En la playa

Un día entre socorristas y chiringuitos: "mucho calor, mucho estrés"... y medusas

Salvavidas, camareros y vendedores ambulantes trabajan intensas jornadas al sol mientras los veraneantes descansan: "A más calor, más trabajo"

Turistas con otitis, picaduras de erizos de mar y resfriados: el día a día de un CAP de la Costa Brava en verano

El socorrista David Ríos atendiende a un niño con una picadura de medusa en la playa de Cabrera-

El socorrista David Ríos atendiende a un niño con una picadura de medusa en la playa de Cabrera- / JORDI OTIX

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En pleno agosto, las playas del Maresme son uno de los principales destinos para miles de personas. Turistas, familias, locales y vecinos de otros pueblos extienden su toalla en la arena para disfrutar del calor y del sol. Pero entre sombrillas no todos están de vacaciones. Mientras la mayoría descansa y se relaja, julio y agosto son los meses de más intensidad para los socorristas y los trabajadores de chiringuitos. “Uno se acostumbra a trabajar mientras los demás hacen vacaciones”, comenta David Ríos, socorrista de Cabrera de Mar

Para él y los de su gremio, pedir vacaciones en agosto no es una opción. Sin embargo, David no se queja. “Al final es el tipo de trabajo que tú quieres y lo haces con gusto”, añade. “Yo tenía claro que quería ser socorrista, me gusta el salvamiento marítimo y poder ayudar a la gente”. Su compañero de profesión en Mataró, Hernán Mocho, coincide en que es un trabajo muy vocacional. “Podría estar haciendo otras cosas que me dieran más dinero, pero esto es lo que me gusta, estar cerca de la naturaleza y haciendo un trabajo humanitario: salvar vidas”. 

"Al final, el verano pasa y tienes seis meses de tiempo libre"

Matías Ulles

— Dueño del chiringuito Makarena

Tanto Ríos como Mocho tienen una larga trayectoria a las espaldas, y se han acostumbrado a que su año laboral sea al revés que el de los demás. “Prefiero hacer las vacaciones después, y así aprovechar el verano trabajando”, destaca Hernán. Lo más difícil de aguantar, claro, es el calor, que desde finales de julio se va notando cada vez más. “Aguantamos lo mejor que podemos, hidratándonos mucho y teniendo algunos espacios de sombra”, apunta. Mientras habla David, se acerca un bañista con un niño pequeño en brazos: le ha picado una medusa y le han salido unas dolorosas ronchas en la espalda. El socorrista les da indicaciones de cómo aliviar la picadura y les señala dónde está la enfermería. “Por suerte, esta temporada está siendo muy buena, no ha habido ningún código rojo, solo las típicas medusas de cada año, y poca cosa más”.

De abril a octubre

Ejerciendo una función muy diferente, pero también aguantando las altas temperaturas del verano, se encuentran los camareros y cocineros de los chiringuitos. Hacia las doce del mediodía, la terraza del restaurante Makarena está llena. El sol está en el punto más elevado del cielo, y la carpa del local y las bebidas frías son muy buenas formas de combatirlo. “Cuando la gente comienza a pasar calor, nosotros empezamos a trabajar”, explica Matías Ulles, uno de los dueños del chiringuito. Desde hace cuatro años, abren de abril a octubre, con un evidente pico de trabajo en los meses de verano. “Lo peor de trabajar en un chiringuito es el calor y el estrés, pero al final pasa y son seis meses de tiempo libre”.

"Trabajar en un chiringuito es duro, se trabaja muy rápido y con mucha calor"

Sofía Seperriza

— Dueña del chiringuito Caracola Negra

En la barra, Aina Garay coincide con su jefe. “Son muchas horas, mucho calor y estrés, y te pierdes pasar el verano con tus amigas, pero compensa porque ahorro dinero y luego puedo irme de viaje”. Las altas temperaturas de este agosto, aunque resulten agotadoras y pesadas, traen consigo un aumento de clientela. “Este verano ha sido muy raro, hasta el 15 de julio ha estado jodido por las lluvias “, lamenta Matías. “Hemos aguantado gracias a los turistas –añade–. Si está nublado, los locales no bajan, pero, como los turistas están de vacaciones, vienen aunque haga mal tiempo”. 

