Educación en Catalunya

El fin de las lecturas obligatorias en la selectividad detona el debate sobre la educación literaria en secundaria

El profesorado coincide con Educació en que el actual modelo de examen de Literatura en las PAU, con preguntas de verdadera o falso, es obsoleto, pero discrepan en la erradicación de los referentes compartidos

Choque entre profesores y Educació por la eliminación de las lecturas obligatorias de la selectividad

La selectividad eliminará las lecturas obligatorias en Catalán y en Castellano a partir de 2025

Ambiente el primer día de la selectividad del año pasado en la Universitat de Barcelona.

Ambiente el primer día de la selectividad del año pasado en la Universitat de Barcelona. / GEORGINA ROIG

Helena López

Helena López

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El martes que viene abrirá la selectividad 2024 el examen de Lengua Castellana y Literatura, en que el alumnado catalán encontrará preguntas sobre 'La fundación' de Antonio Buero Vallejo o 'Nada' de Carmen Laforet, las dos lecturas obligatorias de este año. Las preguntas serán similares a esta, en la prueba del año pasado, en la que las lecturas obligatorias fueron las mismas.

- ¿Cuál de las siguientes afirmaciones es correcta?

-Max se suicida.

-Asel impide que Tomás se suicide.

-Berta es un personaje real.

-Lino traiciona a sus compañeros.

Este examen -en realidad el de Lengua Catalana y Literatura del jueves, para el que los jóvenes han preparado 'La plaça del diamant' y 'Aigües Encantades'- será el último con lecturas obligatorias. Así lo han acordado el Departament d'Educació y el Consell Interuniversitari de Catalunya (CIC) y así se lo comunicaron la semana pasada a los institutos, lo que levantó una polvareda que todavía dura.

"No les vemos preparados para leer libros enteros y los cambiamos por fragmentos"

— Aida Ayats, profesora de Literatura Catalana y miembro de colectivo Pere IV

Con el paso de los días –el correo se envió a los centros el martes, la noticia y las críticas corrieron como la pólvora el miércoles y el Departament d'Educació salió a explicarse el jueves– los ánimos se han calmado un poco -la energía ahora está puesta en acompañar a los chavales en la selectividad de este año, la semana que viene- pero la mirada, una vez superadas las que se presentan como las últimas PAU de viejo currículum, está puesta en el reto de la educación literaria en secundaria. ¿Qué están aprendiendo en realidad los chavales? ¿Qué formación literaria deberían tener? Y sobre todo –y más aún en un entorno digitalizado–: ¿cómo hacerlo?

El reto de lo competencial

En el punto de partida de la necesidad de un cambio hay consenso: que las preguntas de 'verdadero' o 'falso' para evaluar la educación literaria no tienen ni pies ni cabeza es algo que podrían responder desde cualquier instituto, así como cualquier responsable del Departament. Así, darle una vuelta a la concepción del examen de literatura para hacerlo más competencial –como su aprendizaje– es algo en lo que todo el mundo está de acuerdo, la cuestión es la siguiente: ¿es necesario eliminar las lecturas obligatorias para hacerlo? Colectivos de profesores de lengua y literatura catalana como Pere IV o DocentsCat lo tienen claro: no.

"Cambiar los exámenes para que fomenten el pensamiento crítico me parece excelente; pero lo que estamos haciendo eliminando las lecturas obligatorias es infantilizar la educación. No les vemos preparados para leer libros enteros y los cambiamos por fragmentos; lo que están haciendo es arrinconar cada vez más la cultura del esfuerzo", señala Aida Ayats, profesora de Literatura Catalana y miembro de colectivo Pere IV, quien desmonta el argumento dado por el Departament con otra pregunta: ¿Acaso no es memorístico explicar un tópico literario? "Están instrumentalizando la lectura, devaluando el valor de la literatura por ella misma", prosigue Ayats.

