Negociaciones en Catalunya

Las discrepancias en ERC alargan una reunión decisiva para la investidura de Illa

Las garantías del PSOE, el último obstáculo del pacto de PSC y ERC para la investidura

ERC se prepara para convencer a sus bases de que avalen un eventual pacto con el PSC

El PSC y ERC intensifican las negociaciones centrados en la carpeta de la financiación

Puigdemont ratifica su retorno y asegura que "solo un golpe de Estado" lo evitará

Marta Rovira, flanqueada por Pere Aragonès y Marta Vilalta, en una reunión de la ejecutiva de ERC

Marta Rovira, flanqueada por Pere Aragonès y Marta Vilalta, en una reunión de la ejecutiva de ERC / ACN

Sara González

Sara González

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No solo son las garantías de cumplimiento que exige ERC al PSOE -que también- en materia de financiación lo que impide que el acuerdo para la investidura de Salvador Illa se selle ya de forma definitiva, sino también las discrepancias internas que tratan de gestionar los republicanos con unas filas en convulsión. Al estira y afloja con los socialistas se suma el pulso interno y la dirección republicana lleva desde primera hora de la mañana reunida en la sede de Calàbria para decidir sobre el preacuerdo. Más de ocho horas con dos recesos de por medio en las que se ha explicado el contenido alcanzado y en la que miembros de la ejecutiva han manifestado dudas sobre si hay que seguir negociando mientras que trataban de cerrar "los últimos flecos". El partido ha convocado a una reunión telemática a su militancia a las 19.30 horas y tiene previsto comparecer media hora después.

Más allá de la pugna entre la secretaria general, Marta Rovira, que lleva las riendas de la negociación, y Oriol Junqueras, han empezado a aflorar las voces discordantes respecto a un acuerdo con el PSC incluso por parte de dirigentes de la órbita de la secretaria general. En Esquerra tienen claro que solo una defensa al unísono del contenido del acuerdo puede garantizar el 'sí' de la militancia a la entente con los socialistas, algo que en estos momentos no está asegurado.

Que la crisis interna impacta en el tramo final de las negociaciones ha aflorado a la esfera pública tras un mensaje en las redes sociales este domingo por la noche de la diputada en el Congreso Pilar Vallugera. Un mensaje tan claro como escueto: "No". No hacía falta más para que quede claro a todas luces que la dirigente está en contra del 'sí' a la investidura de Illa sin que ni tan solo hubiera trascendido todavía todos los detalles de lo concertado entre ambas partes. No ha sido la única voz que se ha pronunciado públicamente, pero sí la más significativa. Se da la circunstancia de que Vallugera es una de las firmantes del manifiesto a favor de la renovación de liderazgos rubricado también por Rovira y que fue interpretado como una petición de retirada de Junqueras de cara al congreso del 30 de noviembre.

El silencio de Junqueras

El expresidente del partido y aspirante a la reelección mantiene silencio ante los movimientos que se avecinan, y lo hace mientras en el sector 'rovirista' se abren dudas públicamente que hay quien enmarca en el tacticismo de cara a la batalla interna. Y es que, si los impulsores de una candidatura alternativa a la de Junqueras defienden el 'sí' a Illa y acaba ganando el 'no' en la consulta de la militancia, ¿con qué credenciales disputarán el liderazgo en el congreso? Fuentes republicanas apuntan que hay que tener preparados todos los escenarios y garantizar reservas para no perder musculatura en ese pulso.

Tanto Rovira como Junqueras han trasladado al PSC durante las negociaciones que su voluntad era alcanzar un acuerdo de contenido ambicioso, motivo por el que la cúpula de Illa ha mantenido en todo momento el optimismo. Pero esa doble partida que se juega en ERC, la endógena y la exógena al pacto, complica una alianza ya difícil por naturaleza que ha logrado llegar muy lejos, según reconocen socialistas y republicanos por más que haya quien señale que falta el plácet total del Gobierno de Pedro Sánchez. El resumen sería que cuánto menos robusto considere la dirección de ERC que es el acuerdo con los socialistas, más difícil será contener la batalla interna y, por ende, amarrar el apoyo de la militancia.

PSC y Comuns, en vilo

En estos momentos, tanto el PSC como los Comuns -que aguardan el momento para presentar también su acuerdo con los socialistas- están en vilo ante la gestión que se haga en la calle de Calàbria y aspiran a ver a Rovira y Junqueras defendiendo juntos un acuerdo para la investidura de Illa. Es, consideran, la mejor garantía para que las bases republicanas den su vistobueno. También hay un interés compartido por los dos dirigentes de no quedar atrapados en solitario en la defensa del acuerdo con el PSC. Especialmente si hay un revés de las bases del que nadie querrá ser heredero y con la vista puesta en quién sería candidato en una repetición electoral y en si habrá una lista que compita con la de Junqueras en el congreso que celebrarán en cuatro meses.

Mientras tratan de gestionar el pulso interno, en ERC tratan de proyectar que el principal escollo está solo en las últimas garantías que exigen a los socialistas en materia de financiación, con quienes se han continuado intercambiando documentos hasta este mismo lunes. El nudo, insisten, está en el compromiso del Ministerio de Hacienda. El PSC ha reunido a su ejecutiva este lunes por la tarde para afrontar la situación, aunque han acabado plegando velas pronto a la espera de lo que decidan los republicanos. El partido de Illa ha impuesto la ley del silencio y su intención es ceder el liderazgo de la comunicación del eventual acuerdo a ERC.

"Cuanto más tiempo tardemos en resolver la situación y anunciar el preacuerdo, más tiempo estaremos dando a Junts", aseguran fuentes republicanas que advierten de la carta desestabilizadora que se reserva Carles Puigdemont con su regreso y del impacto que puede tener sobre sus bases por más que desde la dirección insistan en que actuarán con agenda propia y desvinculada de los planes del expresident. Solo quedan tres días para que se zanje el ultimátum que ERC dio a los socialistas, aunque las turbulencias puedan llegar a ser ahora más internas que externas.

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