A LA ESPERA TAMBIÉN DE TRUMP

Vox se refugia en sus alianzas internacionales para mantener su espacio frente al PP

La hoja de ruta de Vox mira a largo plazo y se basa en el arrastre internacional de sus aliados frente a una derecha “que entrará también en declive” en España: "Cueste lo que cueste" y "lleguemos o no", advierten en el entorno de Abascal

El líder de Vox, Santiago Abascal, durante una sesión extraordinaria en el Congreso de los Diputados.

El líder de Vox, Santiago Abascal, durante una sesión extraordinaria en el Congreso de los Diputados. / Eduardo Parra

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Cuando hace unos días Pedro Sánchez habló del “divorcio” entre PP y Vox en pleno debate en el Congreso, el presidente buscaba levantar ampollas entre los que ya son ex socios en los gobiernos autonómicos. “¿Usted cómo lo lleva? Mejor que el señor Feijóo imagino”, le dijo a Santiago Abascal. Pero en la cúpula de Vox llevaban días utilizando esa misma expresión para explicar el paso dado: “Feijóo no paraba de pedirnos el divorcio. Casi cada semana. Pues ya está. Ya se lo hemos concedido”. Y cada uno por su lado.

En el PP siguen los análisis sobre la ruptura. Y siguen pensando que ha sido un “suicidio político”. Que Abascal no midió las consecuencias de su decisión y de lo que puede acarrear internamente. Buscan un cálculo electoralista mal hecho -mirando sobre todo a Alvise Pérez- que en la dirección del partido ultra no solo niegan, sino que apenas se plantean. 

La hoja de ruta de Vox está pensada a medio y largo plazo -“cueste lo que cueste”, “llegue o no llegue”, rematan en la cúpula-. Y lo hacen desde una visión exclusivamente nacional. Tener presencia en gobiernos autonómicos y municipales (donde siguen) nunca fue el verdadero objetivo de Abascal. Lo que influye en las decisiones de la estrategia de Vox es el panorama internacional, convencidos de que se está confeccionando un movimiento político a la derecha del que ellos forman parte y el PP cada vez está más lejos. Las elecciones estadounidenses del mes de noviembre son una cita crucial en la agenda de Vox. “Si gana Donald Trump, el paradigma mundial cambia. Y nosotros somos su único aliado en este país”, advierten.

Las personas que rodean a Abascal llevan tiempo insistiendo en la construcción de relaciones internacionales que Vox lleva construyendo años. Y que, a la vista está, no se puede comparar con las de Sánchez o Feijóo. El cónclave organizado en Madrid hace dos meses -VIVA24- fue la prueba de ese trabajo: asistieron el argentino Javier Milei, representantes de Trump, y grandes líderes europeos -incluso con fuertes fricciones- como ha quedado claro en el Parlamento Europeo: la italiana Giorgia Meloni, que sigue su camino; y el húngaro Víktor Orban y la francesa Marine Le Pen, que ahora comparten grupo con Vox. 

A pesar de esa división, el planteamiento que repite Abascal es que les une lo más importante: un proyecto a largo plazo “que llegará” y que está “muy por encima de la distribución de los grupos parlamentarios”. Lo que en el entorno del líder ultra piensan -también él- es que el declive que han sufrido las derechas convencionales en el resto del continente, y fuera de Europa, llegará a España también. Y consideran que el PP -con Feijóo al frente- no está siendo capaz de ocupar los espacios.

La próxima parada es la de Estados Unidos. Trump sigue encabezando todas las opciones de la victoria, que se han reforzado incluso después del intento de asesinato al que respondió con una imagen de fuerza levantando el puño que ya forma parte de la historia reciente de ese país. Y mientras las dudas sobre si Joe Biden aguantará en la carrera o no, en Vox insisten en que si el republicano gana, los mejor posicionados y el único aliado posible en España es su partido. Cuando Trump comunicó que el elegido para hacer tándem como futuro vicepresidente era James David Vance, Abascal se apresuró a colgar una felicitación personal con una foto de ambos en Washington. En la cúpula conservadora recordaban esta semana “que se conocen”  y que las relaciones con el entorno de Trump “están ya bastante forjadas”.

En paralelo, Orban -el gran socio actual de Abascal- está haciendo movimientos desde la presidencia rotatoria de la Unión Europea que preocupa mucho a conservadores, socialdemócratas y liberales. Ya ha habido sonoros ataques de atención tras sus encuentros con Vladímir Putin y el presidente chino. En Vox no esconden que el líder húngaro lleva mucho tiempo moviendo “piezas” para contribuir a ese movimiento global del que forman parte y que la sintonía es absoluta. La coordinación, también.

A pesar de que en otros países europeos las fuerzas de ultraderecha tienen una presencia mucho mayor -en algunos casos ganaron las elecciones y, en otros, quedaron segunda fuerza- el partido de Abascal sostiene que todos esos partidos llevan años de ventaja sobre ellos. Algunos sí, pero otros no. La realidad es que en las últimas elecciones europeas no hay muchos ejemplos similares a la victoria del PP y a su rival por la derecha tan alejado de los números de Feijóo.

“La inmigración se va a complicar más”

En Vox saben que no están previstas elecciones en el corto plazo. También desechan la idea que tanto repetían en los círculos del PP: que Vox rompería los gobiernos cuando quedara un año aproximado de legislatura, siguiendo el esquema de otros socios minoritarios de coalición para marcar distancia. Incluso algunos dirigentes populares eran partidarios de adelantarse y ser ellos los que rompieran llegado el momento.

Pero cuando Abascal lanzó el órdago -pensando que habría comunidades autónomas del PP que se negarían al reparto de menores migrantes o encontrarían una forma de oponerse- ya tenía decidido que no daría marcha atrás. Eso, reflexionan en su formación, “sí que habría sido el fin”. Sobre todo, con las bases y el electorado, por encima de la dirigencia. La inmigración no es un asunto más porque el análisis que en Vox repiten es que en los próximos años el fenómeno “se complicará mucho” en todo el continente. “Ni PP ni PSOE dan respuestas, ni las quieren dar”. “Nosotros somos los únicos que abordamos este tema como piensan la mayoría de ciudadanos. Y se irá demostrando”, rematan.

Con todo, la principal baza de Vox en este momento -y ya fuera de los gobiernos autonómicos- es el arrastre de sus socios internacionales. Es la gran apuesta de Abascal, igual que recuperar “el discurso auténtico” y negociar con el PP “ley a ley” y “presupuesto a presupuesto” en cada autonomía, ejerciendo, eso sí, “planteamientos totales” que habían abandonado al formar parte de las instituciones. “Los principios como única guía” recalcan en el entorno de líder, sin esconder que existen los mismos riesgos que oportunidades.