Shakespeare y Molière

"Ejercicios como 'reflexionemos sobre el acceso a la vivienda a partir de este texto' están bien, pero... ¿la literatura no tiene valor por sí misma?", añade la miembro del colectivo Pere IV, quien deja una pregunta sobre la mesa: ¿alguien imagina que en la escuela inglesa se dejara de leer a Shakespeare o en la francesa a Molière? Hay unanimidad en la importancia de mantener unos referentes compartidos como sociedad, aunque también es cierto que entre el colectivo prende la inquietud sobre cómo acercar el hecho literario a una generación que no es lectora. "No es sacar la literatura, es repensarla. Enaltecemos los clásicos con la inconsciencia de ser buenos lectores, olvidando que no somos, ni mucho menos, la mayoría social –apunta el docente Aleix Solà en X–. Guadalupe Jover lo decía muy bien: les hacemos subir el Everest sin pasar por los Pirineos".

"Si no acceden a estos referentes el instituto, difícilmente los conocerán fuera"

— Ester Pinter. Profesora de Catalán

Precisamente, uno de los objetivos que el Departament dice perseguir con la eliminación de las lecturas obligatorias en la selectividad es "despertar el gusto lector". De hecho, el secretario de Transformació Educativa, Ignasi García Plata, ha defendido que el cambio contribuye a que la enseñanza sea más atractiva y se fomente el análisis y la enseñanza por competencias, y no que se llegue a un libro, o a su resumen, solo para responder a unas preguntas que comprueben si se lo han leído.

Esta lectura, sin embargo, duele especialmente a los docentes. "Da la sensación de que no tienen ni idea de lo que hacemos en el aula, pero creen que lo hacemos mal", lamenta Gemma Gómez, profesora de Literatura Catalana y miembro de la plataforma DocentsCat. Gómez explica que precisamente lo que hacen ahora es trabajar en profundidad las obras obligatorias –'La plaça del diamant'– para que el alumnado entre de lleno en la historia, fomentando ese gusto por la lectura. "Con la nueva prueba les pondremos un fragmento de un texto y los alumnos se pondrán a buscar las figuras retóricas como locos", augura. 

En el mismo sentido se pronuncia Ester Pinter, también profesora de Lengua y Literatura Catalana. "En el aula trabajamos Rodoreda con muchísima más profundidad de la que se pide en el examen actual, cuyas preguntas son muy previsibles, es verdad; les hacemos entrar en la historia a fondo, y es una manera de que se sumerjan en su mundo; una puerta que, si no se la abrimos en el instituto, difícilmente la abrirán fuera", explica convencida de que, si no leen a los clásicos en el instituto, no lo harán jamás.

Con la nueva prueba les pondremos un fragmento de un texto y los alumnos se pondrán a buscar las figuras retóricas como locos

"Pese a que nosotros podemos decidir que lean este libro, y aquel otro, si no van a la selectividad, acabarán saltándoselo. En segundo de bachillerato tenemos pocas horas de clase y muy enfocadas a preparar las PAU. Y, además, cambian los libros obligatorios por una serie de fragmentos que, en el fondo, serán peor para los chicos, porque serán textos que no tendrán contextualizados. O sea, que lo hacen con la idea de que sea más fácil y en realidad no lo será", reflexiona Imma Muñoz, también profesora de Literatura Catalana.

Temor al salto al vacío

Otra de las cuestiones puestas sobre la mesa tras el anuncio de la supresión de las lecturas obligatorias es la situación de desigualdad que generará. "No queremos hacer un salto al vacío como colectivo docente, queremos una guía. Lo que plantean ahora son recomendaciones. Si a tu docente le gusta mucho un libro, recomendará ese libro, y seamos conscientes de la realidad que tenemos hoy en las aulas. Hay profesores de Literatura Catalana que necesitan una guía, porque al ser una de las materias en las que faltan docentes, hoy está haciendo clases de literatura personas con muy poca preparación específica", apunta Ayats.

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