La investidura en Catalunya

Salvador Illa ata los apoyos para ser president y pone en marcha al PSC para gobernar

Con el 'sí' de la militancia de ERC a cambio del concierto económico, los socialistas se disponen a volver a la Generalitat 14 años después de la caída del tripartit

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El líder del PSC, Salvador Illa, en un pleno en el Parlament

El líder del PSC, Salvador Illa, en un pleno en el Parlament / Flickr PSC

Sara González

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Dijo que trabajaría "sin prisa, pero sin pausa" para amarrar los apoyos necesarios para la investidura. Y con esta filosofía que se aplica también como mediofondista, ha alcanzado esa meta. Tras el aval de la militancia de ERC, Salvador Illa está en disposición de convertirse en el próximo president de la Generalitat de la mano de los 20 síes de los diputados republicanos -a la espera de la confirmación de la diputada del Jovent Republicà- y de los seis de los Comuns en un pleno que se fijará para la semana que viene.

Será la tercera vez desde 1980 que el PSC está al frente del Govern, un hito para el que aún queda un último -y no menor- obstáculo que será la prueba del algodón de la robustez de la alianza tejida: el regreso de Carles Puigdemont para el pleno de investidura a riesgo de una detención que movilice de nuevo al independentismo en la calle. Veremos si, de nuevo, ha puesto suficiente perejil al San Pancracio de su despacho.

De momento, el 53% del 'sí' de la consulta de ERC engruesa su fulgurante ascenso. En poco más de tres años al frente del partido, Illa acumula un historial para el PSC de cinco victorias electorales consecutivas. En las catalanas del 12 de mayo se impuso en votos y escaños, un resultado histórico para el partido. 42 representantes que daban al traste con la mayoría independentista de la última década. Su estrategia desde 2021 de romper a pico y escarpa los bloques hasta entonces pétreos en el Parlament, de pactar tanto con ERC como Junts aprovechando la grieta irreconciliable entre ambos y una desjudicialización impulsada a golpe de necesidad de Pedro Sánchez, ha dado sus frutos. Eso sí, con cesiones de calado. Porque, tras la amnistía, el concierto económico se convierte en la nueva carpeta estrella que estará sometida a estrés desde todos los flancos, a la interna y a la externa, a derecha e izquierda.

Regreso a la Generalitat 14 años después

Pero como en las carreras de fondo, quilómetro a quilómetro. Dando por descontadas las adversidades, el PSC saborea hoy que se van cumpliendo sus planes. El pacto con los republicanos no hace más que poner el broche a la etapa del 'procés' para inaugurar el nuevo ciclo de colaboración con los socialistas por el que han remado un PSOE y un PSC en simbiosis. Illa es hoy el principal barón de Sánchez, al tiempo que Sánchez en la Moncloa es para Illa la atalaya que la ha permitido asegurarse la supremacía en Catalunya. Con Jaume Collboni como alcalde de Barcelona, el presidente del Gobierno culmina el triplete pregonado hace un año en un gran mitin en la capital catalana. Este sábado, el PSC reúne a su ejecutiva con un mensaje muy claro: ponerse en marcha para desembarcar de nuevo en la Generalitat 14 años después de la caída del segundo tripartit, y gobernar.

Sin embargo, nada hace prever que la nueva legislatura, estrechamente enlazada con la estatal, sea plácida. Pese a su debilidad interna pendiente de resolver en el congreso del 30 de noviembre, ERC será clave en la aritmética de la gobernabilidad tanto en el Parlament como en el Congreso. Y Marta Rovira ya ha advertido que utilizarán esa palanca para que la factura del 'sí' a Illa se empiece a cobrar con celeridad. El voto a favor, ha precisado, es un aval "vigilante" y "exigente", y no exento de recelos y desconfianzas. Tras los indultos, la eliminación de la sedición del Código Penal y la amnistía, los republicanos sacan pecho de haberle arrancado a los socialistas una soberanía fiscal que habían negado. O cumplen, han venido a decir, o tanto Illa como Sánchez se quedarán sin sus votos.

Un programa de Govern marcado por la agenda de ERC

No es menor que el PSC, y también el PSOE, hayan transigido con el modelo de financiación singular defendido por Pere Aragonès y que inicialmente criticaron tachándolo de insolidario. Como pasó con la amnistía, han aceptado lo que antes habían rechazado bajo la filosofía de hacer de la necesidad virtud. Illa, que precisamente viene de una legislatura en la que tendió la mano al Govern de ERC tras la ruptura con Junts con la intención de condicionar su agenda, vivirá ahora justo lo contrario con los republicanos en la oposición tratando de marcarle el paso a un ejecutivo que, a la espera de si entran los Comuns, también gobernará en minoría.

Significativo es que, más allá de la financiación, el PSC haya accedido a crear una conselleria para potenciar el catalán -como reivindicaba ERC en campaña-, a mantener la de Acció Exterior pese a considerar que debían revisarse las delegaciones de la Generalitat, a frenar el Hard Rock y el cuarto cinturón que puso como condición en los presupuestos o a crear una convención sobre el conflicto político en el Parlament que esté presidida por los republicanos y cuyo resultado sea refrendado por la ciudadanía.

Pero Illa acepta también ser heredero de algunas políticas de Aragonès que criticó, como mantener la oficina de la renta básica universal o la energética pública. Fruto del pacto con los Comuns asume también un ambicioso paquete en política de vivienda para promover el parque de pisos asequibles y para contener el negocio con los alojamientos turísticos y de temporada. Y también reformas de calibre en el ámbito educativo, con la recuperación de la sexta hora en la escuela pública como principal medida. El grupo de Jéssica Albiach, que se retratará este sábado junto a Illa, no descarta asumir alguna conselleria, decisión que tomará una vez culminada la investidura.

El regreso de Puigdemont como prueba del algodón

A la espera de que el president del Parlament, Josep Rull, active el mecanismo para agendar el pleno de investidura para mediados de la semana que viene, Illa esboza el esquema del nuevo Govern, que ya avanzó que trataría de trascender a las siglas del PSC. Antes queda superar la tormenta que puede desencadenar el regreso de Puigdemont a Catalunya, con un as desestabilizador bajo la manga por la decisión del Tribunal Supremo de no aplicarle la amnistía y mantener la orden de detención. Las últimas inclemencias en una maratón suelen ser las más duras, por más temple que el mediofondista exhiba tener.

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