LA LEY DE EXTRANJERÍA, EN EL CONGRESO

Génova prioriza ahora la seguridad en el debate migratorio: “La preocupación social va en aumento”

Tras semanas en las que Feijóo apostaba por la "solidaridad" asumiendo incluso la ruptura de gobiernos con Vox por acoger a migrantes, el PP despliega ahora el tono más duro tras analizar que se trata de una preocupación "trasversal" que afecta a derecha e izquierda

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, preside la junta directiva nacional del PP en Madrid.

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, preside la junta directiva nacional del PP en Madrid. / Eduardo Parra

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La acogida de menores migrantes por parte de varias comunidades del PP se llevó por delante los gobiernos de coalición con Vox hace menos de dos semanas. Alberto Núñez Feijóo aseguró durante días que sus presidentes autonómicos “garantizarían la solidaridad” con Canarias, y consiguió frenar las dudas y el debate interno -lo hubo- para que todos sus territorios dijeran sí en la conferencia sectorial de hace semanas. Los conservadores, sin embargo, rechazarán este martes la reforma de la Ley de Extranjería -solo lo impediría que el Gobierno aceptara sus exigencias- oponiéndose a la admisión a trámite, el primer paso parlamentario. En Génova lo justifican: “Nuestro papel no es permitir que se abran debates, ni que el PSOE saque adelante un texto que no es el nuestro porque le fallan sus socios”. "Suerte con sus socios de Junts", rematan con ironía.

La realidad es que las CCAA del PP se opusieron desde el primer momento a esta reforma, que deja en manos del Gobierno la derivación de migrantes desde Canarias, Ceuta y Melilla al resto de territorios cuando se produzca un colapso. En el entorno de Feijóo admiten, además, que tienen varios estudios cualitativos que hablan de “una preocupación creciente y en aumento” sobre el fenómeno migratorio ilegal en la sociedad española, y que se trata de un “asunto trasversal” que afecta al electorado de la derecha, sí, pero también a buena parte del que apoya al PSOE. “No vamos a mirar hacia otro lado”, recalcan.

Los barones del PP -y también la dirección nacional- entienden que con esta reforma legal  se obliga a las comunidades a asumir lo que decida el Gobierno sin contar con ellas, y reprochan la ausencia de una política migratoria real y duradera. A escasas horas de que se produzca este debate en el Congreso, el líder del PP desplegó toda la dureza contra la inmigración ilegal, dando prioridad al debate sobre la seguridad de las naciones.

El líder conservador lo repitió varias veces: “Solidaridad sí, pero seguridad también”. Y ante la plana mayor de su partido, en un discurso muy medido, lanzó la postura oficial del PP: “Los españoles tienen derecho a salir tranquilos a la calle. Somos una nación con valores, y esos valores incluyen auxiliar y dar apoyo al que lo necesita, pero también el respeto a nuestra cultura, nuestras creencias, a las mujeres, los homosexuales y a la libertad de sentirse seguro uno en su casa”.

Por qué ahora

Hace justo dos meses, durante la campaña catalana, el debate migratorio tomó mucho protagonismo. Con la convocatoria de esas elecciones muchos dirigentes del PP daban por hecho que Vox -a la baja desde las últimas generales- “aguantaría el tirón” gracias a un electorado sólido por la ley de amnistía, pero también por asuntos clave en Cataluña como, precisamente, la inmigración. En los días previos a votar llegó a cundir la sensación de que el partido ultra podría quedar por delante de los populares, algo que finalmente no sucedió. Sin embargo, el PP endureció ese discurso llegando Feijóo incluso a vincular la inmigración ilegal con la okupación y la delincuencia.

Precisamente a este discurso se agarran en las últimas horas en el entorno más cercano a Feijóo para asegurar que la dureza desplegada este lunes ante el partido “no es un volantazo”, sino que da continuidad a su posición. La cuestión es que después de las elecciones catalanas Feijóo no había vuelto a vincular el fenómeno migratorio a la delincuencia y, de hecho, se ha esforzado por separarse de Vox.

En la campaña europea es cierto que el control de las fronteras jugó un papel decisivo. Quedó en evidencia cuando dirigentes como Ursula von der Leyen -uno de los perfiles más moderados dentro del PP europeo- o el socialdemócrata alemán Olaf Scholz recurrieron al discurso de la seguridad en los días previos a la votación. El auge de la extrema derecha en todo el continente está directamente relacionado con sus mensajes sobre la inmigración ilegal. 

Y es precisamente la creencia de que ese debate irá a más -también en España- lo que hace a Vox mantenerse en sus postulados, renunciando a seguir en los gobiernos autonómicos que compartía con el PP. El mensaje que repiten en la cúpula de ultraderecha es que la situación que se vive en Francia ahora, por ejemplo, llegará dentro de unos años a nuestro país. Y consideran que la incapacidad de PP y PSOE para dar respuesta a esta situación les deja un espacio político que nadie más podrá llenar. Los populares, sin embargo, acaparan ya parte de ese discurso.

En Génova parecen compartir parte del diagnóstico. En el entorno del líder popular recalcan que manejan datos cualitativos y acceso a encuestas que les hace constatar que la inmigración forma parte de las preocupaciones ciudadanas, especialmente en las grandes ciudades. Cataluña es un buen ejemplo de ello, insisten, y por ese motivo ERC -un partido de izquierdas- se opuso al reparto de menores migrantes en la conferencia sectorial de Santa Cruz de Tenerife. Fue la única autonomía.

En este contexto, en el núcleo duro de Feijóo insisten en que el fenómeno migratorio requiere de “una política de Estado” y, por eso mismo, el líder popular implicó a sus socios europeos en una reunión hace dos semanas, e insiste a Pedro Sánchez en que debe poner en marcha un plan más ambicioso que el reparto de migrantes por las autonomías, con medidas concretas en cooperación y en los países de origen.

El PP asegura que su posición incluye una visión solidaria, pero también reconocen que el discurso de la seguridad y el control de las fronteras es la otra pata de su postura y que no darán pasos atrás.