Cándida Esteban y sus amigas descansan en la arena de la playa de Cabrera de Mar

Cándida Esteban y sus amigas descansan en la arena de la playa de Cabrera de Mar / JORDI OTIX

“Cuando hay poca clientela, tener y trabajar en un chiringuito es difícil económicamente, pero en la temporada alta es chungo por el calor, porque es muy intenso”, añade Sofía Seperriza, que también decidió abrir su propio chiringuito, Caracola Negra, en Cabrera. Ella y su plantilla trabajan seis meses de forma intensa, sin parar. “Un chiringuito es duro, se trabaja muy rápido, con mucho calor, pero también es entretenido y está al aire libre”. Poder tener dos o tres meses de vacaciones, tras la temporada intensa del verano, es lo que más compensa. “Lo peor es la intensidad, y a veces lidiar con clientes muy críticos que te hacen pasar un mal rato”. 

Vendedores ambulantes

Además de chiringuitos y socorristas, hay muchas más personas trabajando en las playas. Se recorren la costa a pie durante horas, dando vueltas y anunciando sus productos en voz alta. Uno de ellos es Ali Syed, de Pakistán, que lleva un año y nueve meses en España. Cada día, desde las nueve de la mañana hasta las diez de la noche, recorre la costa de Mataró vendiendo toallas. “Es un trabajo duro”, explica, sujetando un parasol sobre su cabeza. “Paso mucho calor, las toallas pesan mucho y es muy cansado”. Igual que en los chiringuitos, cuanto más calor hace, más beneficios saca. “A más calor, más gente y más compran”.  

Barcelona 13/08/2024 Sociedad  Tema sobre la situación de las playas, chiringuitos, socorristas...Ali Syed. playa de Mataró AUTOR: JORDI OTIX

Ali Syed recorre cada día la playa de Mataró vendiendo toallas / JORDI OTIX

Con lo que ahorra durante los meses de verano, paga una habitación de alquiler y algo de comida. “Hay días que se compra mucho y gano dinero, y otros que nada”, señala. “Mi familia está en Pakistán, cuando tenga los papeles los podré traer”. A pesar de sus largas jornadas, está contento con la zona donde trabaja. “Nunca he tenido problemas, la gente es buena y la policía también. En sitios donde hay más turistas, suele ser peor”. 

La playa, un lugar para disfrutar

Mientras unos trabajan, otros disfrutan de sus merecidas vacaciones. Sin estar abarrotadas, en las playas de Mataró y de Cabrera se pueden ver a cientos de personas disfrutando del verano. “Nos gusta venir a esta playa porque el agua está más limpia”, explica Laura Rodríguez, que está pasando el día en Cabrera junto con sus dos hijos. “Está siendo un buen verano, aunque hace mucha calor, podemos venir a la playa para refrescarnos”. Después de estar de viaje por Huesca, goza de su última semana de vacaciones con calma y tranquilidad. “En verano es cuando más disfrutamos de las vacaciones, sobre todo por los niños y por el calor”, señala. 

A unos cuantos metros de ella, Cándida Esteban y sus amigas también descansan en la arena. Cándida acaba de llegar de Murcia, y les ha traído a sus amigas lodo del Mar Menor. Las tres están cubiertas de la cabeza a los pies por esta sustancia negra. “Es un tratamiento para la piel, curativo, te pones el lodo, dejas que se te seque y después te metes en el agua”, explica Cándida, que descubrió esta técnica en una visita al Mar Muerto. Además de tener un efecto sanador, también les protege del sol. “Hace mucha calor pero estamos bien, aunque agosto está siendo más duro que julio”, apunta Lídia Pujol. “Venimos bastante a la playa y, por las tardes, cuido del huerto”. 

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