Conflicto asentado

Los Pirineos dan por asumida la presencia del oso pero no "a cualquier precio"

Muchos de los ganaderos afectados tienen claro que este mamífero no desaparecerá pero coinciden en exigir más apoyo a la Generalitat

Nuevo récord de osos en los Pirineos: "Cada vez saldrán más noticias y habrá más encuentros"

41 osos pardos habitan en el Pirineo catalán

Departament d'Acció Climàtica

Guillem Costa

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Cuando Joan Aura era tan solo un chaval, las ovejas pastaban a sus anchas por el monte del Pallars Sobirà sin vigilancia. "A veces, algunas permanecían ahí hasta el mes de diciembre", recuerda. Pero desde hace poco más de una década, las cosas han cambiado. "Ahora, las ovejas van a toque de pastor: están custodiadas durante toda la temporada de verano y pasan la noche dentro del cercado", explica dolido. Las cabañas y los vedados que se observan desde una vieja pista lo confirman.

Según el último recuento, en los Pirineos viven más de 80 ejemplares y los expertos creen que hay margen para aumentar la población

¿Qué es lo que alteró por completo el día a día de los pastores? La presencia del oso pardo, cada vez más numerosa. Este mamífero protegido desapareció de los Pirineos por la caza furtiva a finales de siglo XX, pero pocos años después, fue introducido de nuevo para intentar que recuperara el territorio perdido. "Al principio, buscar osos era como perseguir fantasmas, apenas había una decena. Hoy, es un poco más fácil intentar seguirles la pista", admite Marc Alonso, portavoz de la Fundación Oso Pardo y miembro de Depana.

"No nos sentimos mimados y deberíamos estarlo, puesto que al oso lo sufrimos nosotros"

— Jordi Laguia, ganadero

Según el último recuento, ya viven en la cordillera más de 80 ejemplares. La tendencia creciente demuestra que la reintroducción y su protección están siendo un éxito, aunque algunos especialistas consideren que la población todavía tiene margen para expandirse. No obstante, este triunfo ambiental tiene consecuencias para los ganaderos de la zona dedicados a los rebaños en extensivo, una práctica tradicional cada vez menos común.

Los ganaderos denuncian que tardan demasiado en cobrar por ganado perdido y señalan que a veces no es posible acreditar los ataques

La polémica estalló semanas atrás cuando se avistó a un oso joven cerca de Àreu, en la Vall Ferrera. Algunos vecinos, poco acostumbrados a las apariciones de este animal, se alarmaron. Uno de ellos es Francesc Feliu: "Jamás habíamos tenido tantos individuos. Muchos de ellos se han acercado a pocos metros del pueblo, la gente tiene miedo de que se produzca algún incidente". "Un ataque de oso a un humano es algo muy improbable", matiza Santi Palazón, del servicio de fauna y flora de la Generalitat.

Dos crías de oso pardo, en los Pirineos catalanes.

Dos crías de oso pardo, en los Pirineos catalanes. / DEPARTAMENT D'ACCIÓ CLIMÀTICA

De todas formas, en los alrededores de Àreu creció la tensión. "Cuando me encontré al oso pensé, sí, muy bonito, pero no es sostenible que merodeen por las proximidades de las casas", recapitula Feliu. Alonso, en cambio, tiene otro punto de vista: "Ver un oso en un prado de un valle pirenaico no es noticia. La noticia sería verlo en un paso de cebra de Barcelona".

El rebaño de Joan Aura, en Isil.

El rebaño de Joan Aura, en Isil. / El Periódico

"En Catalunya y el Aran se han perdido dos generaciones de convivencia con los osos y esto es difícil de recuperar", lamenta el experto. "En los lugares en los que el oso y el lobo no han llegado a extinguirse, la gente lo tiene mucho más asumido", añade. Alonso también subraya las diferencias entre regiones: "En la Vall Ferrera, las observaciones de osos son una novedad y han generado revuelo. En cambio, en el Val d'Aran casi nadie menciona ya a los osos. De hecho, el Conselh Generau a menudo actúa como si no estuvieran ahí. Sucedió con una osa con dos crías que nadie protegió, cuando lo ideal hubiera sido limitar el acceso a determinados hábitats para custodiarla".

"Ver un oso en un prado de un valle pirenaico no es noticia, lo sería verlo en un paso de cebra"

— Marc Alonso, Fundación Oso Pardo y Depana

"Ciertos sectores han pretendido aprovechar el encuentro entre el vecino y el oso en la Vall Ferrera, que no acarreó ningún peligro, para hacer ruido y pedir la eliminación de los osos en los Pirineos", considera Marc Vilahur, director de Polítiques Ambientals en el Departament d'Acció Climàtica. Alonso habla directamente de "intoxicación" por parte de sindicatos agrarios.

Unió de Pagesos organizó manifestaciones y advirtió de que los osos, a su entender, podían acabar con el turismo en comarcas como el Val d'Aran y el Pallars Sobirà. "O el oso o nosotros", proclamaban. Sin embargo, la mayoría de los ganaderos que acumulan años de difícil convivencia con los osos tienen otro discurso.

Otro discurso

"No nos gusta, pero somos conscientes de que el oso está aquí y de que esto no cambiará", asume Jordi Laguia, ganadero en Tavascan (durante el invierno) y Estaron (en verano). Aura, que tiene los rebaños en Isil, coincide: "Estamos a años luz de que no haya osos en los Pirineos, esto lo sabemos, de acuerdo, pero lo que nos debemos preguntar es cuántos pueden llegar a coexistir con la ganadería".

"Lo que nos debemos preguntar es cuántos osos pueden llegar a coexistir con la ganadería"

Joan Aura

— Ganadero

El problema es que tanto ellos dos como otros ganaderos consultados por este diario consideran que los sucesivos gobiernos no les han tratado como es debido. Laguia y Aura comprenden que reclamar la extinción del oso pardo en los Pirineos no tiene recorrido. Por lo tanto, optan por demandas viables que la Generalitat ya conoce.

Abortos y desapariciones

Una de las quejas es que tardan demasiado en pagarles por las cabezas de rebaño muertas. Pero lo más grave, defienden, es que a veces no pueden ni justificar que una oveja ha desaparecido por el ataque de un plantígrado. "Esta mañana, el pastor, para quien manejar a las ovejas ya supone un gran estrés, ha salido temprano porque ayer, a causa de la niebla y la lluvia, fue imposible reunir a todo el rebaño", ejemplifica Laguia.

"No ha encontrado ningún animal muerto, pero no tiene constancia de si están todas las ovejas y ha localizado excrementos de oso que contenían lana", prosigue. "¿Estas desapariciones cómo se compensan?", cuestiona. Laguia afirma que es necesario encontrar una fórmula para que no necesiten acreditar cada ataque con un cadáver: "Pasan los buitres y los quebrantahuesos y no dejan absolutamente nada".

Una oveja muerta, víctima del ataque de un oso.

Una oveja muerta, víctima del ataque de un oso. / El Periódico

La Administración costea la presencia de pastores y cercados. "Pero no es suficiente. No nos sentimos mimados, cuando somos quienes sufrimos los ataques", critica Laguia. Alonso sostiene que la Generalitat no puede pagar por una oveja desaparecida si no se puede acreditar que la ha matado un oso, pero sí está de acuerdo en escuchar las "demandas razonables" de algunos de los pastores que trabajan a conciencia para prevenir las acometidas.

La mayoría de contrarios al oso se han resignado y han asumido que seguirá siendo su vecino. Pero esta aceptación forzada no les impide seguir implorando más atención para mantener sus actividades económicas en las montañas.

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