También llamado TERIA

El trastorno del niño mal comedor va al alza: ya representa hasta el 14% de los desórdenes alimentarios

En la mayoría de casos no hay ninguna otra alteración de base, si bien el 80% de los menores con autismo o déficit de atención presentan conductas rígidas, restrictivas y obsesivas con la comida

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Cristina Girbau, responsable nutricional del Hospital HM Nens, en un grupo de sensibilización.

Cristina Girbau, responsable nutricional del Hospital HM Nens, en un grupo de sensibilización. / Zowy Voeten

Beatriz Pérez

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El 80% de los niños con necesidades especiales –como los afectados por los trastornos del espectro autista (TEA), de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) o el obsesivo compulsivo (TOC)– son malos comedores. Es decir, presentan otro desorden conocido como trastorno de evitación o restricción de la ingestión de alimentos (TERIA). Suele diagnosticarse entre los 2 y los 6 años, y los pequeños que presentan TERIA tienen conductas rígidas, restrictivas y obsesivas con la comida. Por ejemplo, se niegan a comer determinados alimentos, o alimentos con determinadas texturas, o solo son capaces de comer triturados. A menudo sufren, por estas restricciones, déficits nutricionales.

Sin embargo, aunque los menores con necesidades especiales son el principal grupo de riesgo del TERIA, este trastorno afecta a la población general. De hecho, la mayoría de las veces lo tienen menores que simplemente comen poco y que a causa de ello pueden acabar desarrollando este trastorno, o lo desarrollan porque han sufrido un evento traumático en su vida. Según la responsable de Nutrición del Hospital HM Nens, Cristina Girbau, el TERIA es "cada vez más prevalente".

Los trastornos de la alimentación tienen una prevalencia de entre el 5% y el 25% en niños y jóvenes. De estos, entre el 12% y el 14% corresponden al trastorno del mal comedor. "Este perfil es el típico mal comedor de siempre. Es un niño que come muy poco o solo un tipo de alimento", explica Sílvia Fernández, jefa de Psicología del Hospital HM Nens. Esto, añade, "preocupa a las familias" porque comporta un déficit nutricional. "El niño no hace una vida normal", precisa.

A pesar de la alta prevalencia en niños con necesidades especiales, la mayoría de veces se trata de menores que comen poco o que han tenido algún episodio traumático y acaban desarrollando este trastorno

A menudo son menores que "no aceptan" la alimentación de la guardería. "La selección de los alimentos es excesiva y es cuando nos damos cuenta de que detrás de esto hay un trastorno importante, como TEA, TDAH o TOC, que no se está abordando", cuenta esta psicóloga, quien explica además que la "intervención nutricional" es "diferente" en función de cuál sea el trastorno de base. Por ejemplo, a un niño con autismo se le pueden incorporar pictogramas y alimentos a través del juego. Fernández cree que el TERIA está infradiagnosticado. "Hay muchos más casos de los detectados". Y conlleva "riesgos" para la salud: como anemias ferropénicas, retrasos de crecimiento, un mal desarrollo sexual o pérdida de masa muscular, entre otros.

Claves del TERIA

El TERIA se caracteriza por presentar una alta sensibilidad a determinadas características sensoriales de algunos alimentos, una restricción en la cantidad que se ingiere o por aparecer como consecuencia de una experiencia traumática como asfixia, vómito u otros síntomas gastrointestinales. Se diferencia de la anorexia o de la bulimia nerviosa porque no existe una distorsión de la imagen corporal ni miedo a aumentar de peso. Pero, como en la anorexia o en la bulimia, sí puede llegar a frenar el crecimiento y/o provocar cambios significativos de peso (pérdida, sobrepeso u obesidad).

Los especialistas, que consideran que el TERIA está infradiagnosticado, alerta de los riesgos que implica para la salud: anemias ferropénicas, retrasos de crecimiento, mal desarrollo sexual o pérdida de masa muscular

Como explica una de las nutricionistas de HM Nens, Joana Torán, los niños con TERIA que ella atiende vienen derivados del pediatra o del endocrino por una "talla baja", aunque a veces también hay "obesidad". "Siempre tienen un déficit nutricional. Y lo primero que hago cuando llegan es mirar cómo de amplia es la restricción alimentaria", explica. Así, Torán sopesa si necesitan suplementos alimentarios y también desarrolla con ellos "pautas de conducta" en torno a las comidas. "Trabajo con ellos a través del juego. Lo primero de todo es rebajar la presión y por eso es imprescindible trabajar también con las familias", agrega.

En un año se consigue reeducar a los niños en sus rechazos a la comida

Por ejemplo, algunas de las pautas es lograr que el niño acepte que el alimento hacia el que siente rechazo esté en el plato aunque no sea capaz de comerlo. "Algunos no quieren ni sentarse a la mesa si hay algo que no les gusta. No obligarles a comerlo rebaja la presión. Debemos conseguir que el momento de la comida no sea un momento de estrés", cuenta esta nutricionista. En el Hospital HM Nens, el tratamiento se hace a través de los grupos de sensibilización con un máximo de cinco pacientes: se organizan juegos y actividades cuya finalidad es que los niños toquen los alimentos, se los lleven a la boca, los noten, los aprecien y, finalmente, los prueben.

"Normalmente logramos que el abanico de alimentos se amplíe. En general vemos mejoras. Por ejemplo, hace poco logramos que un niño que solo comía triturado ahora coma sólido. Pero lo conseguimos al año: normalmente son tratamientos largos", dice Torán.

"Poca hambre"

Aunque el 80% de los niños con alguna necesidad especial presenta TERIA, la "mayoría" de niños con TERIA "no tienen ningún trastorno", precisa Torán. De hecho, pueden llegar a desarrollarlo por algún "proceso traumático" o simplemente porque son niños que tienen "poca hambre". "Lo que sí puede ocurrir es que los niños selectivos con la comida, poco comedores, acaben desarrollando un trastorno de TERIA", señala la nutricionista. Hay tres subtipos de TERIA: el que se produce por poca hambre; el que responde al estrés (como un "divorcio" parental) o el que viende derivado de la alta sensibilidad ("aquí sí está muy relacionado con otros trastornos como el autismo", precisa).

Según la psicóloga Sílvia Fernández, los niños con TERIA "llegan a desesperar" a las familias porque "sufren" al ver que no comen y "temen" por la salud de su hijo. "En muchos casos, son familias sobreprotectoras a las que les cuesta poner límites, lo que provoca un empoderamiento del pequeño que hace que, en este ámbito, se genere una mala relación en el núcleo familiar", cuenta Fernández. Sin embargo, la terapia familiar, así como la conductual, puede hacer que la situación mejore.