Problemas con la alimentación

La madre de un niño con el trastorno del mal comedor: "Tiene 5 años y solo come triturados, como si fuera un bebé"

El trastorno del niño mal comedor va al alza: ya representa entre el 12% y el 14% de los desórdenes alimentarios

Un grupo de sensibilización en torno a la comidad del Hospital HM Nens

Un grupo de sensibilización en torno a la comidad del Hospital HM Nens / Zowy Voeten

Beatriz Pérez

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"Mi hijo tiene 5 años y solo come triturados. No puede con alimentos, sabores o texturas nuevas. Su cerebro no es capaz de comer sólido; por ejemplo, no puede comer macarrones. Solo come papillas, como si fuera un bebé, aunque ya tiene dientes". La que habla es Cristina Esteban, que explica lo que le ocurre a su hijo: sufre un trastorno de evitación o restricción de la ingestión de alimentos (TERIA), comúnmente conocido como el trastorno del niño mal comedor.

El TERIA es un trastorno de la alimentación cada vez más prevalente: ya representa entre el 12% y el 14% de todos ellos. Aunque la mayoría de los niños y adolescentes que lo sufren no tienen ningún otro trastorno de base, lo cierto es que hasta el 80% de los niños con necesidades especiales (principalmente autismo, déficit de atención o TOC) son además malos comedores. El hijo de Cristina tiene, de hecho, un trastorno del espectro autista (TEA).

"A mi hijo le diagnosticaron TEA, con rasgos no muy marcados y, a medida que fue avanzando el tiempo, el niño dejó de comer", cuenta Cristina. El diagnóstico de TERIA, asegura, va "asociado" al autismo en el caso de su hijo, que asiste a grupos de sensibilización en el Hospital HM Nens. "Hacemos mucha terapia, está bajo mucha estimulación. Poco a poco ha ido aceptando algunos cambios en la alimentación. Su base son los triturados y todos los complementos alimenticios", señala la madre.

Musculatura de la boca

Así, el niño ha ido aceptando "cosas crujientes", como 'snacks', ganchitos, patatas fritas o palitos de pan. "Pero, por ejemplo, de la croqueta solo se come el rebozado de fuera, lo de dentro no", dice la madre. Aunque el niño habla, el hecho de no comer sólido "perjudica" la musculatura de la boca. "A los 2 años no hablaba, no decía ni 'mamá' ni 'papá'. Eso ya fue un síntoma de alerta", relata la madre, quien precisa que el niño acude a terapia ocupacional y al logopeda para trabajar el habla. "Pero tiene un vocabulario y una conversación como si fuera un niño de 3 años y medio".

Tanto para ella como para el padre estos problemas con la comida son "una preocupación constante". "Siempre andamos muy justos de peso y crecimiento. Me preocupan su desarrollo y su salud", confiesa Cristina. Aunque el niño está "saliendo adelante", necesita los suplementos alimenticios para obtener vitaminas que por él mismo no puede ingerir. "Se pasa fatal. Para las familias es un golpe devastador y esto te quita el sueño. No puedes hacer nada: el niño simplemente no come, rechaza el plato como si le pusieras delante algo horripilante".

Por ejemplo, su hijo no toma fruta. De bebé la comía, pero "un buen día dijo que no y nunca más comió fruta". Actualmente solo es capaz de comerla en terapia ocupacional. "Ahora estamos trabajando la manzana y el plátano, pero se come tres o cuatro trocitos muy pequeñitos, del tamaño de una ficha de parchís". Cristina asegura que también el comedor del colegio la ayuda mucho en la alimentación del niño.

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