentado en una silla y una caja de lápices de colores acreditan que, cuando las religiosas de la Compañía de Jesús se instalaron, el taller industrial de joyería de los Masriera mudó en espacio de recreo para menores.

Entrada del antiguo taller Masriera, en la calle Bailèn, en Barcelona.

Entrada del antiguo taller Masriera, en la calle Bailèn, en Barcelona. / JORDI COTRINA

Hacían clases de danza, ‘Els Pastorets’ en Navidad, clases de manualidades… Tenemos testigos, sobre todo mujeres, que recuerdan haber estado aquí cuando eran niñas. Es una razón que nos impulsa también a pedir que el teatro se mantenga”, atestigua Artigues. A la par, se dio alojamiento a viudas y ancianas en uno de los pisos superiores a partir de la década de los 50 del siglo pasado. “Arriba estaba el teatro Íntim, donde actuaba la compañía Belluguet, formada por hijos y sobrinos de los Masriera. Es donde Federico García Lorca leyó una de sus obras. Se convirtió en una capilla y no queda nada”, precisa el dirigente vecinal.

Pese a los cambios en que se vio inmerso a lo largo de las décadas, buena parte del inmueble ha pervivido sin apenas alteración. Han perdurado incluso los letreros de los lavabos para señoras y para caballeros de la antigua sala de espectáculos. “Quedan poquísimos elementos interiores de 1884, cuando se construyó, pero el teatro es el principal patrimonio que ha llegado hasta nuestros días”, postula Artigues.

En su afán proteccionista, la plataforma Masriera ha localizado partituras, revistas de época y fotografías, que se acumulan en una habitación. En otra, donde se almacenan adornos de decorados, una figura del niño Jesús acunado convive con una pistola de atrezzo, una al lado de otra. Sirva de síntesis del embrujo delicioso de un enigma por resolver en pleno Eixample. “Si Balagueró o Bayona viniesen, montarían una película de terror”, sugiere una vecina.